Tocó con todas las guitarras, y a todas las hizo de goma: a las Gibson (modelos Les Paul y 335) y Fender (modelos Stratocaster y Telecaster), a la Jackson azul de la década del 80 que desempolvó para la gira Me Verás Volver del 2007, a la Paul Reed Smith verdosa (su favorita en la década del 90)… tantas, tantas… acústicas, eléctricas… todas pasaron por sus manos.
Zurdo de nacimiento, empuñó la viola como diestro y redefinió antinaturalmente la forma en que se tocan los ritmos y cómo se arman los solos sobre el diapasón, siempre melódicos, siempre contundentes. Fue un maestro en la utilización de efectos y un experimentador que mezcló la madera con la cibernética con mucho criterio. Siempre obsesivo, siempre… buscando la perfección sonora en todo.
Y lo loco es que, encima de toda esa marea sónica que generaba con la viola, cantaba como nadie. Según Pedro Aznar, el mejor cantante de rock de la Argentina. Su particular entonación marcó escuela para infinidad de cantantes que hoy por hoy impostan la voz como él al momento de cantar.
Él, que de adolescente se había ganado entre sus amigos el apodo de “El Flaco” por imitar a Spinetta (se sabía nota por nota el disco Artaud), se convirtió en una referencia de similar envergadura para millones de músicos que crecieron intentando parecérsele.
Ayer finalmente, se terminó de ir Gustavo Cerati. Como cantaba en “La Ciudad de la Furia”, siendo “parte de todos”.
Hay muchas canciones donde puede notarse lo que escribí, pero se me vienen a la mente:
– “Un millón de años luz”, del disco Canción Animal, donde el muy hijo de perra canta mientras hace el solo. Cosa imposible…
– “La Ciudad de la Furia”, la versión que está en el Unplugged de MTV, Comfort y Música para Volar (que incluye, a mi criterio, el mejor solo de su carrera).
– “Lago en el Cielo” en un Festival de Viña del Mar de no me acuerdo qué año. Otro espectacular solo, luego de romperla cantando.
Por: Santiago Coria Nogueira.