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CRÍTICAS - CINE

Plan Perfecto (Friends with Kids)

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Plan Perfecto (Friends with Kids, EEUU, 2012)

Guión y dirección: Jennifer Westfeldt. Producción: Jennifer Westfeld, Jon Hamm, Jake Kasdan, Lucy Barzun Donnelly. Elenco: Jennifer Westfeldt, Adam Scott, Jon Hamm, Kristen Wig, Chris O’Dowd, Maya Rudolph, Megan Fox, Edward Burns. Distribuidora: Alfa. Duración: 107 Minutos.

Sin derechos ni beneficios pero con un pibe en el medio

¿Tiene algo nuevo para contar el cine “Indie” estadounidense? Últimamente pareciera que si uno desea buscar mayor originalidad o experimentación debe remitirse al cine pochoclero. Vivimos una era de decadencia y repetición del cine “Indie”. Mientras que la industria grande empieza a lanzar autores que tratan de desarrollar nuevas formas de narrar un viejo cuento, el cine independiente se ha estancado. O, al menos, eso confirma Plan Perfecto.

Jennifer Westfeld pertenece a un grupo de cineastas neoyorkinos que, a principios de la década pasada, trató de transgredir la manera en que son analizadas las relaciones amorosas, a través de una comedia dramática llamada Besando a Jessica Stein. En su doble rol de guionista y protagonista, Westfeldt demostró que se podía hacer una comedia romántica clásica y crítica -y con influencias del cine de Woody Allen- acerca de la forma en que se ve y prejuzga las relaciones homosexuales en este siglo.

Esta vez, Westfeldt debuta como directora en una propuesta similar que, al igual que la anterior, se disfraza de transgresora para terminar previsiblemente conservadora. ¿Cuál es el problema? El planteo. Sus protagonistas son Jason y Julie (Scott y Westfeldt), dos amigos y vecinos solteros que se conocieron en la Universidad a los veintitantos y ahora ya bordean los cuarenta. Ambos son testigos de que dos matrimonios amigos (Jon Hamm y Kristen Wig; Chris O’ Dowd y Maya Rudolph) se desmoronaron a partir de que empezaron a criar chicos. La conclusión que sacan es que los hijos destruyen a las parejas; por lo tanto, plantean por qué dos amigos no pueden tener un niño en común pero sin las ataduras que conlleva el matrimonio, y después seguir buscando “el amor de la vida”. Por lo tanto, ambos lo ponen en práctica, antes de que se termine su reloj biológico.

Mediante diálogos inteligentes y dinámicos, Westfeldt lleva una narración fluida con momentos muy divertidos. El carisma de Adam Scott (un gran actor siempre relegado a papeles secundario) y la gracia de la propia Westfeldt provocan que el film sea atractivo y vistoso. A la vez, el resto del elenco es sólido, aunque termina un poco desperdiciado. No se trata de una película coral y Westfeldt decide olvidarse de los conflictos del resto de los personajes a medida que avanza el metraje. Es una lástima que excelentes comediantes como Rudolph, O’Dowd y Wig no logren darle más vuelo a sus personajes. En este sentido, sorprende gratamente que Megan Fox -aun con sus limitaciones interpretativas- se vea más cómoda en su personaje. Por otro lado, Edward Burns, especialista en dirigir este tipo de comedias, tiene un rol secundario que logra desarrollar, pero sin darle conclusión. Todos se mueven alrededor del conflicto de Jason y Julie y su interrogante de si es posible criar a un hijo entre dos amigos que no se aman.

Dejemos de lado la cursilería e inocencia de la moraleja. El mayor problema del film radica en que es previsiblemente conservador. Ya no nos pueden engañar. Vimos demasiadas veces esta película y solo Woody Allen ha logrado romper esas convenciones (ver Maridos y Esposas). A pesar de que el planteo satiriza la mirada romántica que tienen los estadounidenses sobre las relaciones y las crianzas, al final todo sucede de la manera más clásica. Es imposible erradicar la fórmula en este sentido. Algunos críticos plantearon que los productores no le dejaron dar a Westfeldt  un final acorde al planteo inicial. Yo no estoy de acuerdo. Westfeldt es la productora (junto a Hamm, su marido) y quiso hacer una comedia clásica, con un discurso y lenguaje contemporáneo pero que dejó de ser provocador. El humor funciona, el peso de película recae sobre la verosimilitud de las interpretaciones y, a nivel visual, es completamente transparente. Nada más, nada nuevo. Sin sorpresas, sin beneficios, sin derechos.

El año pasado, ni Ivan Reitman con Ashton Kutcher y Natalie Portman ni Will Gluck con Justin Timberlake y Mila Kunis lograron un producto más original que el de Westfeldt. La moraleja sigue siendo la misma.

Plan Perfecto divierte y entretiene sin demasiadas pretensiones, pero es una película que ya vimos hace 20 años. Vamos a extrañar tanto a Nora Ephron…

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Por Rodolfo Weisskirch

No tan perfecto…

Pareciera que la comedia romántica hollywoodense se ha congelado en los años ’80. Es más, después de Cuando Harry Conoció a Sally (maravillosa película de Nora Ephron) no hubo ningún tipo de avance con respecto a las temáticas ni a las transgresiones ni a los límites de la comedia. Parece que en Hollywood no puede haber un final feliz con dos personas que tienen un hijo pero no se enamoran al final. Sin embargo, el planteo de Plan Perfecto, a diferencia del de Cuando Harry Conoció a Sally, parece ser que sí puede ser posible la amistad entre un hombre y una mujer y, es más, puede ser posible que ambos, incluso, conciban un hijo y lo críen como sus padres pero manteniendo sus vidas de solteros y su libertad para estar con otras personas. La película expone muy inteligentemente este planteo en un principio anti-convencional. Pero en la mitad de la película, esto ya comienza a derrumbarse cuando Julie, el personaje interpretado por la directora del film, se enamora de su “amigo-padre de su hijo” Jason. En los últimos 10 minutos, a partir de la escena en la que Jason está en su auto y tiene luz verde, todos sabemos que va a dar la vuelta y regresar a la casa de Julie a decirle que la ama. Una vez que llega a la casa de Julie, se dan una serie de diálogos muy parecidos a los del tan recordado y maravilloso final de Cuando Harry Conoció a Sally: ella lo perdona y bienvenido sea, por enésima vez, el final feliz hollywoodense.

La película tiene escenas muy logradas desde las actuaciones, como una en la que se encuentran en una cabaña los matrimonios de Kristen Wig y John Hamm, Maya Rudolph y Chris O’Dowd, junto a Jason y su nueva novia bailarina (Megan Fox) y Julie junto a su prometedora pareja (Edward Burns). Entonces, el personaje siempre desagradable, interpretado por John Hamm, comienza una discusión con Jason y Julie en la cual les recrimina que trajeron una vida al mundo de manera muy inconsciente e irresponsable. Ambos matrimonios (que representan justamente lo que estos amigos convertidos en padres no desean para sus vidas: frustraciones, agotamiento, falta de sexo en la pareja y gritos mutuos) van perdiendo peso a lo largo del film, y la historia se centra en la relación de la pareja protagonista, que terminará consumándose. La película tiene mucho humor y excelentes actores, pero no es algo que no hayan hecho, dos décadas atrás y con más astucia, Nora Ephron, Woody Allen o Garry Marshall.

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Por Elena Marina D’Aquila

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