(Estados Unidos, 2012)
Dirección: Fisher Stevens. Guión: Noah Haidle. Elenco: Al Pacino, Christopher Walken, Alan Arkin, Julianna Margulies, Mark Margolis, Lucy Punch, Vanessa Ferlito, Addison Timlin. Producción: Matt Berenson, Ted Gidlow y Sidney Kimmel. Distribuidora: Diamond. Duración: 94 minutos.
Mascar chicle.
Fisher Stevens está ligado desde hace mucho al mundo del espectáculo, además de haber ganado un Oscar hace dos años por producir el documental The Cove, tiene una larga trayectoria como actor de cine y televisión, y también se animó alguna vez a dirigir: algunas veces documentales, otras veces cortos, un film llamado Just a Kiss, que le valió algunas poco rutilantes nominaciones que fue protagonizado por Kyra Sedgwick y Marisa Tomei en el año 2002. Tres Tipos Duros parece ser su primera apuesta fuerte desde el lado de la realización y vaya uno a saber como tres enormes talentos como Al Pacino, Alan Arkin y Christopher Walken decicieron aceptar esta propuesta escrita por un casi debutante guionista llamado Noah Haidle.
Tres Tipos Duros tiene una premisa interesante, que queda implícita en las primeras escenas del filme: Val (Pacino) acaba de salir de prisión después de 28 años y Doc acude a su encuentro para darle la bienvenida. Ha pasado mucho tiempo, ambos están viejos, se nota que se aprecian mucho. Val mantuvo la boca cerrada durante todos esos años sin delatar a ninguno de aquella banda que alguna vez conformaron los dos. Y sin embargo, Doc (Walken) tiene el encargo de deshacerse de él.
El guión, mucho mejor pensado para diálogos que para acciones, se inicia en el momento en que Doc busca a Val y la historia transcurrirá solo durante ese largo día de charlas y memorias, de añoranzas y de satisfacción de deseos privados por las rejas. Un paseo por el prostíbulo, un hurto en una farmacia, un saque con drogas “prescriptas”, una borrachera de un rato, un problema en el hospital, el robo de un auto deportivo serán algunas de las viñetas en donde Val y Doc se explayarán sobre el tiempo pasado y buscarán encontrar en ellos mismos lo que queda de esos grandes amigos que fueron.
El tiempo corre para Doc y Val, pero más que nada parece correrlo al guionista, que se esfuerza por incluir en la historia más y más situaciones que le sirvan tanto a la comedia como al drama y al suspenso. Pero la mayor falla de este filme no es el amontonamiento de eventos antes (y hasta después) de que amanezca, sino precisamente la falta de tacto para hacer que la comedia y el drama fluyan armoniosamente. Haidle idea un par de gags inteligentes (los menos) y los disemina sobre un guión signado por una tragedia: la de un amigo obligado a matar a otro. Intenta colorear este drama con otros gags mucho menos efectivos, lo plaga de situaciones que deberían ser graciosas de por sí y termina cayendo una y otra vez en los mismos lugares (el prostíbulo, el hospital, el bar… ¿Cuántas veces comieron durante una sola noche?). Y lo peor es que así como el filme no se toma su tiempo para mostrar el arma de Doc y sus intenciones de matar a Val, desde ese momento sabemos que hay dos situaciones posibles para resolver el conflicto -como dirían los protagonistas-: “patear culos o mascar chicle”. Todas las subtramas que se van desarrollando a partir de esa extraña noche en la que Val y Doc van paseando por la ciudad -ambas incluyendo a mujeres jóvenes- son aún más tiradas de los pelos o directamente innecesarias. Parecieran ser herramientas encontradas por el guionista para poner aquí o allí una dosis de acción, otra de drama…
La pareja protagónica de Pacino y Walken tiene sus momentos. Es un acierto la forma de arrastrar cada palabra y esa somnolencia con la que se manejan durante todo el metraje. Sin embargo, está demasiado a la vista que en cada paso de comedia no están haciendo más que un monigote de si mismos. La cámara no es lo suficientemente amable como para tomarlos desde algún ángulo en donde podamos apreciar esos movimientos, esos bailecitos, esos festejos como un homenaje a alguna otra cosa. Simplemente parecen dos viejos payasos, que cuando se ponen serios pueden gustar mucho. Arkin, en cambio, tiene un personaje que le hace mucho más justicia a su trayectoria y que lo hace ver entre divertido, noble y valiente al mismo tiempo, sin transformarlo en un mamarracho, pero tampoco sin dejar de mostrar que es un señor grande. El elenco se completa con fugaces apariciones de Julianna Margulies, Lucy Punch, Vanessa Ferlito y un Mark Margolis como villano que metía más miedo sin decir una palabra como el Tío Salamanca de Breaking Bad.
Tres Tipos Duros es un filme que falla principalmente en su narración, que puede ser disfrutado si uno no se pone exigente y se ríe de los chistes dispuestos aquí y allá para aliviar esa tragedia que hila todo el guión. Sin ser una película idiota, ofensiva o berreta, aún así le faltaron algunos ajustes para que la pueda recomendar con ganas.
Por Juan Ferré
Dejen de darle viagra a Pacino.
Que tristeza. Que desconsuelo. Si habría que hacer un recuento de las mejores escenas de actuación pura de la historia del cine estadounidense, Pacino tendría varias en un Top Ten. Esa mirada iracunda, pero reprimida en la cena con Bonasera antes de pegarle el tiro en El Padrino; la llamada de Sonny a su pareja en medio del asalto de Tarde de Perros; la consternación de la injusticia de un tribunal en Justicia para Todos… Sérpico, Sérpico, Sérpico… la transformación en Cruising… Que animal era Al Pacino.
Pasaron 30 años. Si bien no es novedad que Al es solo una caricatura de sí mismo, un imitador de sus lugares comunes, de Tony Montana – acaso el único personaje desbordado que vale rescatar, junto al villano de Dick Tracy, pero se trata de películas de por sí caricaturescas – verlo en una camilla desorbitado con una erección, hace pensar que ya está definitivamente para el retiro. Tuvo algunas interpretaciones decentes en los últimos años – principalmente en televisión – que vale la pena resaltar como las que hizo para Michael Mann en El Informante y Fuego contra Fuego, pero esa sutileza, esa expresividad y creatividad para hacer fácil lo difícil, para transformar lo sentimental en un juego, en algo genuino y no caer en el tic, en la mueca… ha desaparecido. Pacino tiene 72 años, pero aparenta 10 más. Está destruido. Su cara, curtida por los excesos está peor que la de cualquier personaje envilecido. Tres Tipos Duros, es una demostración de lo poco que duran los últimos galanes en Hollywood. No quiero recordar los trabajos que tuvo que interpretar Brando antes de quedar completamente en la vía, pero Pacino parece seguir su camino.
La nueva película de Fisher Stevens, un gran actor secundario, que tuvo un gran momento en la serie de culto Early Edition, es una obra completamente ausente de ideas, que pretende generar humor a partir de situaciones inverosímiles que se repiten constantemente hasta llegar al punto absurdo de que los personajes se cuestionen como pueden seguir despiertos, seguir comiendo o seguir cogiendo. Esta autoconciencia, que en otro contexto podría resultar divertida, acá solo demuestra los huecos narrativos de un guión viejo, aburrido, ávido de ideas, que acude al humor vulgar, escatológico con el uso menos ingenioso que se pudo llegar a inventar. Tan previsible es la resolución de los chistes que ni siquiera se puede hablar de una bizarreada, de una comedia pasada de rosca, de espíritu retro. No, porque lo que Tres Tipos Duros pretende ser es una comedia dramática sobre personajes en el ocaso de su vida. Y si a eso sumamos subtramas acerca de la reconciliación familiar que encallan de manera tan forzada como imposible, entonces solo tenemos una buddy movie, que funciona por momentos.
Es que si Pacino está pasadísimo de rosca – ¿hacia falta verlo aspirar cualquier medicamento como si fuera un Tony Montana de geriátrico o hacerle decir Uja hasta el cansancio? – es Christopher Walken el que le da un poco de coherencia a esta ridiculez. Walken esta vez está contenido, más austero, transmite ternura. Tiene esa templeza y calidez, genera esa empatía que producía con el personaje de Atrápame si Puedes: el padre que fue por el mal camino y necesita redención. La química con Pacino existe y en ese sentido, hay que reconocerle sus méritos a Stevens. La relación entre ambos personajes es el eje del film, y al menos eso no es ridículo. Alan Arkin, en su reducida participación también le aporta un poco de calidez, pero su interpretación está en piloto automático. Siempre es un placer verlo, pero esta vez, al igual que Pacino recurre a varios tics conocidos. Es una pena que Mark Margolis, actor de la escena under neoyorkina tenga una participación tan intrascendente. Al menos se podría haber armado alguna escena con Pacino con un chiste interno, teniendo en cuenta que Margolis tiene una corta pero recordada participación en Caracortada y Tony le volaba la cabeza en medio de un auto. Ver a Julianne Margulies nuevamente vestida como doctora pretende generar alguna nostalgia posiblemente, pero realmente no es un chiste muy inspirado, y en ese sentido, de las actrices secundarias que participan en la película lo más destacable es lo de Lucy Punch, la británica que ya había tenido una interpretación soberbia Conocerás al Hombre de tus Sueños, una fallida comedia de Woody Allen, demuestra su habilidad humorística una vez más, aprovechando la frialdad e ingenuidad del personaje que le toca interpretar.
Tres Tipos Duros es una película tan rústica, tan convencional y previsible, tan erróneamente construida desde la narración que tanto sea para bien o para mal, de lo único que me interesa hablar es de las actuaciones. Ya sea por la decepción que me provocaron o por el brillo de algunos artistas que se salen de lo ordinario. Y sin duda, que la banda sonora contenga temas “nuevos” de Bon Jovi – de voz irreconocible prácticamente – demuestra que el film de Fisher Stevens debería haberse estrenado hace 25 años, cuando todos sus integrantes tenían un presente un poco más digno. Hoy en día, ni los nostálgicos podemos hacerles el aguante.
Por Rodolfo Weisskirch