ALGO GRABADO, ALGO FILMADO, ALGO ENCONTRADO
Una de las grandes preguntas que plantea Algo viejo, algo nuevo, algo prestado es ¿qué hacer con un material casero tan íntimo, pero potable para reconstruir una historia, la de una familia dedicada a la quiniela clandestina? Responderla también podría generar alguna oblicuidad porque de manera lineal, la tendencia actual indicaría que lo más pertinente sería hacer un documental, y engrosar así los catálogos de las plataformas donde rebalsan las propuestas para consumir, más que para ver. El director Hernán Roselli, después de una década de su última ficción: Mauro, regresa a un concepto sensible para el cine argentino, como lo es el dinero. Es difícil mostrarlo, es difícil mencionarlo en un diálogo y mucho más desarrollarlo una trama. En el tiempo reciente tuvimos Cambio, cambio de Lautaro García Candela, incluso allí el dinero operaba bajo un mecanismo de thriller motorizado por la desesperación. En Mauro el billete se veía todo el tiempo, era un medio para algo concreto, hasta era el afiche de la película.
Algo viejo, algo nuevo, algo prestado cautiva por el lado narrativo, el de una familia del conurbano estructurada con los códigos de la mafia para manejar un territorio donde se levanta quiniela, hay un método para hacer las cuentas, para pagar y para cobrar. La mafia es la plantilla organizacional, más allá de los negocios, se acopla tal esquema también para la dinámica familiar, es de esta manera que el jefe de seguridad -por ejemplo- es un miembro más; participa de las reuniones, fiestas y conoce hasta los secretos más oscuros. Para darle un rulo más a la fascinante historia de los Felpeto, Roselli hace actuar de ellas mismas a Maribel Felpeto (la hija de Hugo, el patriarca de la familia) y a Alejandra Cánepa (la viuda) a repasar hechos de sus vidas en clave ficcional. En el medio se intercalan imágenes de video grabadas por Hugo, quien fue uno de los primeros en tener una cámara de video casera, de tal manera es que accedemos a imágenes claves de la historia familiar: casamientos, luna de miel y demás eventos importantes, los cuales aquí tienen un carácter de documento y funcionan a modo de puente entre los fragmentos recreados. Puestos sobre el paño los dispositivos, la película crea su propio verosímil y despeja la pregunta sobre si los hechos sucedieron de esa manera o no porque el corazón de todo está en estas dos “actrices”, a quienes podría catalogarse así porque ellas poseían cierto entrenamiento ya que estuvieron frente a una cámara, la de Hugo, quien grababa todo el tiempo. También se ponen en juego imágenes captadas por cámaras de seguridad, fundamentales para un hecho crucial de uno de los personajes. Es decir, hay un encadenamiento en la obtención de material que se articula entre el amateurismo y lo íntimo en la cámara hogareña, luego un regreso en reversa clave ficcional para reconstruir hechos verídicos y finalmente los registros de las cámaras de seguridad, que hoy nos invaden tanto en un interior como en un exterior.
Por otro lado, el punto de lo ilícito está encolumnado en un delito blanco, donde en teoría no habría violencia sino un simple manejo de dinero, incluso el concepto de estafa casi no se menciona. Así y todo, la dinámica mafiosa se transparenta porque el caudal manejado hace que estén todos muy próximos a una zona más riesgosa de peligros varios, entre los problemas presentados están las disputas de territorios, las conexiones directas con el poder judicial y la policía. Para Maribel, la protagonista, hay conflictos internos más allá de la superficialidad del día a día, de llevar la contabilidad y tener los números en orden, porque la causa de la muerte del padre es conocida, lo que resulta una incógnita es que lo que lo llevó a tomar cierta decisión, incluso tal particularidad emerge como una problemática: los suicidios en las familias que levantan quiniela.
Cargada de capas, la nueva película de Rosselli escapa de forma exitosa a la tipificación porque su armado entre ficción y documental hecho a base de archivo casero la ubica en un híbrido, en términos de formato, pero lo importante de semejante historia real está en la humanidad de estos personajes, en el caso de Maribel (especialmente) y Alejandra hay un recorrido en reversa bajo un manto ficcional con la intención de hallar un sentido, de (re) descubrir puntos nebulosos y hasta la chance de divertirse riéndose de sí mismas, gracias al paso del tiempo.
(Argentina, Portugal, 2024)
Guion, dirección: Hernán Rosselli. Elenco: Maribel Felpeto, Juliana Simões Risso, Alejandra Cánepa, Leandro Menendez, Javier Abril Rotger, Marcelo Barbosa, Hugo Felpeto. Producción: Juan Segundo Alamos, Mariana Luconi, Hernán Rosselli, Alejandro Rath, Miguel Molina, Adán Aliaga. Duración: 100 minutos.