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FESTIVALES

Festival Internacional de Cine de las Alturas 2017: Día 5

Miércoles  6 de septiembre.

Películas, charlas, talleres… El festival sigue su marcha, y con el nivel prometido.

Y llegó una de las presencias más importantes. Juan José Campanella. El director llegó con motivo de una retrospectiva de su obra -desde El Hijo de la Novia (2001) hasta Metegol (2013)-, y brindará una charla con el público el viernes, último día de un festival que no deja de cautivar al público jujeño.

 

Soldado Argentino sólo Conocido por Dios, de Rodrigo Fernández (Argentina, 2017 – Competencia Ficción)

La Guerra de Malvinas nunca fue un tema ajeno al cine. Ya apenas volvió la democracia se estrenó Los Chicos de la Guerra (1984), de Bebe Kamin. Más adelante, Iluminados por el Fuego (2005), con Gastón Pauls, intentó una aproximación más cercana a la experiencia de los jóvenes argentinos que fueron enviados a luchar contra el ejército británico en 1982. Soldado Argentino sólo Conocido por Dios (2017) es, hasta el momento, el exponente más logrado sobre el tema.

Juan (Mariano Bertolini), un joven aspirante a artista plástico, queda seleccionado para hacer el servicio militar durante el Proceso de Reorganización Nacional. Pronto será derivado a Malvinas, donde se reencontrará con Ramón (Sergio Surraco), su mejor amigo hasta que se puso de novio con Ana (Florencia Torrente), su hermana. En el frente de batalla, ambos olvidan sus diferencias, pero ya es tarde: Ramón desaparece en medio de una misión, y aún después de la contienda, se especula que él es el mítico soldado argentino que combatió hasta el final contra un pelotón de ingleses. Ana luchará porque su hermano sea reconocido como héroe, al tiempo que Juan debe aprender a sobrellevar los tormentos que acarrea desde aquellos días de frío, armas y muerte.

La película contó con el apoyo de Ejército Argentino, la Armada Argentina y la Fuerza Aérea Argentina, y se nota en el impresionante despliegue de producción, que incluye vehículos anfibios y aviones Harrier bien animados digitalmente. Nunca como esta vez en el cine nacional se sintió tan realista no sólo la Guerra de Malvinas sino un enfrentamiento bélico. El director Rodrigo Fernández Engler transporta al espectador a un verdadero infierno, donde los muchachos hacen lo que pueden para sobrevivir.

Las secuencias ambientadas en las islas son una parte del film, que luego se enfoca en el después, mostrando las vivencias de Juan y de otros integrantes de aquel pelotón, y cómo cada uno sale adelante con las heridas (físicas y psicológicas) que les dejó la contienda. Mariano Bertolini está correcto como el hilo conductor de la trama, pero son aún más veraces las actuaciones de Surraco, Ezequiel Tronconi y Fabio Di Tomaso; convincentes como soldados y de civil.

Además de sus perturbadoras recreaciones de una guerra, Soldado Argentino sólo Conocido por Dios permite vislumbrar la situación de los héroes anónimos y su relación entre ellos mismos y con la sociedad. No por contar con apoyo de organismos militares glorifica a las Fuerzas, sino que también las mira con desdén.

Una película indispensable para conocer en detalle parte del pasado más triste de este país, y para entender y valorar el presente.

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© Matías Orta, 2017 | [email protected] | @matiasorta

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

 

Moacir III, de Tomás Lipgot (Argentina / Brasil, 2017 – Competencia Documental), por Eduardo Elechiguerra Rodríguez

“¿Usted cree que todo es fácil? Nada es fácil”, le dice Moacir en un punto de la película a Tomás Lipgot. Podría plantearse que todo germen creativo proviene de la dificultad. O esto asoma en Moacir III: trilogía de la libertad (2017).

La tercera parte de esta trilogía sigue la vida creativa de Moacir dos Santos (no confundir con el jazzista Moacir Santos ni con el futbolista Moacir Rodrigues do Santos, aunque hay un guiño futbolístico en los créditos). Está situada después de que el cantautor saliera del hospital psiquiátrico Borda y fuese descubierto como el cantante de profunda voz que ya habíamos escuchado en el largometraje Moacir (2012), también de Lipgot. Este nuevo documental retrata la vida de Moacir entre conversaciones grabadas e incisos musicales que éste interpreta y actúa.

Se puede decir que Moacir mismo co-dirige junto con Lipgot la película con sus propuestas de cómo llevar a cabo tales incisos. Éstos están interpretados por el cantante como una suerte de personajes simbólicos dentro del personaje que hemos estado viendo; personajes en tanto propuestas teatrales que va llevando a cabo Moacir.

Por un lado, tales idas y venidas entre conversaciones e incisos que muestra la película entorpecen el ritmo de la misma. De a ratos, el filme pareciera existir para poner en escena las fantasías creativas del dúo creativo Lipgot y Moacir. Por otro, le dan gracia a cada puesta teatral porque de esa manera el espectador sabe de dónde proviene cada resultado. Mentira no es que los procesos creativos dan muchas vueltas antes de concretarse, pero también es cierto que, en este caso particular, a ratos se pierde el hilo conductor por el beneficio de estas fantasías donde la música tiene la mayor vitalidad. La voz de Moacir y cada microhistoria se imponen por encima del aparente propósito del documental.

En este sentido, lo que termina resonando más es la manera cómo se plantea que la libertad se la forja cada uno en pos de un riesgo y de una necesidad que siempre, sea una profesión o una vocación, es creativa. Basta escuchar las canciones para darnos cuenta, a través de su voz y las letras, una vitalidad que compensa la soledad del desamor.

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Nuestra cobertura del festival.

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