A Sala Llena

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CRÍTICAS - CINE

Goodnight Mommy (Ich Seh, Ich Seh)

(Austria, 2014)

Dirección y Guión: Veronika Franz y Severin Fiala. Elenco: Susanne Wuest, Elias Schwarz, Lukas Schwarz, Hans Escher, Elfriede Schatz, Karl Purker, Georg Deliovsky, Christian Steindl, Christian Schatz, Erwin Schmalzbauer. Producción: Ulrich Seidl. Duración: 99 minutos.

Ya no sos igual.

Sabemos que la sensación de incomodidad producida por determinadas películas suele estar condicionada por el sensacionalismo que persiguen sus realizadores. Cuando esta decisión no resulta impuesta según las estrategias del mercado, solo podemos considerar la voluntad de representar un contenido conceptual. El entramado de violencia que demuestra la austríaca Goodnight Mommy permite contemplar cuestiones morales, reproducidas a través de invariantes psicológicas, para hablarnos de la desatención paternal. Aunque debemos resaltar que este temperamento termina recurriendo a una perversidad que comparte matices directos con el trabajo del compatriota Michael Haneke.

La historia comienza con dos hermanos gemelos jugando en una casa de las afueras, y la respectiva madre de ambos, que regresa al hogar con el rostro totalmente vendado después de realizarse una operación tras un accidente. Desde los primeros instantes, los menores comienzan a notar cambios abruptos en el carácter de su madre, algo que se refleja en maltratos físicos y verbales, sospechando que en realidad podría tratarse de una impostora.

La apertura de esta escalofriante producción, escrita y dirigida en sociedad entre Veronika Franz y Severin Fiala, consigue desarrollar determinados atributos materiales. Su arquitectura aburguesada condensa un modelo familiar desprovisto de interacciones externas, haciendo que este aislamiento funcione como recurso para plantearnos un escenario angustiante; mientras la violencia desatada durante la primera instancia de la película se convierte en reflejo del deterioro que padecen los vínculos afectivos. Esta indiferencia entre los protagonistas transmite un dramatismo que sabe acompañar las imágenes pesadillescas que al mismo tiempo se van superponiendo.

Lamentablemente las decisiones narrativas consideradas por Franz y Fiala terminan invirtiendo las posiciones que fortificaban la primera mitad del relato, de modo que los motivos del victimario son alternados para transitarnos por secuencias cargadas de una morbosidad sumamente inquietante. Durante estas instancias cercanas al desenlace, es cuando las reminiscencias al trabajo de Haneke se vuelven completamente evidentes (tómese como ejemplos El Video de Benny y Horas de Terror), pero los realizadores implementan una vuelta de tuerca inadecuada como despedida. Sepan que para incrustarse en la memoria del espectador, las películas de Haneke únicamente soportan el realismo como indirecta, evadiendo siempre resoluciones tramposas, una herramienta que a Goodnight Mommy le hubiera funcionado mejor para terminar de destacarse.

calificacion_3

Por Enrique D. Fernández

 

¿Dónde está nuestra madre?

Antes de desasnarse acerca de la película de los austríacos Veronika Franz y Severin Fiala, el espectador no debe olvidar que estamos muy lejos de la industria hollywoodense. Teniendo en claro esto, somos conscientes de que Goodnight Mommy no es pretensiosa en su afán y se toma su tiempo para contar las cosas, hecho que puede densificar el relato de alguna u otra manera.

Dos hermanos gemelos (Lukas y Elias Schwarz) aguardan la llegada de su madre (Susanne Wuest), recién sometida a una intervención quirúrgica estética. Todo se vuelve misterioso cuando la mujer llega al lugar con su rostro totalmente vendado, como si fuera una momia, en una secuencia que realmente inquieta. Este contexto se irá enrareciendo cada vez más cuando los hermanos comiencen a sospechar que la mujer no es su madre.

Siempre recordaré una película de terror francesa muy interesante llamada Ellos (Ils, 2006), en la que una pareja joven se mudaba a una gran mansión. El lugar, totalmente alejado de todo y de todos, encerraba un misterio e incertidumbre que la película transmitía de excelente manera. Es válido recordar este ejemplo para entender que las buenas historias no necesitan de la grandilocuencia, y que el cine europeo tiene otras formas de contarnos las cosas.

Dicho esto, no queda más que disfrutar de un film lento en su relato, con climas sórdidos y claustrofóbicos bien logrados y con una mística que se renueva plano tras plano (los ambientes de la casa plagados de cuadros fotográficos de una mujer que, inferimos, es la madre en cuestión, totalmente desfigurados).

La película de Franz y Fiala aprovecha bien sus recursos y en ningún momento se vuelve predecible, elemento que actualmente vemos hasta el hartazgo repetirse en el género. Es por ello que en esta época nos viene bien que aparezcan films como Goodnight Mommy, que se sostiene bastante bien aunque uno de sus desaciertos haya sido no incorporarle algún componente más vertiginoso al relato.

calificacion_3

Por Ximena Brennan

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