DE VUELTA EN CASA
Volvió David Ayer tras dos pasos en falso; primero en el cine de superhéroes con esa deformidad de probeta llamada Escuadrón suicida (2016) para la factoría DC y luego con Bright (2017), un pastiche policial y fantástico para la plataforma Netflix. The Tax Collector reúne muchas de las características de su cine más personal, en las que se incluyen también sus participaciones como guionista, cuyo punto álgido es sin dudas Día de entrenamiento (2001). La ciudad de Los Ángeles es el escenario natural de Ayer, allí se despliegan todos sus “monstruos” que son no son más que las minorías de esa gran metrópolis. En sus películas son los protagonistas de historias donde siempre se rodean de muerte. David (Bobby Soto) es el título de la película, el “recolector de impuestos”, pero no para Hacienda sino para el narco de la ciudad, y lo hace junto a su guardaespaldas, amigo y “hermano” Creeper (Shia LaBeouf). De la misma manera en que En la mira (2012) era en gran parte un acompañamiento a dos policías en sus turnos de patrulla por los barrios más violentos de la ciudad, aquí se repite tal estructura de seguir a dos personajes en la cotidianeidad de un trabajo. The Tax Collector es un contraplano de esa película de 2012; aquí son dos delincuentes que atraviesan las mismas zonas marginales de Los Ángeles. Los personajes de ambas películas comparten una danza de muerte.
El avispero del mundo que los rodea no tarda en contaminar al círculo familiar de David, ilustrado a partir del imaginario o el cliché sobre las familias y la cultura chicana de California. El riesgo asumido por él y por su mujer se materializa en el momento en que la figura de Conejo emerge para disputar el poder y demandarle a David una serie de condiciones para continuar en su puesto dentro de la organización. Conejo (interpretado por el propio José Conejo Martin, una figura de la música y de la cultura angelina) es un ser sádico y despiadado sin rodeos para llevar a cabo su plan de “golpe de estado” en la organización. Tal desequilibrio en el organigrama del narcotráfico de Los Ángeles tiene un impacto en la familia de David, que lo obliga a actuar en consecuencia más allá del terror que impone Conejo.
El cine de acción de Ayer, incluso la bélica Corazones de hierro (2014), tiene su mayor fortaleza en la lucha física y no en la destreza de un tiroteo, por ejemplo. En Día de entrenamiento los dos policías resolvían su pleito en las calles del barrio, en En la mira sucedía algo similar. La representación de las minorías y sus dinámicas tiene un espesor de realismo justo porque los personajes son de ese mundo, de esa zona marginal. Nunca vemos en las películas de Ayer, ambientadas en Los Ángeles, un plano del centro de la ciudad o de los barrios más exclusivos. En la estrategia geográfica para sus escenarios también reposa la idea de pensar narraciones sobre sectores sociales, sin ser denuncias ni mamotretos testimoniales. Hacia el final la caótica pelea (por la oscuridad de la iluminación del gran Salvatore Totino y la coreografía de lucha) se da en el medio de una espiral de violencia en la que el final feliz no existe. Concepto que, en definitiva, se repite en la obra de Ayer, un director que volvió de las tinieblas del marketing que dirigen los estudios. Esperemos que se sienta nuevamente como en casa.
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Guion y dirección: David Ayer. Elenco: Bobby Soto, Shia LaBeouf, José Conejo Martin, Chayanne Rae Hernandez, Lana Parrilla, George López. Director de fotografía: Salvatore Totino. Producción: David Ayer, Chris Long, Matthew Anton, Tyler Thompson. Duración: 95 minutos.