Viernes 11 de abril.
Termina la semana y el BAFICI entra en su recta final. El público sigue llenado salas y los cineastas no dan más de la ansiedad: mañana se conocerá a las películas premiadas.
Una de las mesas más llamativos d la jornada estuvo dedicada al nuevo cine de terror nacional. Estuvieron presentes los directores Daniel de le Vega (Necrofobia) y Martín de Salvo (El Día Trajo la Oscuridad), Gabriel Schipani (responsable del festival Buenos Aires Rojo Sangre), la productora Ariana Bouzón y Javier Fernández, de Ventana Sur, moderados por el cineasta Hernán Findling. Ante un auditorio atento, se tocaron temas cruciales: la distribución –en especial, el papel que ahora juegan las plataformas virtuales-, la necesidad de hacer co-producciones, la importancia de Internet. Además de mencionar, a modo de ejemplo, films como Hermanos de Sangre, de De La Vega, tocaron el caso de Daemonium, película pensada para ser emitida por la web, aunque también sabe tener su espacio en festivales de cine.
Sí, el BAFICI se va despidiendo de a poco, pero aún queda mucho por disfrutar.
Big Bad Wolves, de Aaron Kehsales, Navot Papushado (Israel, 2013 – Vanguardia y Género), por José Tripodero
Big Bad Wolves, que según Quentin Tarantino fue la mejor del 2013, es una película de tonos y austeridad. La gravedad de la cuestión (niñas desaparecidas que devienen en violadas, asesinadas y decapitadas) es tratada bajo la estrategia de mostrar poco, sugerir mucho y llenar todo el espacio físico de la historia en una gran marea nebulosa, de la que puede surgir un abanico de situaciones. Los austeridad está en el trabajo sobre el fragmento porque el único cadáver de una niña se ve a lo lejos, en un plano contrapicado general y en un costado del cuadro, en cambio los personajes adultos que sufren torturas y golpes son expuestos de manera efectista: plano corto en duración y bien frontal para apreciar la sangre, las uñas arrancadas, los dedos rotos o las laceraciones. También, esta película del dúo Kehsales y Papushado es una película de personajes. Tres. Un policía que se sale de libreto, el único sospechoso de los crímenes (acosado por el detective) y un padre (el de la última víctima encontrada), ex militar. Los tres estarán atados y encerrados en sus propias miserias, culpas y sentimientos. Hay una apelación a los estereotipos: el policía actúa como un justiciero, el sospechoso no tiene un perfil convencional ni aparenta tener algo que ver con los hechos y el padre actúa como un psicópata calmo. Reminiscencias a la saga Saw y al suspenso más reciente sobre desapariciones como Prisoners, este exponente bien genérico resulta atractivo por sus formas y también por su incorrección al espolvorear esta historia (sobre un tema siempre tratado con excesiva gravedad) con dosis justas de humor e incorrección política (las dos apariciones a caballo de un ciudadano musulmán, el único personaje que esboza un cachito de humanidad entre tanto terror).
Uranes, de Chema García Ibarra (España, 2013 – Panorama), Martín Chiavarino
Casi enteramente narrada en voz en off, Uranes es un manifiesto de cine independiente. José Luis, un joven con un leve retraso mental que nació con la enfermedad del jarabe del alce, relata su vida alrededor de fenómenos paranormales a la posteridad o a la ciencia o a los espectadores confundidos.
En tono de comedia seria, Uranes cuenta como le extirparon un extraño bulto a José Luis apenas nacido, la desaparición de los padres en extrañas circunstancias, la aversión de su hermano a ser fotografiado, la perfidia de su abuelo pederasta, los síntomas del avance del Alzheimer en su abuela y los extraños fenómenos alrededor de unos ovoides extraterrestres denominados mazarrones.
Inclasificable y radicalmente inquietante, la película es un desvarío de un estoicismo ejemplar. Relatando las más terribles barbaridades con pantallas en negro, fotografías o imágenes estancadas, José Luis canta dando risa y lastima, hasta conmoviendo, intenta levitar o cualquier cosa que demuestre que los ovoides tienen un efecto sobre la esencia humana.
Uranes no es una película, es un grave error que nos hace ver lo que no queremos ni nos atrevemos a ver, un ataque extraterrestre sobre el cine independiente y un ejercicio cómico acerca de la insania.
El Rey del Rocanrol: La leyenda de Pararito Zaguri, de Néstor Alejandro Rodríguez Correa (Argentina, 2014 – Música), por M.Ch.
Pajarito Zaguri fue el nombre artístico que adoptó Alberto Ramón García, un músico argentino pionero del Rock nacional, junto a Mauricio Birabent, en la segunda mitad de la década del cincuenta con bandas como Los Shabaduba y Los Beatniks.
El Rey del Rocanrol es un documental que acompaña a un Zaguri de setenta años, todavía con energías para seguir tocando y viajando, en una travesía hacía el pasado para recordar las anécdotas que armaron el mito del rocanrol argentino a partir de la visita a la casa en la que creció en Palermo junto a su familia, su viaje a Mina Clavero en Córdoba, donde compuso algunas de sus mejores canciones y los recitales en La Perla y las movidas de rock por todo Buenos Aires.
Casi sin documentos audiovisuales de su paso por el mundo, Zaguri reflexiona sobre su carrera, su amor por el rock, su desinterés económico, el amor por su familia y las dificultades de un artista bohemio para ser padre, siempre con sus canciones de Rock y blues como señales de fuego de un camino que hay que reconstruir desandando a partir de entrevistas con amigos, colegas, su hija y muchos otros personajes de la música a los que el pajarito tocó.
De forma póstuma, Zaguri recibe con El Rey del Rocanrol su justo homenaje y un recordatorio de que las leyendas de la música siguen vivas en los corazones de aquellos que han participado de sus shows. La llama del rocanrol arde una vez más para despedir a uno de sus hijos más prodigiosos.
Paris 1919, de Paul Cowan (Francia, 2009 – Primera Guerra Mundial), por M.Ch.
Paris 1919 es un documental histórico realizado para la televisión francesa en el 2009 que reconstruye los pormenores de las negociaciones entre las potencias a partir de imágenes de archivo, fotografías y un componente ficcional.
Las conferencias que tuvieron en lugar en Paris en 1919 fue la primera gran reunión de líderes mundiales, cuyo fin era terminar con el conflicto bélico iniciado en 1914 tras el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo que se había cobrado la vida de millones de personas en nombre del dinero y las pretensiones imperialistas.
El conflicto que enfrentó a las potencias imperialistas de la época terminó con un armisticio y no con una derrota militar. La capitulación de Alemania se debió a la crisis política del frente interno, que amenazaba con convertirse en un proceso revolucionario de características similares a la Revolución Rusa de los soviets (asambleas).
Uno de los acontecimientos más importantes del Siglo XX es analizado desde todos sus ángulos: la obsesión de Woodrow Wilson por la Sociedad de Naciones y el respecto de las nacionalidades como única forma de construir una paz duradera y reforzar la posición norteamericana ante países menores donde colocar el creciente excedente de productos, la impotencia de una Italia débil y calculadora a punto de caer bajo las ideas del fascismo de Mussolini, los cambios de posición del Primer Ministro Británico, Lloyd George, la intransigencia de Georges Clemenceau, el Primer Ministro Francés, la caída del gobierno de Phillip Scheidemann y la posterior firma del Tratado de Versalles ante la posibilidad de la reanudación de las hostilidades.
Las consecuencias del Tratado marcaron el resto del siglo XX y sumieron al mundo en una crisis que hundió a Alemania arrastrando consigo a los demás países, especialmente a los Estados Unidos y Gran Bretaña. Paris 1919 es una lección política e histórica sobre la responsabilidad de los representantes y de los votantes ante situaciones extraordinarias que demandan ponerse por encima de los egoísmos y los ganancias para mirar más allá. El Tratado de Versalles fue una paz miserable y el mundo debe aprender de sus consecuencias.