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CRÍTICAS - CINE

León

INSTINTO DE LEONA

La vida pierde mucho de sus sentidos simultáneos para quienes quedamos cuando alguien cercano fallece. Más allá de la espiritualidad para seguir adelante, la muerte marca un antes y después. La riqueza de la imagen audiovisual puede ayudar a recuperarlos, como en el caso de León. La obra de Papu Curotto y Andi Nachón retrata esos dilemas en la familia de Julia (Carla Crespo) y Barby (Antonella Saldicco), una vez que esta fallece y toca seguir con el local de comida que juntas llevaban, y con la crianza de León (Lorenzo Crespo). 

Justamente para abordar este duelo como compleja recuperación, Florencia Gómez García entremezcla en su montaje lo cronológico. Dejando por fuera la relevancia en el orden y los detalles de hechos claves, la producción acierta una verdad: perder el cuerpo amado desestabiliza mucho más que cualquier otra incertidumbre. Así, ignorando el cómo y cuándo ella murió, la posibilidad de que Barby podría estar todavía “viva” en otras escenas se traspola como ilusión. A fin de cuentas, esta dinámica hace llevadera la ausencia porque revaloriza las posesiones de quien ya no está, como el chal de Barby que Julia le da a su suegra.

La fortaleza acá consiste además en como aquellas ambigüedades permiten lidiar simbólicamente con el día a día que había quedado irresuelto y a pesar de la confusión generada por la pérdida. Así, la paleta de verdes, blancos y azules hace contrapeso a las tonalidades negras; mientras, Julia enfrenta lo no hablado con su suegra (Susana Pampín), el futuro de su restaurante junto a Juani (Esteban Masturini), y el rol del papá de León en todo esto.

Con sus actuaciones Carla y Pampín ejemplifican la visión tan corta y característica de cualquier personaje frente a las radicalidades de un cambio. Sus momentos juntas precisan las diferencias con diálogos y gestos que consisten, más que en explicaciones, en saberse incapaces. La mirada y la voz de ambas reflejan una tristeza y una rabia hacia ellas mismas que, poco a poco, encuentran complicidad en instantes de silencio. Los detalles más nimios importan en una convivencia o lo que se recuerda de esta, como las fotos, la pizarra o los recuerdos que llevan a narrar una anécdota significativa gracias a la gestualidad de Susana.

Una vez más los co-directores afilan el uso de una canción como hicieron en Esteros (2017), ópera prima donde Andi también fue guionista y Papu, director. En aquella oportunidad “Amores como el nuestro”, en versión de Leo García, actualizaba el reencuentro sexo-afectivo de dos amigos de infancia. Ahora, “Si no te hubieras ido”, de Marco Antonio Solis, es oportunidad para que Crespo cante y baile la soledad en la que ella ha quedado. 

Por otro lado, mientras en la película anterior la cámara lenta acentuaba la intensidad del reencuentro adolescente, aquí los cortes abruptos entre escenas y los fundidos a negro marcan una interrupción entre lo que hubo y lo que ahora queda. Al final, lo que pasará con León, el local y el hijo –aun en esta homonimia la película mantiene sutiles sus agudezas–, se muestra con un plano secuencia. En este la sincronía de los actores entrando a la cocina y saliendo al patio transmite naturalidad mientras hacen sus rutinas. Tal dinámica de los cinco personajes más importantes hace inferir la decisión tomada por Julia para proteger como leona la unión de quienes quedan.

(Argentina, 2024)

Dirección: Andi Nachón, Papu Curotto. Guion: Andi Nachón. Elenco: Carla Crespo, Susana Pampín, Antonella Saldicco, Lorenzo Crespo, Ezequiel Tronconi. Producción: Santiago Podestá. Duración: 81 minutos.

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