Dirección: Juan Coulasso. Co-Dirección: Jazmín Titiunik. Producción Ejecutiva: Luciana Martinez, Gabriela Paolillo. Asistencia de dirección: Gulliver Markert. Dramaturgia: Marysol Benitez, Germán Botvinik, Juan Coulasso, Juan Fernández Gebauer, Gulliver Markert, Eric Taylor, Jazmín Titiunik. Caracterización: Ana Sol García Dinerstein. Maquillaje: Ana Sol García Dinerstein. Diseño de vestuario: Ezequiel Galeano. Diseño de luces: Mariano Arrigoni. Diseño sonoro: Ignacio Sepúlveda. Realización de Escenografia: Marcos Berta. Realización de vestuario: Silvana Diachenko, Patricia Terán. Dirección de Arte: Ezequiel Galeano. Fotografía: Akira Patiño. Elenco: Marysol Benitez, Germán Botvinik, Juan Fernández Gebauer, Eric Taylor. Prensa: Marisol Cambre.
La mesa esta servida, esta todo listo para degustar un plato exquisitamente común. El contenido de la obra es algo usual por ser algo con lo que lamentablemente convivimos, el ingrediente principal podría definirse resumidamente como la violencia. La preparación, la forma de presentarlo, es lo que lo hace exquisito.
“Cinthia interminable confiesa los sueños violentos y recurrentes de los integrantes de la familia Haber. Sueños que revelan ciertos episodios que han marcado a cada personaje para siempre”.
Si se dice que en principio lo que se va a presenciar es una familia sentada en la mesa compartiendo una comida, podría pensarse que se trata de un realismo cotidiano, lejos de eso la obra atraviesa distintos géneros, por momentos puede definirse como un absurdo, como un drama, como danza-teatro, pero logra trascender los géneros y ser un todo, un ejemplar original del teatro contemporáneo.
“Cinthia interminable rinde homenaje a las escenas cotidianas de una familia tipo, según los programas de televisión norteamericanos que llegaban doblados a nuestros televisores en los años ochenta…”
Algo en apariencia distante, un programa de televisión, como todo producto mediático de consumo masivo, en parte refleja a la sociedad y a la vez de alguna manera influye en la misma, generando comportamientos que son replica de lo emitido, en fin aportando a la cultura. Esta obra expone las costumbres adquiridas y de alguna forma crítica la adopción de modelos impuestos.
La reproducción de los hábitos se materializa en la repetición de las acciones, de por sí un hábito se reconoce cuando es algo que se repite, en esta obra la rutina se ve como un mecanismo, secuencias rítmicas o de movimiento construyen estructuras que pese a entrar en conflicto muestran resistencia a ser destruidas, a lo sumo logran ser re-estructuradas. El automatismo rige la conducta de los personajes.
De esta forma monta una maquinaria como contrapunto de una sensibilidad contenida, utilizando la no expresión como expresión, en mayor o menor dosis según el personaje. Es factible que lo contenido en algún momento rebalse, en este caso la carga va a generar explosiones en direcciones no previsibles.
Desde el diseño sonoro y de luces sumado a ciertos registros de actuación se logran efectos cinematográficos trasladados al escenario ampliando el impacto ficcional.
Es así como se produce una paradoja, mientras los personajes exponen como algo puede perdurar hasta casi perpetuarse, esta obra, como la mayoría del teatro emergente, manifiesta como algo puede modificarse en el tiempo. Una búsqueda distinta al teatro oficial y/o comercial, generando nuevos lenguajes, nuevas formas. Para bien o para mal no todo es como Cinthia interminable.
Teatro: Beckett – Guardia Vieja 3556
Funciones: Última Función Sábado 22 de noviembre.
Por Jonathan Sassón