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[24] BAFICI | Tu coño

[24] BAFICI | Tu coño

Desde varios ángulos, tonos de humor y tonalidades; Gonzalo García Pelayo y su equipo moldean a su antojo el deseo en Tu coño (2023). Su ironía, crudeza e intimidad generan múltiples sensaciones en nosotros como espectadores. 

Para estas líneas pretendamos que deseo consiste en toda materia que nos dispone a actuar1. Delimitar en exceso el alcance de esa disposición será perder de vista su flexibilidad, rasgo que García Pelayo mantiene con gracia en su obra.

Así, fijarse en un cuerpo, una mirada, un órgano, una imagen, una palabra; pone a Macarena Lewis, actriz de cine porno, en situación de percibir y poseer otro cuerpo que siempre es sujeto y objeto. En esta dinámica también están Chipi, Saúl de la Roca, Jerónimo Silvio Iglesias y Fernando Lobo; intérpretes a su alrededor que podríamos llamar sujetos del deseo tanto como lo es ella.

A medida que son reiterados los primerísimos planos genitales y orales, nos es subrayado lo efímero de los límites entre documental, pornografía, erotismo, cine experimental, ficción y poesía. Las decisiones de encuadre, montaje –autorreferenciales algunas, como poner en evidencia lo que el mismo montador no sabe ni puede hacer frente a la obra del director–, y lo que está dentro del plano reducen géneros hasta un límite similar al de partes del cuerpo y sus secreciones o sonidos asemejándose a un acto de cópula.

También los textos en el plano a veces repiten lo recitado por algunos hombres, otras veces cuentan los tras cámara del montajista; y otras transforman sutilmente lo recitado. García Pelayo es capaz de subvertir aquello que usualmente decimos de la pornografía con su falta de interés por la trama.

A la pornografía le interesa el presente del encuentro y el orgasmo. Aquí siempre importa más el deseo cumplido entre cuerpos que lo inaudito de las circunstancias en las que se da el encuentro. Gonzalo da por sentado esto y aprovecha que cuatro invitados, en momentos separados, vean cómo follan los fingidos amantes mientras ellos recitan poemas eróticos.

Habrá que tener cuidado aquí con el fingimiento solo entendido como falsear un orgasmo. Fingir incluye, al menos en esta ocasión, ver el ensayo previo y mirar cómo leen los diálogos mientras ella le chupa el pene a él, o lo que harán luego de acabar. También implica lo genuino de ciertos fingimientos. “Fingir no es proponer engaños, es generar estructuras inteligibles”1. Así cuando pensamos en algo tan efímero como una imagen y un gemido en términos de estructura, nos damos cuenta de la profundidad ambivalente del cine en recordarnos lo activo y pasivo de la mirada2.

Justamente la escena en la que se descubre esto confronta a ambos amantes y, a fin de cuentas, la intimidad de Lewis, sin quebrantarla. Es la segunda serie de preguntas por parte de su co-protagonista. Con momentos como este, el equipo de guionistas aprovecha las fortalezas de cada abordaje para evidenciar lo excitante y ridículo de entregarse al deseo, para llegar a una conclusión más radical que todas las anteriores: el deseo de la mirada es mucho más esclavizante que cualquiera de todos. Y esto nos desarma más a quienes trabajamos con o en pos de conseguir sentido en lo que miramos.

Al final, Tu coño –también Mi coño, título de cierre– ensaya lo oral y genital a partir de la poesía, la pornografía y la imagen en torno a Macarena. Ella y sus amantes, desde los distintos roles que les asigna el guion, resaltan la dichosa ridiculez intrínseca a todo ser humano.

(España, 2023)

Dirección: Gonzalo García Pelayo. Guion: Chipi, Jerónimo Silvio Iglesias, Josema García Pel. Elenco: Chipi, Saúl de la Roca, Jerónimo Silvio Iglesias. Duración: 70 minutos.

1 Para teorizar más detenidamente sobre el deseo, muchas de sus aristas y sus clas: link.

2Estas palabras parafrasean las siguientes líneas de Aumont y Marie en El análisis cinematográfico, pero también apuntan hacia lo proactivo de buscar un sentido en mirar y, antes que esto, conseguir métodos oportunos para hacerlo: 

“En la realidad, la mirada ya es activa (placer de mirar, masculino), ya pasiva (placer de ser mirada, femenina), y en el cine, la presencia de figuras de mujeres en la ficción tiende a congelar el flujo narrativo, provocando la contemplación erótica”

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