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CRÍTICAS - CINE

Matrimonio

(Argentina, 2013)

Dirección: Carlos Jaureguialzo. Guión: Marcela Silva y Nasute. Elenco: Cecilia Roth, Darío Grandinetti, Manuel Vicente, Eugenia Alonso, Rafael Spregelburd. Producción: Carlos Jaureguialzo, Marcela Silva, Nasute. Distribuidora: Aura Films. Duración: 85 minutos.

El eterno conflicto de la vida en pareja.

Los inconvenientes matrimoniales ya son un tema común en el cine, siempre resulta atractivo observar esas historias de parejas conflictivas que chocan con un sumo parecido al de la vida real: Domicilio Conyugal de François Truffaut, Escenas de la Vida Conyugal de Ingmar Bergman o Una Mujer Bajo la Influencia de John Cassavetes. Con Matrimonio de Carlos Jaureguialzo se retrata de la historia de Esteban (Darío Grandinetti) y Molly (Cecilia Roth), quienes llevan más de veinte años de casados, cuestión que hace que la convivencia ya se haga más que intolerante, y más aun si en torno a su relación se encuentra latente una posible infidelidad, lo tedioso del trabajo, y que la hija de ambos se haya ido a vivir al exterior con un hombre mayor al que detestan.

A pesar de tener distintos errores de guión, -como una marcada inverosimilitud geográfica en las distintas locaciones de la Ciudad de Buenos Aires, o diálogos un tanto obvios e innecesarios-; Matrimonio posee una estructura narrativa ingeniosa consistente en exponer  primero a la pareja en conflicto, y luego las diferentes perspectivas de los dos personas de la pareja.

El film de Jaureguialzo propone interesantes tópicos para detallar los confusos pensamientos de ambos protagonistas: desde exponer intensas sucesiones de planos detallle sobre distintos artefactos que alteran su paciencia, como distintos planos desenfocados o pensamientos en voz alta de sus personajes, bien al estilo de una consciencia shakesperiana. A partir de todo esto, el realizador construye de gran manera a cada uno de sus personajes y a sus perturbadoras ideas.

A pesar de ser la típica película argentina de las últimas décadas en dónde se detalla una historia de situaciones enfocada en un plano realista y un tanto alejada a la idea de género; Matrimonio resulta un film generalmente agradable y de una narración llevadera que expone una historia honesta y sin demasiadas pretensiones.

calificacion_3

Por Tomás Maito

 

Poco inspirada libremente en…

Seguramente el peor pecado de Matrimonio sea su ambición. Se decidió promocionarla como “una adaptación libre de El Ulises de James Joyce” -que es conocido por ser una de las ficciones más complejas de la literatura universal- “con la ciudad de Buenos Aires como background”. Parece demasiado pretencioso para una historia de una pareja de esposos con más de 20 años de casados y sus problemas cotidianos. Y como si esto fuera poco, publicitar apuntando a la capital de nuestro país cuando el espacio urbano se presenta en el filme de manera desprolija y desordenada, tampoco pareciera ser la mejor forma de presentar esta película.

Dos problemas graves muestra este filme en su guión y organización de los hechos. Por un lado, el espacial: los personajes andan por las calles de Buenos Aires, se toman el subte, detrás de ellos se ve circular a las líneas de colectivo que todos podemos ver en un paseo cualquiera. Y sin embargo, un personaje camina por los pasillos de la línea A (Once-Centro) para aparecer en una estación del barrio de Belgrano, más específicamente de la línea D. Estos errores son constantes, como si no importaran. Y quizás sean hechos que no tendrían mayor valor en otro filme, pero cuando la película se vende como la radiografía de una pareja con la ciudad como marco, no podemos dejar de prestar atención a estos asuntos.

El segundo problema es la linealidad temporal: el guión, contado como un mismo día desde el punto de vista de los dos protagonistas (y sus curiosos cruces), muestra un descuido total por sostener este tipo de relato desde lo temporal y así es como mientras uno de los personajes primero desayuna hasta que le dirige la palabra al otro, desde el punto de vista de ella no pasan más de unos segundos. Hay otro detalle que es fundamental en el relato y que parece estar muy mal tratado y es el tema de las voces en off. El guión elige repetidamente utilizar el recurso de que el espectador escuche los pensamientos de los personajes. Como tales, esas ideas relatadas suenan muy casuales y desganadas, lo cual podría tomarse como una expresión adecuada para un personaje que también parece arrastrarse por la vida y sentirse perdido. Sin embargo, el tedio que genera una voz en off tan despreocupada para llevar adelante el relato es un desacierto grave del cual son responsables tanto los actores como el director.

Salvando estas cuestiones, Matrimonio es una película que busca contar un relato intimista sobre un a pareja con problemas, organizado en dos capítulos, primero desde el punto de vista de él, Esteban (Darío Grandinetti) y luego cortando en un punto del largo día para dar lugar al punto de vista de ella, Molly (uno de las pocas conexiones que tiene la película con El Ulises es este nombre, aquí interpretada por Cecilia Roth). El conflicto central de la historia, la rutina, los inconvenientes clásicos de un matrimonio de muchos años, está bien encarado cuando se pone atención a los detalles y la manera en que cada uno de los personajes los advierte (el goteo de la canilla, los vasos secándose hacia arriba o hacia abajo, la mancha de tinta en la alfombra). Sin embargo, a pesar de que la idea central del filme es exponer y poner la lupa sobre los problemas, las disputas, los contrapuntos, los problemas de la pareja, de manera sobria y adusta, el film despega en sus posibilidades cuando el relato deja de centrarse en el mal pasar de “la relación” (que es autónoma a ellos dos, como dice Molly en una charla con una amiga) y se suelta para volverse casi una comedia de enredos, con alguna que otra situación fortuita que deriva en sonrisas, aunque sin volverse ni tan cómica ni disparatada.

El elenco (participan Rafael Spregelburd, Manuel Vicente, Andrea Garrote en pequeñas dosis) es inestable y no logra afianzarse entre voces impostadas que los alejan de la pintura realista a la que se quiere llegar. Grandinetti, más allá de la mencionada voz en off, pareciera estar en piloto automático, bastante inexpresivo y monótono en toda su interpretación. Por su parte, Roth (cuyas cirugías la han deformado hasta acercarla a una especie de Zulema Yoma) tampoco termina por destacarse en un papel que le exige un poco más. La escena en la que toca el piano sin que veamos sus manos es de una factura deprimente: parece que su larga relación con Fito Páez jamás lo vio tocar el instrumento, porque da la impresión de que estuviera haciendo cualquier cosa menos  interpretar música frente a las teclas.

Matrimonio, del debutante director Carlos Jaureguialzo, es un filme simpático y agradable, con muchos detalles mal ejecutados que ensombrecen una historia que podría haber sido mejor, que trata sobre las dificultades de una pareja, pero que se pone mucho mejor cuando se despoja del discurso serio y se vuelve más tontuela, más simple, más juguetona. Pero sin ninguna duda es un filme cuya sinopsis oficial busca vender desde el costado equivocado, ya que ni Joyce ni Buenos Aires están tomados aquí de la manera en que se promocionan.

calificacion_2

Por Juan Ferré

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