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CRÍTICAS - CINE

Oblivion: El Tiempo del Olvido, según Rodolfo Weisskirch

Equipo efectivo.

Con su sonrisita carismática, su mirada “penetrante”, sus esforzadas expresiones para escapar de explosiones o sorprenderse ante la idea de que acaba de descubrir el secreto de un complot internacional para destruir el mundo, Tom “Ethan Hunt” Cruise regresa para salvar el planeta. Esta vez no es Jack Reacher, sino Jack Harper, pero algo guarda del agente paramilitar que nos divirtió en el verano: una gorra de beisball de las yanquees, que aún en un futuro devastado, guarda en una cabaña junto al lago.

Lo que más bronca me da de Tom Cruise no es el hecho de que es un MAL ACTOR, que no importa lo que pretenda hacer tiene un número limitado de expresiones faciales a las que acude ante cada situación porque no sabe como conectarse con cada personaje en forma interna, sino el hecho que las películas que elige, y los directores con los que trabaja no son malos.

Está bien, lo admito, en los últimos años, Tommy ha mejorado un poco. La calidad de los films termina por conseguir que valoremos sus interpretaciones, o quizás los realizadores entendieron como debían dirigirlo para que no se note que es un MAL ACTOR y que pueda rendirles en la taquilla. Irónicamente, en los últimos tiempos, sus mejores actuaciones fueron aquellas en las que era una caricatura de sí mismo, donde el chiste estaba en verlo a Cruise “transformado” como son los casos de Una Guerra de Película o La Era del Rock.

Pero viendo Oblivion, realmente no puedo entender como puede haber un grupo selecto de críticos que entienden que es un buen actor. Como sucede con De Niro o Pacino, que hoy en día son solamente una suma de tics y expresiones que nos sabemos de memoria – a veces igualmente nos sorprenden – Cruise sigue apelando a los mismos rostros… pero lo hace desde sus primeros films. Es posible, que con otro intérprete, Oblivion, segundo trabajo de Joseph Kosinski – quizás con Ryan Gosling – este trabajo de ciencia ficción que se nutre de diversas fuentes como 2001, Odisea del Espacio, Wall E o La Guerra de las Galaxias, tendría un tono menos solemne, menos romántico y optimista, y sobretodo pretencioso.

Pero el hecho es que Cruise roba toda la atención, tiene dos mujeres peleándose por él, y la trama termina siendo secundaria, por detrás de su figura, de su personaje, que no tiene la profundidad que el mismo amerita. Aún así es una interpretación más contenida y austera que otras, lo que demuestra que Kosinski no es solamente un visionario audiovisual, capaz de crear universos y mundos propios, con códigos que cierran completamente, sino también un buen director de actores. Le saca incluso una verosímil interpretación a Olga Kurylengo, algo que hace pocos años creíamos imposible. Pero la verdaderamente destacada es Andrea Risebourgh con sutiles expresiones y sensualidad, tiene el personaje más difícil y consigue una notable interpretación.

Ahora bien. Poco importan las actuaciones en una obra que pretende sobretodo entretener  con la magia de los efectos visuales. Entre persecuciones y momentos más reflexivos sobre el cuidado del planeta, la ecología y la crítica armamentista, transcurre un film que respeta las reglas del género y tiene un par de sorpresas rondando alrededor de esta tierra deshabitada. La utilización del Empire State como núcleo de la relación de Jack y Julia (Kurylenko) es un factor interesante, así como el diseño de los diferentes espacios, elección de colores – otro interesante trabajo del chileno Claudio Miranda como director de fotografía en film con muchos efectos como Una Aventura Extraordinaria – y sutiles elecciones musicales, que le aportan una identidad retro a la obra.

Quizás esta idea new age y la música tecno sean lo único que vincula a Oblivion con Tron: El Legado, pero hay que aceptar la idea, de que Kosinski consigue hacernos creer que este universo paralelo, este futuro apocalíptico esta ahí. El mito de la invasión y las guerras nucleares tiene cierta lógica hasta los últimos minutos del film, donde se deja llevar por un enfrentamiento digno de Ronald Emmerich o Paul W. Anderson. Y esto lo digo en forma peyorativa.

Sobre la segunda parte del film, cuando empiezan a develarse los “secretos” del film, aparece un mundo subterráneo liderado por Morgan Freeman, que carece de desarrollo y profundidad dramática. Termina siendo parte del decorado del film. Aún así, termina siendo un producto aceptable, menor en calidad a Tron: El Legado, pero que los fanáticos de la ciencia ficción apreciamos debido a los homenajes – literales – a los innovadores films de Kubrick de 1969 y Lucas en 1977 (hablando en términos técnicos). Oblivion no será recordada como una obra innovadora, pero tampoco merece ser olvidada. Lástima que está Tom Cruise…

calificacion_3

Por Rodolfo Weisskirch

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