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FESTIVALES

III Semana de Cine Europeo – Le Havre

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El Puerto (Le Havre, Finlandia, Francia, Alemania, 2010)

Dirección, Producción y Guión: Aki Kaurismaki. Elenco: André Wilms, Jean-Pierre Leaud, Katie Outinen, Jean-Pierre Darroussin, Blandin Miguel. Distribuidora: Alfa Films. Duración: 103 minutos.

Con el último trabajo del cineasta finlandés Aki Kaurismaki, (Un Hombre sin Pasado, Luces al Atradecer), se abrió en Buenos Aires la tercera edición de la semana del cine europeo. Esta vez con cinco films presentados en prestigioso Festival de Cannes.

Le Havre, es un exquisito relato que denuncia la problemática de la inmigración clandestina en Europa, y la puerta abierta que esto deja, para que la discriminación y el rechazo sean naturalizados por la sociedad. Aspectos que no son solamente avalados por el estado, sino que son alimentados por un sistema que procura por todos los medios excluir y expulsar al “peligroso”.

Le Havre es un encantador pueblo portuario, situado al norte de Francia. Marcel vive ahí, un bohemio, que se gana la vida lustrando zapatos y se deleita con las bebidas espirituosas que puede tomar en el bar local. Su mujer, compañera incondicional, se enferma gravemente y en ese ínterin encuentra a un joven, inmigrante africano, que quiere eludir a la policía que busca deportarlo, para cruzar el Canal de La Mancha y llegar a Londres donde se encuentra su madre.

Kaurismaki, se vale de su talento narrativo, para contarnos una historia encantadora, donde sus personajes son bizarramente seductores, quienes resisten y sobreviven a la crueldad del sistema. Podría tratarse de un film melodramático que transmite una realidad social desalmada, pero no, el finlandés apuesta por el sentido del humor, y por aquello bellos sentimientos que todavía subsisten en la condición humana, para ofrecernos un relato tierno, dulce y lúcido, aunque muy lejos de ser sentimentalista y cursi.

Marcel no solo refugia a este joven “prófugo”, sino que en algún punto cumple con una función paterna, de proteger, cuidar y brindarle ciertos recursos para que el muchacho pueda lograr su deseado encuentro. Todos los personajes del film, si bien están bastante estereotipados, son queribles y adorables, hasta el villano inspector, con ese look setentoso, genera gran simpatía. Muchos primeros planos, transmiten las vivencias y sensaciones de cada uno de los personajes, produciendo una notable empatía con el espectador.

La música es un capítulo aparte, plagado de canciones con raíces muy diversas, que en su mayoría suenan diegéticamente, hasta escuchamos el clásico tangazo de Gardel “Cuesta Abajo”, aunque esta no es la primera vez que el cineasta finlandés utiliza al zorzal criollo en sus bandas sonoras. También logra sacar debajo de la alfombra a Little Bob, una banda oriunda de ese mismo pueblo que tuvo un relativo éxito en los setenta, y ahora ya veteranos brindan una peculiar perfomance en el film.

Una película compuesta de muchos matices que consigue hacernos pasar un muy grato momento, a pesar de la realidad cruda que denuncia, rescatando cierta pureza de la naturaleza humana y social, muchas veces contaminada por la suciedad de un sistema perverso.

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Por Emiliano Román

Bienvenido al Mundo, Aki Kaurismaki

La enorme filmografía de Aki Kaurismaki siempre se ha destacado por su diversidad. Diversidad cultural, diversidad de historias, personajes entrañables, melancólicos perdedores del frío finlandés. Estos personajes, la mayoría muy austeros, tienen comportamientos extraños, secos, pero cariñosos.

En el cine de Kaurismaki, los gestos minimalistas se agrandan gracias al poder de la cámara. El director es un fanático del cine mudo estadounidense, el humor de Buster Keaton, el policial pop francés y la nouvelle vague.

Un vanguardista que proviene de otra década, Kaurismaki hace su primera incursión en el cine francés con una historia sencilla que abarca todo el mundo, que toma una dimensión inusual en su cine pero por otro lado no pierde la frescura, nostalgia, humor triste, negro de las anteriores obras del realizador de Juha.

Sus intérpretes conservan la calma y la expresividad minimalista de las obras filmadas en Helsinki.

Para enfatizar que Kaurismaki no es solamente un personaje más de sus propios bares y boliches tangueros, se escapa a los puertos de la Ciudad de Le Havre y se abre al mundo.

Un barco lleno de inmigrantes provenientes de África llega a la costa. Un lustrador de zapatos, cuya esposa se encuentra internada enferma de cáncer, le da a hogar a Idrissa, un adolescente que lo único que quiere es reencontrarse con un familiar en Londres. El humilde Marcel Marx, al que solamente le queda su perro como única compañía, se esfuerza para el joven encuentre a su familia e intente salir de Francia, tratando de esquivar al Inspector Monet, que le viene pisando los talones.

Sin perder en ningún momento, la orientación crítica de su obra, profundizando en la forma de vivir de los inmigrantes ilegales africanos en Europa, Kaurismaki crea una comedia policial romántica social. Así de compleja, así de sencilla. Planos abiertos en decorados chiquitos, humor que remite a Jacques Tati, creado en base a encuadres fijos y simétricos, que dicen mucho más que cualquier explicación.

El cine de Kaurismaki no se caracteriza por sus diálogos justamente. La economía de los mismos siempre es un factor determinante para admirar la sutileza de su lenguaje que se aleja de la pretenciosidad constantemente.

Su elenco es perfecto. Aleatorio, pero fantástico. El legendario André Wilms, acompañado por Kati Outinen (actriz fetiche de su director), Blondin Miguel y el siempre magnífico Jean Pierre Darroussin componen un maravilloso elenco que se caracteriza por decir mucho con apenas bajar los ojos, caminar o simplemente por el aporte del vestuario. El inspector Monet de Darroussin, de hecho parece haber salido de Alphaville. Y ahí no termina los homenajes al cine francés. Otra leyenda de la comedia, Pierre Etaix aparece haciendo un cameo, al igual que el inmortal Antoine Doinel, o sea Jean Pierre Leaud, al que cuesta asociar con el joven protagonista de Los 400 Golpes de Truffaut.

Los cielos, el mar, el vestuario, los negocios del viejo barrio. El color pastel de cada decorado, de la fotografía construye un retrato poético de los pueblos franceses costeros. Una visión romántica que no pretende ser real, más que para el imaginario de su director. La tecnología por suerte no llegó al cine de Kaurismaki. La variedad musical es otro gran acompañante de la obra. Desde Gardel hasta Little Bob (Roberto Piazza): tango, jazz, blues y rock.

La combinación de mirada sarcástica del mundo con el tradicional humor, romance, la cinefilia del director, convierten a Le Havre en una pequeña obra de relojería donde nada falla. Con un ritmo atrapante y una duración perfecta a la que no le sobra ni falta un minuto, se confirma que la película de Kaurismaki debería haberse alzado con el máximo galardón en Cannes.

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