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CRÍTICAS - CINE

Un Lugar para el Amor (Stuck in Love)

(Estados Unidos, 2012)

Dirección y Guión: Josh Boone.  Elenco: Gregg Kinnear, Jennifer Connelly, Lilly Collins, Nat Wolff, Logan Lerman. Producción: Judy Cairo. Distribuidora:  CDI Films. Duración: 97 minutos.

Una de escritores.

En la familia Borgens casi todos son escritores. El padre, William (Greg Kinnear, parecido a Tom Hanks aquí, no pregunten por qué), la hija mayor Samantha (una cínica Lily Collins) y el hijo menor Rusty (Nat Wolff). Estos tres personajes están relacionados con la literatura, casi de manera impostada en el caso de los hijos ya que arrastran la sombra de su padre, un escritor algo famoso y muy respetado en el ambiente. Samantha llega a su primera cena de Acción de Gracias, tras el primer año en la universidad, con una noticia: publicaran su primera novela. Rusty, quien se alegra a medias, termina por fastidiarse cuando escucha que la editorial que le va a editar el libro a su hermana es nada menos que la de su ídolo Stephen King. ¿Qué hay de las vidas personales? También un tema en común: las vicisitudes del amor, no por nada los cráneos locales le han puesto a esta película Un Lugar para el Amor, aunque el original –Stuck in Love– no es demasiado brillante tampoco.

La trama circular, el desequilibro para volver al equilibrio (en términos narrativos formales), los coqueteos, los desengaños, la primera vez, el sexo, algunas drogas (como motivos temáticos) y la habilidad del cine estadounidense para poner en marcha el engranaje de un drama romántico -con pinceladas de comedia- conforman un producto ameno, a veces llamado “feel good movie” (película para sentirse bien). El cuarto personaje principal es el de la últimamente apagada Jennifer Connelly, que se la pasa llorando porque Samantha -su hija- no le habla desde el divorcio de su padre, de quien ella se apiada demostrando una cierta lealtad. Su personaje, cuasi patético pero querible, es una declaración de la actualidad de la actriz: sus cualidades parecen haberse esfumado, todo lo que expresa (tanto con sus gestos y líneas) está siempre en modo exagerado y grave.

Lejos de ser una obra maestra de diálogos punzantes y milimétricamente cronometrados (como puede ser una vieja película de Woody Allen) aparecen momentos hilarantes como la llamada de Stephen King a su fan Rusty o el puñado de apariciones de Kristen Bell (de la serie Veronica Mars). Otro de los grandes meritos es la ausencia del exceso referencial a obras literarias, que a veces suelen oficiar de parches para un guión que no está lo suficientemente sólido. La cita final a Raymond Carver es la única del film y -además- es la que define a los personajes y a la historia. Una economía que es bien recibida, especialmente en un año de muchos estrenos que llega a su tramo final.

calificacion_3

Por José Tripodero

 

La zona muerta.

El cine supo adaptar a lo largo de los años, en una cantidad considerable de veces, el eterno conflicto del  novelista -o guionista- que atraviesa una crisis o padece el síndrome de la hoja en blanco, y lo hizo de la mano de diversos directores que han sabido encarar dichos proyectos de una forma más interesante (e inteligente) que Josh Boone. Un Lugar para el Amor no retrata las neurosis ni el fracaso editorial o la excentricidad de una familia de escritores, sino que se aferra a la fórmula hollywoodense compuesta por una pizca de drama en una familia disfuncional norteamericana, adolescentes que tienen problemas con las drogas, novios abusivos, engaños y un happy ending redondito que termina como empieza: la mesa puesta, la familia feliz y la cena del Día de Gracias. Lo único que puede resultar de esto es una película lavada, sentimentaloide y pseudo intelectual, en la que conocemos cada paso del relato hasta el final como un indicador de GPS ya incorporado en nuestras mentes.

El problema de Boone es que se toma muy en serio. Cuenta la historia de una familia de escritores con frases demasiado solemnes en las que las citas a libros son redundantes. El director supone que deben ser tomadas en serio juntocon frases filosóficas sobre el amor y la diferencia entre los idealistas y los realistas. Pues esto no es posible, al menos no de la manera en la que estas frases son “arrojadas”, y más si están al servicio de una trama telenovelesca.

El guión del realizador debutante no es sólido, por ello utiliza facilismos narrativos para llevar adelante la historia y cuando se agotan, recurre al golpe bajo. Así las cosas, el único momento de frescura de toda la película es el del “cameo auditivo” de Stephen King. Si Boone le hubiese impregnado el tono de esa pequeña escena a toda la película, el resultado sería una comedia dramática a lo Nancy Meyers con la neurosis de Woody Allen. En vez de ello, lo que tenemos es algo parecido a una adaptación de una novela de Nicholas Sparks, que pasará desapercibida como sus diálogos pretenciosamente pedagógicos y moralizantes, de esos que anulan cualquier posibilidad de pensamiento o reflexión propia.

calificacion_2

Por Elena Marina D’Aquila

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