A Sala Llena

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FESTIVALES

Festival Internacional de Cine de las Alturas 2017: Día 6

Jueves 7 de septiembre.

Faltan horas para que termine la nueva edición del festival, y las emociones fuertes no hacen más que agolparse.

Érica Rivas arribó a San Salvador, justo para presentar la función del día de La Luz Incidente (2016). Una sala repleta aplaudió a la actriz, que también se prestó muy amablemente para fotos con sus admiradores. Luego brindó notas para prensa, siempre con la mejor predisposición.

En la carpa INCAA de la Plaza Vilca, Eduardo Blanco brindo una charla abierta al público. De estupendo carácter, contó sobre sus comienzos, lo que implicó alejarse del mandato familiar se seguir una carrera universitaria, de cómo conoció a Juan José Campanella cuando él era estudiante de cine, y respondió preguntas sobre actuación y cómo prepara sus personajes, volviendo cada tanto a su rol en la obra de teatro Parque Lezama. “No hay nada mejor que tener sueños e ir a perseguirlos”, fue una las máximas que pronunció.

Por su parte, casi todos los días del festival se exhibieron los cortos de la Competencia NOA, que engloban a la producción cinematográfica de la región. Abuela, de Aimé Tolrá (Tucumán) propone una tierna historia animada sobre una ancianita, sus recuerdos y sus anhelos. Adiós Mamá, de Andrés Méndez Medina (Salta), muestra a una madre que espera el regreso de su hijo. El Asado, de Nacho Guggiari (Salta), es una comedia negra sobre un político obeso en un pueblo donde la comida está escaseando. El Condenao, de Mariano Salazar (Salta), mezcla violencia de género y maldiciones ancestrales. It’s Just a Prank Bro, de Franco Fernández (Jujuy), toma como punto de partida las cámaras ocultas de payasos que aparecen de golpe y asustan a la gente, aunque aquí hay consecuencias inesperadas. El documental La Telesita, de Franco Lescano Noriel (Santiago del Estero), indaga en una figura femenina que se volvió una santa. La animación Palabras de Puisca, de María Fernanda Canseco (Jujuy), presenta la historia de cuatro mujeres que trabajan de hilar y tejer. Sarapura, de Matías Jerez y María Kolodinski (Salta), permite adentrarse en la intimidad de un arriero en un monte salteño. Todas muestras de lo que se viene produciendo en esta parte de la Argentina.

© Matías Orta, 2017 | [email protected] | @matiasorta

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

 

La Luz Incidente, de Ariel Rotter (Argentina, 2015 – Competencia Ficción), por Martín Chiavarino

Mirada de época

La Luz Incidente (2015) narra el duelo de una joven mujer, Luisa (Érica Rivas), quien ha perdido recientemente a su esposo y a su hermano en un accidente de tránsito. En una fiesta de casamiento conoce a Ernesto (Marcelo Subiotto), un soltero de mayor edad que busca formar una familia. Así rápidamente comienza una relación compleja que coloca a Luisa entre la añoranza de la felicidad perdida junto a su esposo y sus hijas pequeñas y la posibilidad de constituir nuevamente una familia con un hombre al que no termina de descifrar y amar.

El tercer largometraje del realizador Ariel Rotter (Sólo por Hoy, 2000) está ambientado alrededor de la trágica muerte de dos integrantes de una familia de clase alta en la década del sesenta en Argentina. Sin una contextualización expresa, la obra busca situarse a partir de pequeños detalles del mobiliario, equipos de audio, libros y estilos de vestimenta para solicitar una mirada atenta, cuando no experta, en las sutiles referencias de época.

La elección del blanco y negro acentúa el valor artístico y la metáfora de la propuesta de Rotter, ya que hace hincapié en una dialéctica entre el relato y la imagen a través de la combinación de la delicada labor de fotografía a cargo del experimentado Guillermo Nieto (El Bonaerense, 2002; Mi Amiga del Parque, 2015) y un guión que busca siempre narrar con gestos, alusiones, elusiones o concisos diálogos con el fin de apelar al inconsciente y trabajar así sobre lo no dicho y la imposibilidad de comunicar la tragedia.

Las actuaciones de casi todo el elenco son excelentes, destacándose Érica Rivas en un papel difícil y complejo con muchos matices. La premisa del opus de Rotter construye -a través de los vaivenes de Luisa- un personaje maravilloso, uno que debe sobreponerse a la pérdida de su marido y su hermano, reconstruir su vida, cuidar y criar a sus pequeñas hijas y enfrentar su condición de viuda. El proceso de construcción de la identidad de Luisa aparece como el de una mujer que se debate entre la independencia, las necesidades que la sociedad le impone y sus sentimientos, como una especie de Emma Bovary moderna.

La Luz Incidente plantea una metáfora a partir de una de las propiedades de la luz -el fulgor que llega a la superficie del sujeto sin reflejarlo- como una irradiación de sensaciones y sentimientos que la protagonista necesita desesperadamente compartir/ reflejar pero debe guardar en su interior. El tono del film es intimista y en algunas escenas desesperante y desolador, aunque siempre amainado por la calidez de la elegante actuación de Rivas.

A pesar de todas sus cualidades y niveles de lectura, la película no carece de problemas y por momentos falla en su adaptación de época revelando el mecanismo mágico que debería transportar al espectador hacia otro contexto histórico. Aunque opaca el producto final, esta característica de la realización no afecta el resultado, ya que el film permite interesantes lecturas desde la psicología, los estudios de género, la sociología y la comunicación, dando cuenta de un gran trabajo en la construcción formal y estética de cada escena y cada plano. La imposibilidad de reflejar las heridas que constituyen nuestra sociedad tal vez sea lo que realmente define nuestra idiosincrasia.

calificacion_4

 

El Invierno, de Emiliano Torres (Argentina, 2016 – Competencia Ficción), por M.C.

Industria y ganadería

Cada año, un nuevo grupo de trabajadores temporales llega a una estancia en la Patagonia, en el sur de Argentina (una zona árida y alejada), para esquilar ovejas y hacer tareas en un campo a cargo de un severo hombre mayor, que la cuida como si fuera suya. El trabajo es duro y la recompensa escasa, pero de todos los rincones del país llegan los peones, abandonando a sus familias por una changa en un galpón insalubre, activos de cinco de la mañana a cinco de la tarde, sin descanso.

En tanto, una pareja francesa recorre la estancia con intenciones de comprarla, y uno de los hombres, Jara (Christian Salguero), se destaca del resto y es apuntado para reemplazar al actual capataz, Evans (Alejandro Sieveking), al que los administradores de la estancia consideran demasiado viejo, rígido y un poco loco para continuar dirigiendo el establecimiento.

Jara, un changador correntino que ha ocultado la existencia de su esposa e hijo a todo el mundo, descubrirá al quedarse solo que el invierno en la Patagonia puede ser más crudo de lo que creía y que no está solo en esa estancia perdida. Por su parte, Evans va a visitar a su hija y a su nieto para buscar reiniciar su camino después de recibir su compensación por una vida de arduo trabajo eremita encerrado solo durante incontables inviernos.

En este paisaje agreste y yermo es insoslayable la apertura visual de la fotografía de Ramiro Civita (Whisky Romeo Zulu, 2004) para abrir los horizontes hacía una desolación infinita que abruma y perturba a la vez. El realizador Emiliano Torres crea un ambiente abierto hacia la perspectiva pero al mismo tiempo estrecho y terriblemente claustrofóbico, jugando una dialéctica peligrosa con los confines de la distancia real y los trayectos de la percepción, buscando generar con la imagen lo mismo que el inclemente invierno produce sobre los protagonistas.

Las actuaciones de Alejandro Sieveking y Cristian Salguero son extraordinarias, construyendo a dos personajes contrapuestos que se dirigen a un enfrentamiento imitando las estructuras de los westerns clásicos. Emiliano Torres es el responsable de esta perfecta confrontación de caracteres que implica la transición de una época a otra, en la que podemos encontrar el fin del trabajo permanente, la flexibilización y la estafa sobre al trabajador, entre algunas de las características sobre las que el nuevo capitalismo va estableciendo sus parámetros y sus nuevas reglas de juego sin que los implicados puedan comprender la imagen completa de los cambios.

El Invierno es así un desolador film de carácter sociológico sobre la supervivencia y la lucha del hombre contra el hombre y contra sí mismo, que funciona como una metáfora visceral sobre las consecuencias de nuestra cultura capitalista, de las decisiones políticas y de la falta de oportunidades laborales en una época y en un lugar donde la ley del dinero y del más fuerte se imponen sin preámbulos de ningún tipo.

calificacion_5

 

 

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