Con Muchos Hijos, un Mono y un Castillo, y después de las palabras de Francisco Sandomingo Núñez (embajador de España) y Fran Gayo (programador de Espanoramas 2018), abrió la cuarta edición de la Muestra de Cine Español.
Muchos Hijos, un Mono y un Castillo, de Gustavo Salmerón (España, 2017)
No es momento para buscar unas vértebras
El documental de Gustavo Salmerón indaga con bastante humor en la intimidad de su entorno familiar, a saber, sus hermanos y su madre Julita. La mujer es el centro de otras vidas, de múltiples objetos acumulados. Su excentricidad sirve como excusa para cuestionar un estilo de vida: si bien no despilfarra, sí se puede jactar de habitar un castillo y comer en abundancia. A través de Julita, el director investiga su árbol genealógico hasta desatar una búsqueda por las vértebras de su bisabuela, que no fueron enterradas con ella.
Tal búsqueda no solo implica unas buenas risotadas a lo largo del film sino también la concientización de una historia familiar efímera que se viene abajo cuando la crisis del país los azota y tienen que abandonar el castillo. A propósito de este acontecimiento, Julita es retratada con sus contradicciones y errores. Si al principio solía decir que cada uno de los objetos acumulados resguardaba una vida particular del poseedor, después de la crisis se resigna a que hay que deshacerse de lo innecesario. Si antes sus excentricidades en cuanto al exceso de comida y su actitud frente al esposo y los hijos no le importaban, luego reconoce que le gustaría ser más cariñosa con su familia, más comprensiva, pero que no consigue serlo.
Amén de las risas y los chistes, el documental, que cubre quince años de vida, se convierte en un retrato descarnado de una familia, más allá de la ternura y más acá de la autocrítica. Es una suerte de álbum observado por un espectador que se halla adentro, haciendo implosionar la comodidad del grupo, preguntando, yendo al fondo de la historia familiar y de la política (que pareciera apenas rozar a los personajes, aunque en verdad les afecta profundamente). Porque si alguna vez hubo la posibilidad de un castillo y se concretó el sueño, ahora se cierran las puertas de ese castillo.
La mudanza, por cierto, incluye caballeros armados, esculturas, pinturas y un rey que abdica. Uno de los hermanos lo reconoce entre bromas mientras mete cosas en el camión: “Venimos del caos. Somos una familia caótica, actuamos caóticamente y nos mudamos caóticamente”. A continuación embala una lámpara de la manera más desprolija posible. Así como cuando Julita mira el reportaje sobre la muerte de una de las últimas divas doradas de Hollywood, Bette Davis, el documental se convierte en el retrato de la caída de la clase acomodada. En los intríngulis de su vida, las vértebras de sus antepasados y sus mudanzas, Gustavo hace un rastreo minúsculo, hilarante y agudísimo, cuyo reflejo es la propia sociedad española.
© Eduardo Alfonso Elechiguerra, 2018 | @EElechiguerra
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