A Sala Llena

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FESTIVALES

Colin

Colin  (Idem, Reino Unido, 2008)

Dirección y Guión: Marc Price Producción: Marc Price y Justin Hayles Elenco: Alastair Kirton, Daisy Aitkens, Kate Alderman, Leanne Pammen, Tat Whalley Duración: 97 minutos. 

Imaginen una película de muertos vivos de George Romero filmada por Gus Van Sant. El Gus Van Sant más independiente, el de Elefante, Gerry o Los Últimos Días. Colin no puede ser encasillada como una comedia de terror. Tiene momentos humorísticos. Tiene momentos de gore y algunas escenas de suspenso bien filmadas, pero básicamente se trata de un melodrama romántico… con zombies.

Colin fue mordido por un zombie y su mejor amigo lo vuelve a morder, por lo que se ve obligado a matarlo. En pocas horas se habrá convertido en uno. A partir de acá, vemos los suburbios de Londres cuasi desiertos, a excepción de una bandada de muertos vivos, comiéndose unos a otros, o a los pocos sobrevivientes que quedan, de lo que sería una epidemia, no muy distinta a la que sucede en las películas de Romero o ambas partes de Exterminio.

A diferencia de todas las películas de muertos vivos, Price resuelve seguir a uno deambulando, en apariencia sin rumbo por toda la ciudad… lentamente. Porque como dice Romero, un muerto vivo no va a correr sediento de sangre: acaba de despertar, de renacer, es incoherente que tengan tanta fuerza y energía. Price decide seguir el modelo del padre del género en ese sentido, y hace un sin fin de homenajes a la  serie original.

Nuevamente, los pocos humanos que quedan, son seres violentos, capaces de robarles las zapatillas a los muertos, sádicos, morbosos. Colin no tiene esa sed de sangre, o el hambre que tienen el resto de los zombies. Busca otra cosa. Algo que se relaciona con su pasado.

Marc Price, lleva al extremo el ideal de humanización de los muertos vivientes que comenzó Romero, haciendo énfasis en el perfil político/psicológico de la sociedad actual.

Momentos de humor negro, suspenso, efectos y maquillaje hechos con un presupuesto bajo, que según dicen fue solo de 70 euros.

Grabada en formato digital, prácticamente con toda luz natural, Price hace gran uso de los recursos como el fuera de campo, sonido que sugiere más del que se muestra, imágenes nocturnas muy oscuras, fuera de foco, cámara en mano. Todo muy amateur y casero que le dan gran realismo a la narración y las situaciones. En ese sentido, nada suena forzado.

El problema es que debido a la estética elegida, por momentos la película es demasiado lenta. Planos fijos de Colin caminando muy lentamente por la ciudad se hacen eternos, y sobre el final un flashback demasiado dramático, subrayado y explicativo, termina desmoronando una propuesta que empezó interesante.

Un ejercicio cinematográfico diferente dentro de un género, que según parecía, empezaba a agotarse. Irónicamente, para “revivirlo” Price ha decidido abocar la memoria de aquel film de 1968, que revolucionó el cine de terror. Más allá del resultado final, se agradece que los fanáticos del género podamos encontrar nuevas formas de ver muertos vivos en la pantalla grande en el Buenos Aires Rojo Sangre…

Y aquellos que crean que los muertos vivos solo deambulan por la ciudad, prepárense para verlos en medio de un duelo de vaqueros, con intromisión del ejército estadounidense, en una versión western (estilo Yojimbo o Por un Puñado de Dólares), dirigido, por supuesto por el maestro, George Romero.

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