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CRÍTICAS - CINE

Cars 2, según Rodolfo Weisskirch

El Camión Grúa que Sabía Demasiado Poco

Cuando voy al cine a ver una película de Pixar, voy con otra predisposición que la habitual. Al igual que cuando voy a ver una película de Eastwood o de Spielberg o de Scorsese. Son directores especiales, sus obras son especiales. Me llevan a encontrarme con mi niño interior, como aquella famosa y maravillosa escena de Ratatouille en la que el crítico culinario prueba la comida que le da origen al título de la película y regresa a su infancia. Ese sentimiento es el que encuentro en las obras de estos autores, y con las obras de Pixar más que nada.

Tras ver la reacción de varios colegas después de la exhibición de Cars 2 ante la reacción que habían tenido sus hijos o chicos de corta edad frente a la misma, creo fervientemente que Pixar hace películas con la misión de encontrar ese niño interior, más que con la intención de llegar al niño de hoy en día, lo cuál nos hace entender, que los realizadores, buscan encontrarse con su propio niño interior, y por lo tanto a esta altura, con el éxito mediante, pueden tener la impunidad de hacer lo que quieran en medio de un Hollywood que se rige más que nunca por tendencias y por encontrar lo que el público busca. Pixar en cambio va en la búsqueda de lo que el público necesita. Y ese niño interior no se encuentra conectando al adulto con algún producto propio de esta década, sino de la época en la que se crió.

Por lo tanto no me sorprende encontrarme con amigos que me comenten que sus padres vieron Wall E o UP y se emocionaron durante toda la obra, que mis propios padres se hayan conmovido con los primeros 15 minutos de la película de Pete Docter o yo mismo hacerme un replanteo acerca de si tengo que vender o no los muñecos que marcaron mi infancia tras ver Toy Story 3. Eso provoca en mí el cine de Pixar. Y pareciera que tras Ratatouille esta misión, es una declaración de principios.

Y mi infancia estuvo marcada por dos subgéneros que no eran tan populares en aquella época: el misterio detectivesco en literatura y el espionaje industrial en el cine, pero filtrado con humor. Para ponerlo en ejemplos concretos: siempre fui un gran fanático de Sherlock Holmes y Hércules Poirot, y sobretodas las cosas, soy un declarado fanático de James Bond y el Superagente 86, a la que considero la mejor serie de todos los tiempos. Me encanta volver a ver los mismos capítulos y me sigo riendo con los mismos ingeniosos chistes de Don Adams supervisados por dos genios del humor como Buck Henry y Mel Brooks.

Tomando esta referencia, y que además me encantan comedias de enredos de espionaje, consideradas menores, como Espías como Nosotros, las dos versiones de El Hombre con Un Zapato Rojo (la primera con Pierre Richard, la segunda con Tom Hanks) y El Hombre que Sabía Demasiado Poco (con un Bill Murray ideal), Cars 2 me parece una película gloriosa.

Ya en su época había defendido la primera parte, una obra sentimental, nostálgica que remitía al cine capriano con un argumento Doc Hollywood (olvidable película con Michael Fox). La belleza visual, el meticuloso diseño sonoro y lo queribles personajes, la convertían en una obra diferente de Pixar, más romántica, menos infantil. Hay que recordar que Cars fue la última película del GRAN PAUL NEWMAN. Por lo tanto en la secuela no falta el homenaje.

Los protagonistas de Cars: el Rayo Mc Queen, Tom Mate, Mustang Sally son realmente tan o más queridos por John Lasseter, impulsor y presidente de Pixar, que Woody o Buzz Lightyear. A pesar de que no tuvo el éxito o la respuesta ideal, Lasseter sorprendió a todos cuando encabezó el proyecto para la secuela.

Sin embargo esta vez, a diferencia de Toy Story, decidió virar completamente el rumbo de la historia. Llevar a los personajes alrededor del mundo, sacarlos de su pequeño y romántico pueblo en la mitad de Colorado y transponerlos en Japón, Italia e Inglaterra. Una jugada arriesgada, pero más arriesgado aún es haber cambiado el género y al protagonista de la historia. Esta vez no es una comedia romántica, sino de comedia de espionaje industrial, propia de la época de la guerra fría. No se trata de Austin Powers que es una sátira. No es lo mismo. Las sátiras obras sobre el mundo Bond son burdas, vulgares y poco inspiradas. Tampoco es el diplomático Jack Ryan, el existencialista Jason Bourne o el último y sensiblero James Bond. Esto es espionaje de la vieja escuela. Y funciona, y es entretenido y es mágico y es divertidísimo. Lo que hubiese dado por ver Cars 2 cuando era chico…

Por otro lado, el cambio de protagonista confirma la búsqueda de Pixar por establecer a hérores hechos chatarra. Pixar reinvidica la chatarra, lo viejo, lo que está pasado de moda. Como los juguetes artesanales, como los monstruos bajo la cama, como los robots maltrechos. Mate, el verdadero protagonista de Cars 2 es primo hermano de Wall E, por así decirlo. Una serie de confusiones lo llevan a acompañar a su mejor amigo, Rayo Mc Queen por todo el mundo, y posteriormente ser confundido con un espía estadounidense por un Aston Martin de MI6 (cuya voz original pertenece a Sir Michael Caine, el mayor lujo del elenco), o sea el mejor espía británico (no podía sea otro coche, obviamente). Como en todas las películas de Pixar, las secuencias iniciales anticipan la magnificencia de lo que veremos, y Finn McMissile es un personaje soberbio como protagonista de la misma: elegante, astuto, arriesgado.

La misión es detener un complot para destruir este World Prix donde Rayo Mc Queen es favorito junto a un Formula 1 italiano (con la voz de John Turturro, hilarante).

Si bien Cars 2 lleva la misma estructura narrativa que todas las obras de Pixar sorprende la falta de solemnidad, sentimentalismo, pretensión emotiva que esta vez Lasseter decide aportarle a la obra, lo cual, la convierten en un obra más fiel al género que decide transmitir, más transparente, divertida y entretenida. Pude imaginar, más por cultura cinéfila que por guiños de la película, quien era el villano, pero a la vez todo esto suma para entender el fanatismo que tiene Lasseter con el género, para respetar las reglas impuestas. De hecho, parece respetar más estas reglas que las que los estudios podrían imponerle.

Ideológicamente es mucho más ambigua que otras películas. La fidelidad que tiene con la idea “todo lo pasado es mejor” (emparentado con lo que plantea Woody Allen en Medianoche en París), provocan que desestime la moralina ecológica que parecería impulsar al principio de la trama, y que iría acorde a Wall E. Lasseter opina como The Who: “miren al nuevo jefe es igual al viejo jefe”. Por lo tanto resulta contradictorio que se tire a favor de una gasolina natural en vez de las nuevas gasolinas ecológicas. Un detalle que vale la pena resaltar.

De esta misma forma, vuelve a reinvidicar la cultura hippie y la amiga, aunque suene utópico, con la entidad militar (vale aclarar que la entidad militar estadounidense clásica no tiene el mismo significado que la entidad militar argentina).

Estas contradicciones o fantasías Lasseteriana, provocan que Cars 2 sea una obra personal, políticamente incorrecta, que no se deja llevar por tendencias, modas o propósitos de la cultura televisiva.

Con Mate como protagonista se rescata la idea del tonto que se convierte en héroe, primero por error y después por méritos propios. Mate, es maravilloso (mucho influye la voz de Larry, The Cable Guy, un comediante ignoto en nuestras pampas) y sin dudas es mucho más interesante, con mayores matices, que el Rayo Mc Queen. El cine estadounidense ha dado grandes antihéroes concientes de sus torpezas (desde los personajes de Woody Allen hasta Forrest Gump se podría decir), pero Mate sube un nivel, revierte sus errores con gracia e inteligencia. Mezcla, como ya dije de Wall E, Ralph (el inolvidable personaje de John Goodman en Un Rey de Peso) o Clark Griswold (Chevy Chase en la serie Vacaciones) en, Mate empatiza con el hombre común, con la persona honesta que no tiene doble discurso ni malas intenciones. Un personaje puro, molesto por su comportamiento, pero a la vez querible. Una mezcla de personaje equivocado en el momento y lugar equivocado, propio del ideal hitchcoiano con el personaje ordinario capriano que se encuentra en un entorno extraordinario.

Más allá de sus protagonistas, vuelve a asombrar la imaginación y perfeccionismo de la familia Pixar para crear este mundo de autos y hacerlo tan verosímil con el mundo real. Prestar atención a los decorados, a los detalles estéticos de cómo está diseñado Japón, Italia e Inglaterra. No quedan detalles afuera. Todo es fantástico.

Ya es imposible encontrar palabras para elogiar el diseño sonoro visual de la obra Pixar. Es un manjar para los ojos. El 3D nuevamente es usado con sabiduría, mejorando la sensación de profundidad de cada escenario. La banda sonora, esta vez, a cargo de Michael Giacchino acompaña dinámicamente el ritmo de acción con un leit motiv propio de las películas de espionaje y similar a la creada para Los Increíbles (película con la que se emparenta bastante Cars 2 por la influencia setentona). Además Caine, The Cable Guy y Turturro, también aportan sus voces Emily Mortimer, Owen Wilson y el mítico Franco Nero, en una hermosa escena en una villa italiana, homenaje al cine de postguerra.

Se destaca el mensaje de amistad de la película. El motor que impulsa la historia, la meta de la obra es resaltar el valor de la amistad por sobre cualquier otro sentimiento, incluido el amor. La relación de Mate y Rayo se empieza a convertir en una de esas parejas emblemáticas del cine. No es Woody y Buzz. Es más cinematográfica: son el gordo y el flaco, Abbott y Costello. El equilibrio entre el galán ingenioso, y el feo tonto, es una combinación, una fórmula que nunca deja de funcionar. Y siempre, se termina destacando el feo tonto. Por eso Mate es el protagonista ideal de Cars 2.

Con un guión más sólido, personajes soberbios, un hipnótico diseño visual, una historia fantástica que mezcla espionaje, screwball comedy y buddy movie, Cars 2 supera en gran medida a su predecesora y no tengo ningún inconveniente en afirmar que se trata de la mejor obra de Pixar tras Toy Story 3 y Wall E. Y aunque es muy temprano para decirlo, quizás sea la mejor película del año.

Propongo a los que la están destrozando, que la vuelvan a ver, analicen su guión redondo, superior al de UP incluso, su fidelidad idealista, su perfección narrativa. Recomiendo que dejen de verse los pelos del ombligo que le salieron siendo adultos, y se reencuentren con su niño interior, cuando las películas le gustaban porque las miraban por puro gusto y no por obligación profesional.

Al igual que con la reseña que escribí el año pasado de Toy Story 3, aclaro que la calificación a continuación no es un error.

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