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CRÍTICAS - STREAMING

The Inspection

Ellis French es un joven negro y gay que anda en la mala y decide ingresar al cuerpo de marines para ganarse el amor esquivo de la madre. Una película con esa premisa parece que fuera a nacer finalizada, que estuviera ya lista incluso antes de filmarse, como un producto que se fabrica siguiendo burocráticamente los requerimientos de la época y para el cual el cine supone apenas un problema técnico y económico, un trámite de formas. Sin embargo, The Inspection, de Elegance Bratton, hace otra cosa con esos materiales, o hace algo más (pero no tanto). De alguna manera, el director, que narra su propio paso por el ejército estadounidense, no se entrega nunca del todo al proceso sumario que el tema impone, como si cada golpe de guion y cada escena proveyeran una oportunidad siempre nueva para filmar algo distinto de lo que la anécdota anuncia (amenaza). Se gesta así una rareza, una chispa con la que no esperábamos encontrarnos: la película de Bratton empieza y se sostiene en la resistencia contra la inercia fatal de la premisa. Si se dijo mil veces que el pintor lucha con denuedo contra los límites del lienzo o el escultor contra los de la materia informe, Bratton hace lo propio con el cine y el destino pobremente pedagógico que el clima cultural parece haberle asignado a su película.

Al comienzo, Ellis arregla sus cosas: se mueve por la calle, abandona el refugio en el que malvive junto a otros descastados, visita a la madre. Son los enviones previos al gran salto: unirse a los marines, asumir una disciplina dura, obtener el respeto de sus pares ocultando su homosexualidad y, al final, reconquistar a la madre, que abjura del hijo por una panoplia de causas que el guion no detalla pero sugiere. Primero Bratton filma con fluidez y eficacia y se detiene en la sordidez de la noche y la marginalidad. La llegada de Ellis al campo de entrenamiento introduce un cambio estético: de los dardennismos previos se pasa a un estilo contenido y económico. Es esa sobriedad la que le permite a Bratton narrar la secuencia esperada de maltratos sin hundirse del todo en el miserabilismo de otras películas semejantes. A cada abuso y arbitrariedad le sigue algún gesto de camaradería ocasional, como si el guion se interesara también en la comunidad de desclasados que conforman espontáneamente los miembros del batallón que integra Ellis. Como manda el género, hay un sargento cruel, un asistente y un soldado que forman un triángulo del mal: son homofóbicos, despóticos y justifican el ejercicio brutal de la autoridad con argumentos variopintos. 

El guion, sin embargo, los va a poniendo en su lugar a una velocidad infrecuente: las rebeliones de los marginados arrancan temprano, y así Bratton puede eludir la monserga inacabable que el relato hubiera producido en otras manos. Se trata, como adivina el lector, de una victoria escuálida, una batalla que apenas deja algún que otro botín escaso, el de una película tolerable que se mira sin mucho esfuerzo, en buena medida gracias a la intensidad discreta de Jeremy Pope, que interpreta a Ellis. Pero ahí termina todo: cerca del final el guion tiene que ir cerrando sus líneas narrativas y los diálogos se vuelven pesados, explicativos, declamatorios. Cada intercambio entre los personaje subraya el sentido de lo que se ve o se dice: que el ejército es una institución osificada pero en proceso de transformación, que se puede ser gay y marine, que el encuentro con otros permite formar comunidades imprevistas, que al final del día cada uno encuentra su lugar, que hay gente reaccionaria que no tiene intenciones de cambiar, etc. Algunas de estas ideas proporcionaron el flanco para ataques por izquierda: varias críticas le recriminan a la película la ligereza con la que ajusta cuentas con los métodos y la homofobia castrenses. No importa si el director es un hombre negro y gay ni que la película narre su tránsito accidentado por la institución: en Estados Unidos todo puede volverse objeto de sospecha conservadora.

Más allá de esa paranoia progresista, y volviendo al cine: si en la primera mitad había algo de nervio, por más torpe que fuera, el último tramo lo pierde por completo y The Inspection  asume finalmente el destino gris de la lección edificante que Bratton trató de eludir con éxito dispar durante más de una hora.

(Estados Unidos, 2022)

Guion, dirección: Elegance Bratton. Elenco: Jeremy Pope, Gabrielle Union, Bokeem Woodbine. Producción: Chester Algernal Gordon, Effie Brown. Duración: 95 minutos.

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