El astronauta (Spaceman)

MALES DE ÉPOCA

Jakub Prochazka (Adam Sandler) es un astronauta que, tras 189 días en el espacio, se convierte en el hombre que más lejos ha estado del planeta Tierra. Su trabajo consiste en llegar a la inexplorada nube Chopra, en las afueras de Júpiter, en una misión tan intrigante como ardua: no sólo debe soportar la complejidad del viaje, sino que mientras tanto tendrá que recomponer, a la distancia, su matrimonio con Lenka (Carey Mulligan). Pero en el momento de mayor soledad e introspección, el astronauta se topa con una criatura con forma de araña que le servirá de consejera, guía y compañía en el camino hacia Chopra.

Gracias a la irrupción del extraterrestre arácnido, capaz de adentrarse en los viejos recuerdos del astronauta, la película de Jonah Renck se convierte en una pesadilla algorítmica: cualquiera podría hacer el ejercicio de cronometrar la distancia entre flashbacks, pausar y notar que no existen más de cinco o seis minutos de diferencia entre uno y otro, como si el director tuviese la necesidad de mostrarle algo diferente al espectador a cada rato y así aprovechar los pequeños lapsus de atención ante una historia lineal. Un mal de época, claro está. El astronauta está más próximo de ser un dispositivo que scrollea y amontona reels o tiktoks en formato horizontal -aquí reconvertidos en pequeños instantes de la vida de Jakub- que una película para disfrutar en una sala de cine de un tirón. Producto de esta desoladora mecánica, el cineasta incorpora tangentes que, a fin de cuentas, resultan más interesantes que la amistad entre un hombre y una araña que hace la vez de terapeuta: en la película conviven el crecimiento de un niño pobre que termina convirtiéndose en uno de los cosmonautas más importantes de la historia, el espionaje dentro de los tiempos comunistas de la República Checa, un retiro de mujeres embarazadas, una nueva Guerra Fría y ¡hasta un relato del pasado de la araña extraterrestre que incluye disputas y exilios!

Aún así, el principal pecado es lo poco que se explota la capacidad de Adam Sandler. Como si tuviese vergüenza de las virtudes de uno de los mejores actores de su generación, el cineasta sueco moldea a un Sandman descolorido, le niega el despliegue de su talento corporal y le brinda los fallidos atisbos de comedia a la araña. Esta clausura del divertimento es uno de los dilemas de la ciencia ficción actual: como cuestan demasiado dinero y se hacen con excesivo cuidado, ese esfuerzo parece que necesita ser recompensado con solemnidad y deferencia. Algo que también invade a la imaginería visual (o look, como le gustaba decir a Pauline Kael) con representaciones más cercanas a las creadas por una inteligencia artificial que a las de los clásicos del género. El resultado es una voluntad estética conducida por lo suntuoso y la preponderancia de fotogramas estáticos que sólo funcionan para rellenar aún más la galería de capturas de One Perfect Shot. La repulsión al movimiento, otro mal de época.

Lo positivo de El astronauta es que nos brinda una nueva oportunidad para recomendar 100% Fresh, uno de los especiales de comedia más notables en muchísimo tiempo. En uno de sus inspirados momentos musicales, Adam Sandler canta sobre un astronauta y lo ridículo que se puede llegar a ver su trabajo despojado de todo contexto. Un acercamiento lúdico que podría haber ostentado una película que cuenta con Sandler y una araña alienígena gigante atrapados en medio de Júpiter, pero que elije el camino del tedio.

(República Checa, Estados Unidos, 2024)

Dirección: Johan Renck. Guion: Colby Day. Elenco: Adam Sandler, Carey Mulligan, Paul Dano, Isabella Rossellini, Lena Olin. Producción: Lia Buman, Reid Carolin, Tim Headington, Peter Kiernan, Michael Parets, Max Silva, Channing Tatum. Duración: 107 minutos.