For Love’s Sake, de Takashi Miike
Antes que nada, para que se aviven los despistados, hay que decir que esta película del director de Audition es un musical. Y como todo musical, se rompe con los convencionalismos y se tuerce el verosímil a más no poder. Y como la gran mayoría de los musicales, este también es sobre una gran historia de amor. Y como toda historia de amor que se precie, involucrará dramas, peleas, disgustos, vaivenes, venganzas. Y también patadas, sangre, piñas, sangre, huesos rotos, sangre, sangre y más sangre.
Takashi Miike parece emular a tarantino y meter todos los géneros, todos los clisés, todas las historias adentro de una licuadora y ver que sale de aquello. En esta historia, Ai Saotome, una jovencita burguesa, estudiosa y de buen corazón, se enamora perdidamente de Makoto, un muchacho violento y rebelde que parece no hacerle caso a nadie. El amor de Ai no es correspondido, pero la chica luchará incansablemente, canción tras canción, pelea tras pelea, esfuerzo tras esfuerzo por conseguirlo.
Miike plantea una película de estereotipos (la bella y dulce jovencita, el rebelde sin causa, el tercero en discordia eternamente enamorado) y los promueve durante el metraje a arquetipos absolutos, es decir, potencia sus cualidades estereotípicas a niveles insospechados e intransigentes. En este relato irregular, por momentos desconcertante, pero siempre bello, estéticamente pensado hasta el último detalle, hasta la última gota de sangre sobre el pavimento, definitivamente no es un filme para cualquiera. Quienes sepan apreciarlo se encontrarán con reminiscencias a muchas cosas, desde Oldboy hasta Kill Bill pasando por Hairspray en el camino, hallarán algunas risas y algunas lindas canciones en clave rock. Y también se toparán con mucha violencia, quizás 20 minutos de alguna de todas las cosas que metió en la licuadora estén de más.
