Dirección: Mónica Viñao. Autor: Ariel Barchilón. Música: Diego Fischerman. Vestuario: Graciela Galán. Escenografía: Graciela Galán. Iluminación: Jorge Pastorino. Coreografía: Camila Villamil. Actúan: Vando Villamil, Daniel Fanego. Prensa: TNC
Silencio, pausa, tensión
Buenos Aires vuelve a los años `30 para deslumbrarse con una increíble historia. Doña Elvirita (Daniel Fanego) es una mujer viuda, heredera de un mercadito de barrio. Rufino (Vando Villamil) es un ex convicto que conoce los más íntimos rincones del penal de Ushuaia. En ese tiempo, intercambia cartas con Luli, una joven a quien sólo le conoce la letra. Luego de diez años de prisión, Rufino sale en busca de ella, pero recibe la terrible noticia de su fallecimiento. Es entonces cuando Doña Elvirita entra en acción, siendo ella la única conexión entre Rufino y Luli.
Cartas de la ausente es el ejemplo de que con muy poco se puede hacer grandes obras. Claro que esto no es posible si no se cuenta con el apoyo de dos grandes actores como lo son Villamil y Fanego. Sus interpretaciones no causan más que emoción. Fanego consiguió representar a una mujer sin complicación alguna. Villamil no se quedó para nada atrás.
La ausencia de música o efectos de sonido generan una intimidad pocas veces vistas en el teatro. Un solo sonido y estropeaba por completo la obra. La escasa utilería era suficiente: ni una silla más, ni una silla menos.
No hay palabras que puedan describir lo que se ve en las tablas de la sala Orestes Caviglia. La ternura, sorpresa y aceptación son los condimentos claves. Cartas de la ausente es una obra sublime. Lo único que se le puede agregar es una ovación al final.
Teatro: Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815
Funciones: Viernes y sábados: 21.30 hs. Domingos: 21 hs.
Entrada: $60
