A Sala Llena

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FESTIVALES

Festival 4+1 Mapfre – Críticas

Morgen (Marian Crisan, Rumania/Hungría, 2010)
Una película a la que debería darle una segunda oportunidad. Con la estética que caracteriza al cine rumano (largos planos secuencia fijos, diálogos irónicos y comunes al mismo tiempo, estética fría), este film me hizo recordad un poco, en principio a Gigante de Adrián Biniez. Crisán nos cuenta la historia de un guardia de supermercado, pescador aficionado, al que un día le llega del agua un inmigrante ilegal turco que no habla una sola palabra de rumano y necesita un lugar donde comer y vivir. El protagonista, le da techo, y a cambio el turco le arregla la casa.
Con humor sencillo e ironía, el director critica las severas y estúpidas políticas migratorias de Rumania. Las actuaciones son muy buenas y estéticamente está muy cuidado cada plano, cada encuadre.

Pero carece de ritmo, hay algunas escenas que se repiten y para ser honestos, no es una película para ver con pocas horas de sueño a las 2 de la tarde. En fin, una propuesta inteligente por parte de Rumania, similar a lo que fue el año pasado, Policía, Adjetivo. Aunque la moda, la estética de cine rumano minimalista y crítico, empieza a agotarse.

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Meek’s Cutoff (Kelly Reichardt, EEUU, 2010)
Muchos considerarían que por encarar un western, una película de colonos atravesando el desierto en el oeste de Estados Unidos, Reichardt aumenta el nivel de su producción habitual… pero no. Esta obra de la directora de Wendy & Lucy es tan minimalista y profunda a nivel existencial como el resto de su filmografía.
Apenas 9 personajes rondan en esta historia, acaso sin rumbo. Tres parejas de colonos, una con un chico van en busca de tierras donde asentarse, buscar aguar y oro. Pero su única fe es un prisionero de la cárcel,  liberado para guiarlos.
En un momento se cruzan con un aborigen y piensan que este debe saber donde se encuentra el agua. Planteado como un drama existencial, casi teatral con influencias de Beckett (se huele algo de Esperando a Godot), esta nueva película de Reichardt brilla en la magnifica fotografía, el meticuloso trabajo de montaje, inteligentes diálogos e interpretaciones de lujo (Michelle Williams es asombrosa, Bruce Greenwood siempre espontáneo, Will Patton con una calma innata, y nuevamente soberbio el joven Paul Dano). La película remite mucho a los westerns indies de los ‘70s como The Shooting de Monte Hellmann o el Clint Eastwood de los ‘80s. Mas allá de eso, Reichardt no abandona su interés por los viajes a ninguna parte, personajes varados en su destino. Lo único criticable es un exceso de solemnidad que impera en todo el film, pero el resto es casi maravilloso.

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Hanezu (Naomi Kawase, Japón, 2011)

Resulta difícil aceptar el desencanto que nos produjo la última película de nuestra admirada Naomi Kawase. Es que sólo Shara justifica esa admiración y respeto, aunque se aceptara que en  las subsiguientes El Secreto del Bosque (estrenada comercialmente en nuestro país) y Nanayo (vista en el Festival de Mar del Plata de 2008) había recaído en cierta reiteración y auto-plagio, como sostuvo alguna crítica. He defendido estas películas, pero ahora (¡siempre tarde!) debo admitir que advierto ese agotamiento de una veta que aparece como demasiado recorrida por la directora.
Y, es más, en esta historia de un trío entre dos hombres y una mujer, incurre en algunas decisiones que entendemos impropias en el contexto de su obra, que no se condicen con su línea autoral. Como siempre, Kawase decide dejar de lado el peso de la Historia para asentarse sobre la construcción mítica de la humanidad (y, en concreto, del Japón). Esto que en sus anteriores películas hallaba cierta justificación y era abordado con sutileza, aquí es reiterado con una explicativa voz en off (¿la voz de la montaña?) y subrayado por una omnipresente música (un insufrible chelo) que impide disfrutar lo que siempre había sido una marca de fábrica kawasiana: el sonido y su ausencia, el uso del silencio como significante y perfecto creador de climas. No es que no existan destellos que demuestren lo que Kawase puede darnos (la presencia de la naturaleza, la bóveda que se abre con una sonoridad que remite a otros mundos); pero tensar esa cuerda que tan bien funcionaba en la citada Shara es muy difícil. Es claro que aquí no logró repetir esa proeza.

Por Fernando Juan Lima

Nostalgia de la Luz (Patricio Guzmán, Chile, 2010)

Llamar a Guzmán, uno de los documentalistas más influyentes contemporáneos no parece ser suficiente. No solamente estamos hablando una figura políticamente transgresor sino de un hombre imaginitivo que logra con Nostalgia de la Luz una increible obra cinematográfica llena de ideas y planos de hermoso impacto informativo y plástico.
Guzmán, que siempre admitió ser gran fanático de la ciencia, logra combinar la astronomía con la búsqueda de cuerpos en el desierto de Atacama. ¿La razón? Ambos miran hacia el pasado para definir el presente. Hay grandes planteos en el film. Si Chile tiene tantos telescopios que pueden descubrir el origen del universo, ¿porque no se puede mirar al desierto y encontrar algún cuerpo desaparecido? Astrónomos y parientes de gente desaparecida (e incluso una astrónoma hija de un desaparecido, un descubrimiento excepcional por parte de Guzmán) concuerdan que no se puede olvidar el pasado, pisarlo, dejarlo atrás hundirse por el viento. Las partículas de polvo estelar del cielo tapan los restos de presos de Pinochet. Atrapante, regocijante a nivel visual, Guzmán no es demagógico pero tampoco toma distancia. Sabe ocupar su lugar sin pretender acapararlo ni armar un panfleto (a lo Michael Moore o a veces como hace Pino Solanas). Pero sobre todas las cosas es una experiencia que se aprecia en cine. Un viaje por el espacio, y por el vacío que dejó la dictadura.

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Chantrapas (Otar Iosseliani, 2010)
Reseña previamente publicada con motivo de exhibición en el 25º Festival de Cine Internacional de Mar del Plata:
http://www.asalallenaonline.com.ar/festivales-cine/25o-festival-internacional-de-cine-de-mar-del-plata/1360-competencia-oficial.html
Nicolas es un jóven cineasta cuyos trabajos no agradan a sus productores y sensores, metraje de fílmico malgastados en producciones que nunca verán la luz. Sus familiares sin embargo lo apoyan, su padre tan impulsivo como él mismo afronta similares instancias en otro momento de su vida, se violenta con sus pares cual si fuera un niño.
Nicolas debe migrar para conseguir que éstos proyectos se materialicen, un film sobre el fracaso.
Iosselani nos propone un viaje, jugando con la inocencia, la juventud y el crecimiento físico y personal, su visión sobre la de un cineasta, por qué no vincular a historias propias el relato.

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