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CRÍTICAS - CINE

Buscando a Nemo (Finding Nemo)

(Estados Unidos, 2003)

Dirección: Andrew Stanton y Lee Unkrich. Guión: Andrew Stanton, Bob Peterson y David Reynolds. Elenco: Albert Brooks, Ellen DeGeneres, Alexander Gould, Willem Dafoe, Brad Garrett, Allison Janney, Austin Pendleton, Stephen Root, Vicki Lewis. Producción: Graham Walters. Duración: 100 minutos.

Leyenda submarina.

El marketing es así, y a quien le importa. Cuando una película es tan buena como esta (como  El Rey León en 2011, Titanic y La Bella y la Bestia en 2012), por mi que la reestrenen todos los años. Se puede decir que la estrategia comercial está presente y que todo se hace por amor al dinero. También se puede discutir el uso correcto o no del 3D y sobre lo que quieran. Pero ver Buscando a Nemo es una experiencia tan agradable, satisfactoria y educativa (en términos artísticos e incluso para la vida misma) que toda objeción se diluye antes de llegar a cuestionar al film de Andrew Stanton.

Buscando a Nemo se nutre de la historia del cine. Por momentos, se parece a un “grandes éxitos” de fórmulas probadas y ya establecidas (muchas veces con éxito). Subgéneros que se introducen en las profundidades del mar y que confirman la resistencia a cualquier ambiente en el que se hallen. Por un lado, se manifiesta como una buddy movie entre dos personajes que no pueden ser más opuestos: Marlin, el sobreprotector padre de Nemo y Dory, su amnésica acompañante en esta travesía. Sin embargo, todos los que desfilan en esta película tienen un peso propio. Sea por apariencia, por actitudes o por formas de ser, cada pez, ave o mamífero está delineado con admirable delicadeza. Pero también es una road movie (y, por ende, un relato de iniciación). Si, submarina, en la que los humanos son reemplazados por peces y las rutas por una vasta cantidad de agua (que la animación hace que parezca realmente agua). Es increíble lo que hace Stanton en el medio del océano, en donde todo parece ser parte de un mismo universo homogéneo. Cada escena está diferenciada de la anterior y de la siguiente por la capacidad inventiva de su director. Es la colisión de acción y personajes, que pintan nuevos colores sobre el azul profundo de la imagen.

Si este es el contenido, la forma está determinada por la aventura. Buscando a Nemo sigue siendo una de las películas más divertidas de Pixar. Acá hay una completa dependencia al dinamismo: si alguien quiere pasarla verdaderamente bien y experimentar vertiginosas escenas de acción (que están divididas en dos: en el océano y en la pecera donde está encerrado Nemo) tiene que ver este film. Las andanzas de los protagonistas nunca es parte de un espectáculo ligero y menor. Para entender el trabajo de Stanton hay que pensar más allá del género. Donde hay movimiento, hay una puesta en escena que usa todos sus elementos para generar la acción. Esto se traduce en inteligentes e imaginativas secuencias (el devastador comienzo, la persecución de los tiburones o el oscuro viaje hacia el fondo del mar) que unifican tanto a chicos como adultos.

Este universalismo (que no es otra cosa que el modo de unir a todo el público), se encuentra reflejado en una gran escena. Marlin le cuenta al hijo de una tortuga hippie sus peripecias a través del océano por encontrar a su hijo. Esto desemboca en una secuencia fantástica, clave en esta película: diferentes animales se transmiten las aventuras del protagonista por todo el mar hasta llegar a Nemo. Pocas veces el cine ha dado un concepto tan claro de la oratoria. La difusión de un relato externo, ajeno al resto, se transforma en algo propio. Es decir, una simple historia ahora adquiere el peso de la leyenda.

calificacion_5

Por Emiliano Román

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