(Estados Unidos, 2015)
Dirección: Tim Johnson. Guión: Tom J. Astle y Matt Ember. Elenco: Jim Parsons, Rihanna, Steve Martin, Jennifer Lopez, Matt Jones, Derek Blankenship, Brian Stepanek, Nigel W. Tierney, April Winchell. Producción: Suzanne Buirgy y Mireille Soria. Distribuidora: Fox. Duración: 94 minutos.
La cobardía institucionalizada.
Si uno tuviese que explicitar la premisa central de Home (2015), aunque sin dar demasiados detalles en lo que respecta a los protagonistas y el MacGuffin de turno, cualquiera podría pensar que estamos ante una especie de “drama exacerbado” que transcurre durante la Segunda Guerra Mundial, estereotipos cinematográficos mediante (como si sólo los europeos hubiesen arrastrado cadenas a lo largo de la historia). Nuevamente el séptimo arte -y/ o el sustrato cultural en general- demuestra su enorme capacidad de adaptación: el film comienza con un ejército invasor destinando a campos de concentración a los habitantes locales y disfrutando sin el más mínimo tapujo de las posesiones confiscadas a los cautivos.
Pero lo verdaderamente curioso es que el asunto no termina allí, sino que va más allá en su planteo narrativo a partir del desliz de un personaje, quien envía por accidente un mensaje hacia fuerzas enemigas, un bastión bélico todavía más cruento que tiene por hobby perseguir y masacrar a los usurpadores. Ahora bien, las promesas se magnifican cuando ponemos de manifiesto los pormenores de la faena: aquí los seres humanos están recluidos en Australia (una ironía considerando el destino que el Imperio Británico le dio al lugar), la milicia de ocupación es una horda de extraterrestres azules, y el “mensaje” de la discordia se reduce a una invitación para una fiesta en la casa de Oh, un alienígena bastante ingenuo.
Como el mundo no gira con la mera presencia de buenas intenciones y sin una tanda de complementos de toda clase que las respalden, Home dilapida rápidamente las expectativas acumuladas y cae en el atolladero habitual de gran parte de la animación mainstream de nuestros días. En lo que parece un ciclo infinito, una y otra vez nos topamos con propuestas de distintos orígenes, tanto hollywoodenses como de tierras aun más lejanas, que desean inyectar nueva vida a fórmulas de antaño sin poder evitar un esquema conceptual poco desarrollado, adalides huecos, chistes extremadamente derivativos, los típicos secundarios bufones, una empatía que brilla por su ausencia y muchas escenas de acción de medio pelo.
Quizás lo más destacable del opus de Tim Johnson sea esa pretensión -algo simplona, por cierto- de construir una parodia de la cobardía institucionalizada dentro de la sociedad invasora, cuyos representantes hacen una constante apología de sus destrezas para con el escape y las variantes de una doctrina que le rehúye al peligro vía la “salida hacia adelante” del saqueo/ colonialismo espacial. Lamentablemente ni los errores verbales de Oh ni la liturgia del paria, condición que comparte con Tip, su compañera humana de aventuras, nos salvan de un tedio que responde a esa misma falta de osadía que los guionistas Tom J. Astle y Matt Ember le adjudican al paladín azulado y su heroicidad kitsch, de segunda mano…
Por Emiliano Fernández
No depende del color con que se mire.
Oh forma parte de los Buvs, una raza alienígena que desconoce el significado de la palabra “valor”. Más bien a él y a sus congéneres les sale bien lo que conocemos por aquí como “soldado que huye sirve para otra guerra”. Y así comienza la historia de Home, con una huida general de Buvs que finaliza en un planeta amigable como La Tierra. Al llegar, ellos quieren estar tranquilos, por lo que deciden reubicar a los terráqueos en Australia, lugar donde crean una colonia para “humanos felices”. Resuelto el tema, comienzan a moverse a sus anchas en tierra ajena. Despreocupados, sintiéndose a salvo de otra raza alien que los persigue y ha destruido su hábitat en anteriores ocasiones, sólo tienen que adaptarse a su nuevo mundo.
Oh se diferencia de sus pares, la gran familia de los Buvs, ya que su deseo es entablar relaciones y socializar con ellos. Pero los demás no quieren saber nada de eso y lo excluyen. Oh descubre pronto que está solo. Y que a los otros solo les importa vivir de una manera rígida y conformista. Trip, adolescente que se salvó por azar de ser llevada a Australia, se cruzará en su camino. Y pronto ambos descubren que la soledad y el no ser aceptado por sus pares es el común denominador que los une.
Trip busca desesperadamente a su madre y Oh decide ayudarla en una travesía que incluirá momentos divertidos y algún que otro susto. Oh aprenderá, como todo héroe, el significado de la palabra arrojo y descubrirá que tener amigos no es solo para seres de su especie. Trip pasará del susto y la desconfianza a la comprensión y el afecto. Como suele suceder en las “buddy movies”, nuestros protagonistas, obligados a convivir por razones que los exceden, se encuentran más allá de sus diferencias.
Home no se caracteriza por su originalidad pero tiene algunos elementos para tener en cuenta, como el cambio de forma y color de los Buvs con sus emociones o cambios de actitud (Oh se pone verde al mentir, delatando sus propósitos). Y Tip, su compañera de aventuras, no es la típica WASP (las siglas en inglés de Blancos, Anglosajones y Protestantes) sino afroamericana, cosa no muy habitual en propuestas para niños. ¿Corrección política? No lo sabemos, pero el cambio es bienvenido. Estamos ante una película que con sus lugares comunes y previsibilidad en la trama, logra conquistar. Sin ser pretenciosa, transmite un mensaje claro que habla de la familia como eje y la comprensión y el equilibrio con el otro más allá de las diferencias (y los colores). Disfrutable de principio a fin.
Por Sergio Zadunaisky
La decadencia de Dreamworks…
Ya pasaron dos décadas desde la fundación de Dreamworks, el estudio cinematográfico liderado por tres moguls de la industria: Spielberg, Katzenberg y Geffen (SKG). Gracias a la apertura de un departamento de animación, irrumpieron en 1998 con el film Antz, del director Tim Johnson; mismo año en el que Pixar lanza Bichos, una aventura en miniatura, proyecto definitivamente paralelo y superior. Hoy, luego de varios éxitos y demasiados fracasos, Dreamworks se ve obligada a solo poder lanzar un par de proyectos al año, entre ellos, Home. En efecto, la causa se refiere a las bajas recaudaciones durante el transcurso del año pasado.
Así como en la época de oro de Hollywood algunos estudios destinaban proyectos a una segunda línea de comercialización y exhibición, denominada “B”, que nada tenía que ver la calidad del film (las diferencias eran de índole presupuestarias), Home viene a ocupar ese lugar dentro de la producción de Dreamworks de este año, generando como resultado un film que da la sensación de haber sido terminado a las apuradas, sin una imaginería visual impactante ni una trama bien desarrollada. Home pareciera haber sido delegado a otro nivel de importancia para la empresa.
En muchas ocasiones, los films animados son utilizados para realizar una crítica a políticas mundiales y guerras, o para celebrar la preocupación ambiental y/ o las relaciones humanas. A veces implícitamente, por tratarse de films para menores que permiten crear consciencia a través de un trasfondo que el niño pasa de largo, mientras disfruta de estas propuestas desde otro lugar y entendimiento. En mayores, la percepción es otra y permite en casos como este percatarse de la trama “oculta” o de determinado gag. Ya en otra animación de este mismo estudio vimos encausar una comparación entre una colmena y un campo de concentración (Bee Movie). Ahora, en Home, un grupo de extraterrestres, los Boovs, migra de su planeta destruido por otra raza espacial para así dominar La Tierra, lo que permite desencadenar la búsqueda de Tip, una adolescente humana cuya madre fue reubicada, junto a Oh, el Boov en desacato para con el resto de su especie (debido a que torpemente envió un mail en el que delata la ubicación actual al feroz enemigo).
Así el film vuelca su contenido emocional a la relación entre Tip y Oh, ejemplificada en repetidos gags sobre los diferentes dialectos y costumbres de cada especie; todo a su vez reforzado por escenas con musicalizaciones a cargo de las pop queens Rihanna, Lana del Rey y Jennifer Lopez. No faltan las obligadas persecuciones vertiginosas para acelerar el ritmo cinematográfico ni el ejemplo de redención frente a los Boov. Quien ayer fue tu enemigo, abdujo a tu madre, invadió tu planeta y te mantuvo cuasi esclavo, hoy es invitado a tu casa a tomar el té. Estas pequeñas observaciones podrían justificar el desgano de la maquinaria de Dreamworks y esta decadencia en la que se encuentra: hablamos de una animación poco pulida, tanto en lo visual como en lo argumental.
Por José Luis De Lorenzo