A Sala Llena

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La queja

La queja

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Así que le temporada teatral viene “ñac” en los centros turísticos del país… Parece que esto es muy importante, porque lo estoy viendo en todos los canales de aire de la tv argentina y me estoy pegando un embole superlativo. Parece “El Regreso de los Muertos  Vivos”. Caras y más caras conocidas hasta la extenuación, pululando por radios y canales, diciendo las mismas boludeces de siempre, paseándose por execrables programas de chimentos, llorando la carta acerca de cómo este año hay 50% menos de espectadores y la mar en coche… Malditos profesionales del cotilleo y la estupidez humana, a los que rara vez se les ocurre una sola idea decente.

Y hablando de ideas… El calor es aplastante y éstas parecen batirse en retirada una a una, lo que me deja a dos pasitos de desinflada y seca, frente a esta máquina incansablemente demandante.

Qué puedo decir, ya lo intenté todo: me hidraté bien, comí liviano (salvo por unos cuantos scones), me ejercité, me mantuve lo más fresca posible y no me sometí a la fatiga del sol en horarios inconvenientes, ni tampoco en convenientes. Soy poco menos que un vampirito. Aun así, ni una sola idea se cae de esta cabecita encebollada mía. Y ya las conozco bien, son años de convivir con ellas y su dictadura feroz. Cuando mis ideas se amotinan así, no hay ruego que valga. Salen en estampida y se estrellan en los pliegues del universo sin retorno. Tal vez, alguna que otra regrese para renovar mi fe en la humanidad, pero, son siempre escasas. Para volver a funcionar, generalmente necesito echar mano de nuevas ideas y, a las viejas, debo darlas por desaparecidas en acción.

Como mi humor está algo “resentido” pensé que, tal vez, podríamos aprovechar este espacio para despotricar. Como todos ustedes saben, este es un lugar interactivo y a mí me gusta muchísimo que puedan expresarse, comentarios mediante, y decir todo lo que les venga en gana. Por supuesto, siempre en un marco de respeto, civilización y, por qué no, camaradería. Así que, qué les parece si decretamos a la columna de esta semana como la columna de LA QUEJA y, de esa forma, podremos rezongar a pata ancha, sobre lo que nos esté rompiendo la paciencia.

A mí por estos días me andan molestando la celulitis, la flaccidez, la decoración de Navidad que no me decido a desarmar, la mugre en el baño, el calor, la lluvia que amaga y no viene, y el hecho fatídico de no poder lucir, a gusto y piacere, mis maravillosas botas de goma nuevas. Eso, sin contar los conflictos en oriente medio, el agujero en la capa de ozono, las vomitadas de mis gatos, las peleas de los Barbieri/Bal, el sentido de la vida, el sentido de la muerte, el estado calamitoso de las veredas de Buenos Aires, la crisis europea, las estupideces diarias con las que se despacha mi cabeza, los miedos, los robos, las enfermedades, los quesos olorosos, las piedras de los signos del zodíaco, la numerología, las pesadillas, los frascos de escabeche, la falta de oxígeno puro, los crímenes contra los Quom y el video porno de Florencia Peña… Todo eso, en ensalada, con “mezclún” de verdes, tomates confitados y vinagreta agridulce. Si a eso le sumamos que no hubo en casi todo el día, una sola película en cable que valiera la pena, el asunto está realmente reventativo y casi sin salida posible. Eso, si no fuera por el hecho de que, hoy miércoles, a las tres de la tarde, volví a encontrarme de frente con Mississippi en Llamas.

Si, la cinta de Alan Parker, resultó terriblemente polémica en los días de su estreno, allá por 1988, e inflamó ánimos a troche y moche. El guión, basado muy vagamente en los asesinatos cometidos contra tres activistas de derechos civiles, ocurridos en el estado de Mississippi en 1964, la iba de dos agentes del FBI (Willem Dafoe y Gene Hackman) que debían desentrañar el caso, teniendo ellos mismos, métodos y formas de ver al mundo completamente antagónicas. El personaje de Hackman era un cínico y violento ex comisario, mientras que el de Dafoe era un tipo soñador, esperanzado, instruido y respetuoso de las leyes. Los dos se veían envueltos en un mar de frustraciones, al chocar de manera permanente con el odio y la complicidad de un pueblo entero, marcado por el racismo profundo, la violencia, la maldad, la ambición, la ignorancia y la idiotez. Así, a lo largo de la investigación, iban sucediéndose unas cuantas atrocidades, que los obligaban a reaccionar de manera “poco ortodoxa” contra los perpetradores de tamaña asquerosidad. En el final, los criminales resultaban condenados y se hacía justicia. Pero, en la espera de que esto ocurriera, el espectador era testigo de cosas absolutamente aborrecibles, que generaban un nivel de impotencia rayana en la furia. Hombres y mujeres negros ahorcados y quemados, vejados, brutalmente golpeados, amenazados, amordazados, desoídos, ocultados, reprimidos, ignorados, violados y asesinados. Todo eso, bajo la mirada cómplice y callada de una comunidad consiente y silenciosa. Un pueblo violento, sumido en la más absoluta de las imbecilidades humanas y en el caldo gordo de la comodidad del desprecio.

El film fue controversial. La crítica la amó y la odió con la misma intensidad. Aun así, fue nominada a seis premios de la Academia, incluidos mejor película, mejor actor (Hackman) y mejor director, y se llevó una estatuilla a la mejor fotografía. Vale la pena volver a verla, aun cuando nos enfrenta a la crueldad de la naturaleza humana y se vuelve difícil de tolerar por momentos, debido a la violencia extrema de algunas de sus escenas. Con todo y eso, es casi de visión obligada. Siempre es bueno ver algo que nos despierte y nos señale si nos está apretando el zapato y dónde.

Ahora bien, nos desviamos un poco de la concepción original de esta columna que era: LA QUEJA. ¿Alguien quiere ser el primero en quejarse o se me han abatatado un poquito? ¡Noooo! ¡No se me achiquen! Si quieren yo largo de nuevo con todo, por ejemploooooo: las viejas que se bajan lento del bondi, los tacheros fachos, los helados más caros que un mono ambiente, los cabezones que se te sientan adelante en el cine, las raíces crecidas en la cabeza, las uñas cachadas en los dedos, la gente que no levanta los soretes de sus perros, los que se te cuelan en la cola, las ondas del verano, las colas del verano, el hitazo del verano, los pochoclos blandos, los desentendidos, los fanáticos, los prepotentes, las bocinas de los autos, el abandono, la mala sangre, las mentiras, las verdades, los hipócritas…

A ver, ¿qué tienen ustedes en su lista?

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