Mota
Dramatugia y dirección: Ariel Rondade. Música Original: Nacho Aventura. Vestuario, maquillaje y escenografía: Cooperativa La Familia. Diseño de Luces: Damian Giangrasso. Diseño gráfico: Maxi Cattani, Leandro Marenzi. Elenco: Sol Pitau, Emilia Cejas, Laura Fernandez, Constanza Quantin, David Subi. Prensa: Alicia Accinelli.
Confusión. Violencia. Sangre que se siente pero no se ve. Psicosis.
Los celos, la culpa, la posesión y la obsesión son los protagonistas de esta historia de relaciones familiares enfermas. Cuatro hermanas y un hermano que se desplazan en un círculo sin salida, un círculo mórbido y destructivo.
Las cuatro mujeres, al mando de Marta, la hermana mayor, se sumergen en la acción sangrienta con el objetivo último de retener en el nido familiar al hermano mayor y mellizo de Marta. Históricamente ambos debieron ocuparse de la conducción y protección de la familia, normalidad que se ve interrumpida por la llegada de Josefina que se convierte en la esposa del único hombre la familia activando el odio de las hermanas.
Sin lugar a dudas nos encontramos frente a un guión brillante que no logra en todos los casos ser bien interpretado por los actores. David Subi tienen sus manos el papel tal vez más importante de los cinco pero no logra transmitir el dolor, la angustia, la ira que sufre su personaje, viéndose estas emociones sobreactuadas en momentos claves del desarrollo de la obra.
Por otra parte quien interpreta a Marta tiene grandes momentos y en general la frialdad, la perversidad y el autoritarismo son parte de su piel. Isabel es quien merece ser destacada por su brillante actuación. Este personaje es la hermana menor víctima del hostigamiento constante de los mayores, producto o tal vez causa de su retraso mental.
Isabel es, a mi entender, el personaje que le da volumen, sensación, pasión y realidad al texto y a la obra. Es arrastrada por el piso, es desplazada por su inferioridad, es utilizada por sus hermanas, sobre todo por Marta, es golpeada y la actriz logra de manera asombrosa que el público sufra con ella.
El título resulta bien elegido ya que es el disparador de la verdad en el texto pero en la interpretación carece de fuerza y casi pasa desapercibido. Sn embargo, la bajada del título ”cuando la sangre manda”, resulta ambiciosa en una obra donde lo que manda es en realidad la conducta psicótica y enferma, siendo la sangre la atmósfera, lo que los persigue, la desgracia pero no la conductora de la acción.
El vestuario, la escenografía y los climas creados logran ser íntegros con la historia y contribuir a la creación de una obra de gran calidad.
Una propuesta valiente sobre la enfermedad, la obsesión y las relaciones neuróticas tratada prolija y adecuadamente. Mota es una obra oscura y macabra que nos invita a un juego alucinante, con un texto a la altura y unas actuaciones que deberían ser ajustadas para alcanzar el ideal de este espectáculo.
Teatro: La mueca –Av. Córdoba 5300
Funciones: Jueves 22.15
Entradas: $50