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FESTIVALES

14° Festival de Cine Alemán – Crítica – Banklady

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Banklady (Alemania, 2013)

Dirección: Christian Alvart. Guión: Christoph Silber y Kai Hafemeister. Elenco: Ken Duken, Nadeshda Brennicke, Charly Hübner, Henny Reents, Niels-Bruno Schmidt, Heinz Hoenig, Olaf Krätke. Producción: Christian Alvart, Siegfried Kamml y Sabine Wildemann. Duración: 118 minutos.

Arrebatos de ambición.

Banklady, la última película del director alemán Christian Alvart, llega a las salas en el marco de la decimocuarta edición del Festival de Cine Alemán en Buenos Aires que se llevará a cabo en el Village Recoleta y en el Arte Multiplex de Belgrano, del 11 al 17 de Septiembre de 2014.

El cine, ya sea con un afán de entretenimiento o como homenaje, o tal vez por un interés histórico sobre acontecimientos que no entran en la historia oficial, siempre se ha interesado por los personajes de los bandidos y su lucha caótica contra el orden establecido representado casi siempre por los aparatos ideológicos de la policía y los medios masivos de comunicación. Banklady retrata un suceso paradigmático para la sociedad alemana en este sentido, ya que se centra en el primer caso de un asalto de una mujer a un banco, hecho que generó un interés desmedido por parte de los medios.

Corría el año 1966 en la cosmopolita sociedad industrial de Hamburgo. Una mujer de treinta años de clase obrera, que trabajaba en una fábrica, comenzaba a sentir los primeros efectos de la publicidad y de la imposibilidad de disfrutar de los artículos que la pujante economía alemana comenzaba a producir. Estos mecanismos de la sociedad de consumo endulzan la ambición de Gisela Werler. Tras un breve encuentro con Hermann Wittorff, un ladrón de pequeños bancos, la protagonista se enamora y comienza así un idilio amoroso y delictivo con él.

El guión de Christoph Silber y Kai Hafemeister busca narrar todas las aristas del caso en cuestión, pero siempre poniendo énfasis en el personaje de Werler, interpretado por Nadeshda Brennicke. La elección de la música electrónica como marco de la historia y de los momentos más simbólicos marca el ritmo de una trama muy ágil que busca trabajar la frustración y la ambición en un solo movimiento permeado por una idea de libertad utópica que responde a los parámetros ideológicos liberales de la época.

Asimismo, Banklady funciona como una metáfora sobre el presente y la necesidad de los trabajadores de buscar una vía de escape de la explotación y de los oficios de la policía como organismo de control, cuya misión es sostener el andamiaje legal liberal capitalista. A pesar del esfuerzo por humanizar desde un punto de vista actual a los personajes, o tal vez por ese mismo esfuerzo, la historia se presenta como el surgimiento artificial de una heroína o de un amor más allá de todas las barreras, cuando la trama en realidad tiene todas las características de un conflicto clasista. En este sentido, la corrección de la película en términos del cine actual es irreprochable, y por eso mismo solo podemos extrañar la visión provocadora e intransigente del realizador alemán Rainer Werner Fassbinder y su incorrección que ponía en jaque nuestros valores.

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Por Martín Chiavarino

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