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DOSSIER

Vestida para Matar: duelo de rubias

Cuando en 1980 se estrenó Vestida para matar de Brian De
Palma, las feministas de turno salieron a las calles con pancartas denunciando
el trato que se le daba a la mujer en el film. Según su lectura las mujeres
eran mostradas como unas prostitutas que cuando al fin lograban liberarse de la
opresión machista eran doblemente castigadas: por la enfermedad y el asesinato.

Vamos a reflexionar sobre las mujeres de este film, tratando
no solo de mostrar el error de la lectura feminista sino el profundo trato que
un director como De Palma da la mujer.

En Vestida para Matar
las mujeres son cuatro, y cada una representa un estado, del más bajo al más
alto. Es decir, de la caída al ascenso.

Pero antes de conocer a estas damas diremos que la clave de
esta película es el doble y su imagen el espejo. Seamos breves porque no es
nuestro tema ahora, pero en este film cada pasaje donde mentira y verdad se
enfrentan, el espejo aparece como mediador. Y el reflejo como aquello que
posibilita contemplar la apariencia, y descubrir su mentira o dejarse engañar
por ella.

En vestida para matar cada una de nuestras damas tiene su
doble, exacto y opuesto. Vamos a conocerlas.

La primera, la infernal, se llama Bobby. Bobby no puede
fundirse en una unidad. Al estar separada, está atormentada. Y por eso mismo
corta con navaja. Bobby es una asesina. Es la perversión: desvió su oficio, su
género, y lejos de afrontar la verdad, la combate. No tiene cambio. Está
hundida. Y representa al Mal.

La segunda mujer no es mala, pero al momento de elegir,
elige caer. Se llama Kate Miller. El problema de esta mujer es que tiene todo
lo necesario para ser feliz, belleza, familia, dinero e, irónicamente, salud
(al falso fantasma que necesita de la cara atención de un psicólogo se le opone
la cruda realidad corporal de una enfermedad venérea). Viviendo un matrimonio
infeliz, Kate se permite una aventura. Pero después de vivirla, al momento de
elegir, prefiere volver a la mentira. Recordemos que escribe dos mensajes a su
amante: “Fue una hermosa tarde, nos volveremos a ver”. Mensaje que rompe para
reemplazar por: “Fue una gran tarde.” Kate teme al cambio, prefiere la
comodidad, aún cuando esta sea humillante. Tanto que es capaz de volver a
contemplar la cara del hombre que acaba de enfermarla tan solo para recuperar
un anillo, que para ella significa solo apariencia y mentira, ya no amor, ya no
fidelidad.

La tercera mujer es nuestra heroína, Liz Blake, la que tiene
el don para vencer su propia imperfección. Al contrario de Kate, Liz tiene todo
lo necesario para dejarse derrumbar. La vida la llevó a convertirse en
prostituta. Pero lejos de conformarse, Liz quiere encontrar algo mejor.
Recordemos sus especulaciones financieras e incluso sus inocentes inversiones
en el mundo del arte. Liz está en condición de caída, pero lucha por ascender a
algo mejor. Y por eso mismo, queremos que triunfe. Liz y Kate son la pareja
opuesta, una es el reflejo contrario de la otra: la que decide por su
salvación, la que elige por su condena. El momento más sublime de este
paralelismo se da cuando ambas se conocen. La puesta en escena marca este
reflejo de contrarios. Una está en el piso de un ascensor, derruida, llena de
cortes. La otra está en el umbral, parada, observando a la otra, a la vencida.
Ambas mujeres, como si fueran una sola, se miran y se reconocen. Y estiran la
mano para tocarse, como si una fuera el reflejo de la otra. Este no será el
único paralelismo: Liz tendrá después la misma clase de sueños que Kate, en su
misma cama, y del mismo lado en que la otra se acostaba. Una tendrá sus sueños
al principio del film, la otra al final. Ambas compartirán un hijo. Y una misma
sombra asesina.

La cuarta mujer se llama Betty Luce. Betty es la ley. Es el
ángel que custodia, el que aparece al momento en que solo la intervención puede
vencer al mal. Así como Kate y Liz son reflejos opuestos, Betty es lo contrario
de Bobby. Son idénticas, pero una es la mentira y la otra la verdad, una es el
caos desatado y la otra el quién viene a poner orden.

Como vemos, De Palma crea un verdadero arco femenino para
contar su historia. Todos los estados están contados: del infernal al
celestial, del que lucha por vencer al que se deja caer.

Podemos mencionar a muchas más heroínas depalmianas: Carrie, Sally de Blow Out, Holly de Doble de Cuerpo, Jenny de Demente. Pero atención: estas heroínas,
como sus héroes, aún venciendo al mal siguen en peligro. Parece que nunca
alcanza en el universo de palmiano para encontrar la salvación. A veces
triunfan, a veces pierden. Pero todos, tarde o temprano, más o menos culpables,
deberán pagar. Y ante eso no hay protesta que alcance.

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