El Conspirador (The Conspirator, 2010)
Dirección: Robert Redford. Guión: Jame D.Solomon. Elenco: James McAvoy, Robin Wright, Kevin Kline, Evan Rachel Wood, Norman Reedus, Danny Huston, Tom Wilkinson. Producción: Brian Falk, Bill Holderman, Robert Redford, Greg Shapiro, Robert Stone. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 122 minutos.
Cuando les toca, les toca. Y hay momentos de crisis en la historia de los Estados Unidos en los cuales la industria cinematográfica coincide en producciones (grandes o independientes) que apuntan los cañones a la reivindicación de los valores que los llevaron a ser la primera potencia mundial o que critican el modelo y lo ponen, justamente, como el causante de la crisis. En el primero de los casos, películas como Hugo o El Artista (más allá de sus valores como obras) vuelven a un pasado negro y trágico del que eventualmente se pudieron levantar. Del otro lado está la obra que critica e invita a la reflexión mas profunda. A la cabeza: El Precio de la Codicia.
Robert Redford, un narrador clásico toque el tema que toque (recordar Quiz Show, Gente Como Uno o El Secreto de Milagro por poner ejemplos disímiles), da su particular visión de la actualidad poniendo el ojo de la manera mas inteligente que se puede: revisando la historia.
Así llegamos a El Conspirador.
Desde el comienzo, con esos soldados confederados regados por el campo de batalla, Redford nos recuerda que sea como sea, “seguimos en Hollywood”. Es nuestra industria, nuestra forma de hacer cine y hay que defenderla. Lo mismo hacen a su manera; Spielberg, Eastwood, Scorsese y no muchos más. Introducción, nudo, desarrollo y desenlace. El resto que vaya a experimentar al Sundance (¡que contradicción! ¿no?).
Frederick Aiken (James McAvoy) es un soldado del norte y acérrimo defensor de la causa que dos años después de ser rescatado de la guerra transita su vida en plena rutina de cócteles, reuniones de alta alcurnia y cargos militares hasta que se produce el asesinato del presidente Lincoln. Enseguida de ese día trágico los presuntos autores del hecho son apresados, entre ellos, la señora Mary Surratt (Robin Wright en sen-sa-cio-nal actuación) partidaria del ejército del sur y acusada de albergar y ayudar a armar la conspiración para el asesinato. Desde ese punto en adelante, el director elige una puesta en escena estéticamente evocadora con una fotografía de Newton Thomas Sigel que enfrenta a propósito la luz. Como si todos esos hechos hubieran encandilado a todos en aquella época y al espectador en esta.
Redford sabe que su película cuestiona la intervención del estado sobre la justicia y dispara una profunda crítica contra el escudo que supone “el interés nacional” como justificador de cualquier tipo de accionar. Es tan “vivo” como para ampararse en la historia textual a modo de demostrar que no hay posición política que valga ante el atropello de los derechos constitucionales. En este sentido, los últimos 20 minutos son de colección.
Es cierto que al ponerse del lado de los hechos para hacerlos funcionar como prueba, hay escenas que bien podrían omitirse pues no ofrecen nada ni para un lado ni para el otro, excepto por el lucimiento de un elenco notablemente elegido por la veterana Bonnie Timmerman. Si es por eso, vale la pena. Kevin Kline, Tom Wilkinson y Evan Rachel Wood saben mucho de esto. Lo suficiente como para aportar la solidez y el oficio necesarios para no llegar a la ampulosidad.
En todo caso, Mark Isham propone una banda de sonido un tanto orquestal para su estilo, pero bien mezclada con el texto cinematográfico.
Por último, el título en nuestro idioma es discutible. El Conspirador en realidad podría llamarse La Conspiradora porque el artículo “the” en inglés no es indicativo de género, con lo cual el traductor debería haber visto antes la película para decidirse pues la película claramente se centra una sospechosa. Detalles al margen, estamos ante una película bien hecha, bien escrita y que deja algo para el debate. ¿Qué mas hace falta para una buena salida al cine?.
