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CRÍTICAS - CINE

La Chica de la Capa Roja

La Chica de la Capa Roja (Red Riding Hood, EE.UU., 2010)

Dirección: Catherine Hardwicke. Producción: Leonardo DiCaprio, Jennifer Davisson Killoran, Julie Yorn. Guión: David Leslie Johnson. Música: Brian Reitzell. Fotografía: Mandy Walker. Elenco: Amanda Seyfried, Gary Oldman, Billy Burke, Shiloh Fernandez, Max Irons, Virginia Madsen, Lukas Hass, Julie Christie. Distribuidora: Warner. Duración:100 minutos.

Cuando fui a ver esta película, sabía que corría el riesgo, el gran riesgo de que no me gustase. Primero, porque aunque no parezca y no me convenza de aquello, creo que cumplo los requisitos de un típico estereotipo de estudiante de cine, de aquellos que en el momento de ver una película comercial sabe de entrada que no le va a gustar.

Segundo, porque la directora de La Chica de la Capa Roja, Catherine Hardwicke, se hizo conocida por la famosa y taquillera película Crepúsculo (Twilight ,2008); o sea, ya sabía por donde más o menos iba el sentido de este estreno. Y tercero, aunque ya lo dije antes, sé que es una película con fin comercial que pocas veces, contadas veces, podría llegar a convertirse en clásico. Aun así, fui con la  esperanza de que algo me sorprenda, y poder decir que algo aprendí de ver este film, pero tengo que decir que para estas fechas me quedo con el Bafici o alguna película de cineclub del barrio.

Pero no todo es malo. Si yo fuera seguidora del género fantástico gótico romántico adolescente, estaría feliz, pues hace alegoría al amor juvenil, al juego de seducción y al encuentro y lucha del primer amor. Esta adaptación del cuento mundialmente conocido “Caperucita Roja”, trata de darle la vuelta de página, tratando de darle una sensación misteriosa y suspensiva al respecto, dejando de lado el aspecto infantil y convirtiendo la trama en un amor adolescente y peligroso.

Y aunque está ambientada en un recóndito pueblo, donde todo está seco, donde siempre parece que hubiera invierno, donde todos los aldeanos son humildes y a pesar de su humildad las chicas llevan trajes sacados de las princesas de cuentos medievales, la belleza juega un papel importante, donde lo real y lo romántico se conjugan con un sentido de la moda actual, y un aura de música romántica pop. Todos absolutamente todos los personajes en este film son lindos físicamente, hasta el personaje que me sorprendió, por su aparición es “este” film -Gary Oldman- sale peinado y bien vestido y hasta algo atractivo (claro que Gary Oldman para mi ya no se lo puede catalogar ni feo ni bello es simplemente Gary Oldman). Es sorprendente la belleza física del reparto, inclusive los aldeanos de mayor edad, puesto que las abuelas no se quedan atrás. La directora se la jugó por combinar rasgos irreales en su película, la belleza de todos sus personajes, una luna roja que aparece en los momentos de acción, la ambientación con música moderna dentro del relato medieval, y un trato actual en las relaciones interpersonales de los actuantes. Hacen que para un seguidor de Crepúsculo, no quede “creo” defraudado.

Buena dirección artística, aunque algo irreal para la época planteada, pero llena de colores contrastantes, que iluminan y difieren con el entorno  de un pueblo triste y olvidado, los vestuarios pertenecientes dignos de un diseñador actual, que acompañaban e igualaban la belleza de los personajes. Y una infinidad de detalles en las pequeñas casas de la aldea hacen que se vea un trabajo arduo y de gran presupuesto en ello.

Aunque no solo nos podemos dejar llevar por la belleza en pantalla, hablando mas argumentativamente y citando lo arriba escrito, esta historia de amor digna predecesora de Crepúsculo, saca a relucir lados románticos adolescentes, no digo que el amor de adolescentes sea cursi, pero esta película así lo plantea. Tengo que admitir que a ratos cuando en pantalla salían los dos enamorados, echando al aire su parafernalia romanticona tuve que taparme la boca para que nadie se dé cuenta de mi risa burlona, o un noooo (esto ya es demasiado) en medio de la sala, menos mal, existe un poco de prudencia en mi, y no le arruiné la película a nadie, que a la mitad ya me tenía un poco aburrida tanto galanteo obvio.

 Por Edith Guerrero

Todos conocemos el cuento de “Caperucita Roja”. Aunque nunca nos hayan leído el cuento siendo pequeños, llegó a nosotros por el cine, la televisión y los medios que se les ocurran. Como todo icono pop.

Si bien el trasfondo siniestro del cuentito —escrito por Charles Perrault y más tarde adaptado por los Hermanos Grimm— dio pie a films adultos (En Compañía de Lobos, de Neil Jordan, y Hard Candy, por nombrar dos ejemplos), La Chica de la Capa Roja se presenta como la versión dark oficial de la historia.

La acción transcurre en Daggerhorn, un pueblito medieval, rodeado por un bosque. Un bosque en el que mora un gigantesco lobo, de carácter sobrenatural. Para que no los devoren, los habitantes de Daggerhorn sacrifican animales en su honor. Por su parte, la joven Valerie (Amanda Seyfried) debe elegir entre dos muchachos: Henry (Max Irons), que por su posición económica puede asegurarle un buen porvenir, y Peter (Shiloh Fernandez) misterioso leñador al que realmente ama. Pero todo se complica más cuando la bestia rompe el pacto y empieza a comerse a los pueblerinos. Y la pobre Valerie será el interés principal del hocicudo monstruo.

La Chica… está dirigida por Catherine Hardwicke. Si bien filmó películas como A los Trece, la grandiosa Los Amos de Dogtown y El Nacimiento, su trabajo más exitoso (al menos, desde lo económico) sigue siendo Crepúsculo. Es posible encontrar varios puntos en común entre su nuevo opus y la historia de Bella Swan y Edward Cullen: hay criaturas de la noche, romance contenido (ojo, por lo menos esta vez se ve algo más de piel), actúa Billy Burke, Shiloh Fernández casi se queda con el rol que convirtió en ídolo juvenil a Robert Pattinson… Pero, sobre todo, La Chica… responde a las obsesiones de la Hardwicke: el mundo de los adolescentes, incluyendo su relación con los adultos, el amor, la alegría, el dolor, la pérdida.

Lamentablemente, varios aspectos convierten a este film en uno de los más flojos de la directora. El guión que juega con el recurso narrativo conocido como Whodunit?, en el que recién al final se sabe quién es el culpable de todo— deja bastante que desear. Irons y Fernández resultan parcos y carentes de onda como los galanes de Valerie. La mayoría de los movimientos de cámara no aportan nada a la narración, y los lobizones digitales siguen sin ser creíbles.

Pero no todo es para tirar a la basura. Lo mejor, sin dudas es la protagonista. Amanda Seyfried no actúa tan bien como otras veces, pero es una preciosidad de chica y uno no puede dejar de verla. Con la indumentaria roja es una auténtica caperucita teenager. Gary Oldman interpreta al Padre Solomon, cazador de licántropos que llega al pueblo para terminar con la pesadilla usando métodos dignos de la inquisición. Oldman tampoco está genial, pero se la arregla para componer otro de sus típicos villanos. Virginia Madsen también sale airosa, y de verdad parece madre de la Seyfried. Y no olvidemos destacar a la “abuelita” de la ecuación: Julie Christie, que le da un toque esotérico y hasta peligroso a su personaje.

La Chica de la Capa Roja es parte de una tanda de adaptaciones cinematográficas de cuentos infantiles, pero desde una óptica “para los más grandes”. Dentro de poco le tocarán a Hansel & Gretel y a Blancanieves. Esperemos que tengan mejor suerte.

Por Matías Orta

[email protected]

Basada en el popular cuento de los hermanos Grimm, La Chica de la Capa Roja mezcla romance e intriga con muy buena fotografía y musicalización. Catherine Hardwicke (quien dirigiera Crepúsculo), parece haber encontrado en la mezcla entre el amor y lo sobrenatural la fórmula adecuada para contar historias que atrapen al mundo adolescente.

Con su incomparable rostro dulce e inocente, Amanda Seyfried (Cartas a Julieta, Mamma Mía) es en este film Valerie, la joven que está enamorada desde siempre de Peter (Shiloh Fernandez), un joven leñador pobre como ella. Valerie es la hija perfecta a quien sus padres quieren asegurar un futuro. Para ello, los padres arreglan el compromiso de la chica con Henry (Max Irons), el hijo del herrero del pueblo. Pero ella no quiere renunciar a Peter; justo cuando los amantes planean huir del pueblo (y de su triste destino) ocurre una desgracia: la hermana de Valerie es atacada por el lobo. A partir de allí, uno tras otro se sucederán hechos siniestros, sangrientos y misteriosos que la directora sabrá combinar con romance, promesas de amor, encuentros y desencuentros dignos de una telenovela.

La estética de Crepúsculo parece repetirse en esta nueva propuesta. Las tomas son dinámicas: muy veloces unas y muy lentas otras, creando así sensación de inseguridad, temor o suspenso. La musicalización de las escenas sobresale, porque aporta no solamente atmósfera sino ritmo a la imagen. Lo sobrenatural no puede quedar afuera de la historia: aquí hay un mix entre el cuento de Caperucita y los relatos del lobizón, que en las noches de luna llena sale de su escondite en busca de sus víctimas y que durante el día puede ser un hombre cualquiera que pasa desapercibido. Los personajes, por otra parte, parecen sacados de la película anterior de la directora: jóvenes con un particular atractivo, pálidos y muy delgados que se enfrentan entre sí. Sus miradas sospechosas aportan misterio y hacen dudar de su inocencia.

Las escenas de la capa sobre la nieve son llamativas; la blancura y el frío de la naturaleza cubren el bosque y el pueblo –de aspecto medieval- de la misma manera que el miedo rodea a los pobladores ante su inminente destino. Así, el rojo de una capa enorme asemeja la sangre que se derrama: la que cae en las fauces del lobo y la de las víctimas de Solomon -el sacerdote a quien acude el pueblo en busca de ayuda-, que mueren en manos del hombre que quiere evitar que el poder del lobo se traspase a ellos.

Esta versión modificada de Caperucita Roja tiene misterio, suspenso y romance; es una propuesta ideal para un público poco exigente.

Por María  Eugenia D’Alessio

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