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CRÍTICAS - CINE

Comer, Rezar, Amar

Comer, Rezar, Amar (Eat, Pray, Love, EEUU., 2010)

Dirección: Ryan Murphy. Guión: Ryan Murphy y Jennifer Salt. Producción: Brad Pitt y Dede Gardner. Elenco: Julia Roberts, James Franco, Richard Jenkins, Viola Davis, Billy Crudup y Javier Bardem. Distribuidora: Sony. Duración: 133 minutos.


Interminable búsqueda

Una mujer que cambia rotundamente su vida; de un matrimonio convencional y estancado, pasa a una intensa búsqueda. Atreverse nuevamente a amar implica atravesar un camino difícil, pero animarse a transitarlo puede tener su recompensa.

Julia Roberts encarna a una Liz cuya vida parecía perfecta; pero detrás de su sonriente rostro escondía a una mujer insatisfecha. Luego de poner fin a su matrimonio, decide buscar el equilibrio y la paz interior que tanto necesita. Para ello emprende un viaje a los lugares que cree le darán lo que no tiene. Así, comienza por Italia y allí aprende a estar consigo misma. Las amistades que allí encuentra le ayudan a disfrutar nuevamente de los placeres cotidianos; comer sin cargo de conciencia es uno de ellos.

Luego llega a un santuario en India, en donde aprende a rezar. Paradójicamente, en el lugar en donde adoran a una mujer de carne y hueso, busca y encuentra a Dios.

Cuando logra perdonarse sus propios errores parte hacia Bali, en donde se encuentra con un viejo hechicero que había predicho su destino. Es entonces cuando encuentra el amor, aunque deberá luchar consigo misma para permitirse disfrutarlo.

Basada en la novela del mismo nombre de Elizabeth Gilbert, el film muestra un cuento bastante endeble y por demás extenso. La fragilidad de la protagonista se traslada a la historia, que hasta las aventuras en Italia se sostiene; pero la trama, en un intento de hacerse densa,  se torna repetitiva y pesada.

La fotografía es buena y el hecho de transcurrir la acción en culturas diferentes permite mostrar un colorido que le da vida al relato. Los paisajes naturales le aportan algo de frescura y liviandad, la misma con que son tratados los temas trascendentales. En cada destino la protagonista entabla relaciones de amistad que van mostrándole sus puntos débiles y fuertes; pero son muchos lugares, amigos y varias historias; demasiados argumentos para una sola película.

La actuación de la mujer bonita es buena pero no sobresaliente; Bardem en cambio convence un poco más en su papel de hombre que ronda los cincuenta, ya maduro y con una historia de vida fuerte sobre sus hombros.

Por María Eugenia D’Alessio

El Orden no Altera el Producto

 

Esta ultima película de Ryan Murphy, tenía todos los elementos para convertirse en uno de los estrenos más importantes de la semana. Sin embargo, esta producción de Brad Pitt, basada en la autobiografía de Elizabeth Gilbert, terminó quedando a medio camino entre la abulia y la incomprensión de intereses- del personaje protagónico y del director mismo-.

La heroína es Liz Gilbert (Julia Roberts) una periodista exitosa y de vida acomodada, que no logra llegar a la felicidad en su matrimonio. Es así, que decide separarse de su marido (Billy Crudup) para encontrarse prontamente, en otra relación amorosa con un joven actor de teatro (James Franco). No pasa mucho tiempo para que Liz descubra que tampoco con él es feliz, entonces inicia un viaje por Italia, India e Indonesia. La intención del mismo, no es tanto turística sino espiritual. Encontrarse a sí misma, para así poder encontrar el verdadero amor (Javier Bardem).

Hasta aquí se nos presenta una historia prometedora, pero a lo largo de sus extensos 132 minutos, la supuesta comedia romántica de pretensiones místicas, termina por convertirse en un confuso ir y venir de sentimientos encontrados con bellas locaciones de fondo.

El título procura sintetizar las etapas por las que la protagonista atraviesa a lo largo del film; pero si mal no recuerdo, una de las primeras cosas que hace Liz cuando le cae la ficha de lo mal que está en su matrimonio, es ponerse a rezar en el baño de su casa a la espera de una señal divina.

Igualmente, entre nosotros, el orden no altera el producto. Lo mismo sería si se llamase Rezar Comer Amar o Amar Rezar Comer… porque para mi entender el título exacto debería de ser: Ver Aburrir Maldecir. Y paso a explicar porque: 

Ver. En esta parte nos encontramos con lo mejor de toda la película. Entre los primeros 15 y hasta 30 minutos, podemos ver consistencia dramática, buenas actuaciones, humor, amor, desamor y hasta una frase brillante y desgarradora que viene de la boca de James Franco (bello, bello, bello). Después Liz Gilbert, emprende su viaje a Roma, y aquí poco a poco, casi imperceptiblemente, la historia comienza a volcar. Sus vivencias en Italia son encantadoras, pero el hilo conductor con lo primero que habíamos visto se empieza a perder. Pero claro, como la ciudad aparece en su esplendor, repleta de los más pintorescos personajes romanos, uno no se entera- o no se quiere enterar- y sigue mirando a la protagonista deglutir todo con lo que se encuentra a su paso, a falta de un amor. Para este momento los espectadores comienzan a preguntarse: ¿Y Bardem, cuándo aparece?

Aburrir. Liz decide marcharse a la India. No la estaba pasando mal en Roma, pero quiere respetar el itinerario y se va. Se encierra en un centro hindú de meditación- más parecido a un spa oriental que a otra cosa- y se pone las pilas para aprender a rezar. En las primeras sesiones de meditación se queda dormida, y nosotros la entendemos porque nos está pasando lo mismo. Nos empezamos a aburrir (y a dormir) indefectiblemente; ya no hay más galanes. Otra vez: ¿Y Bardem? ¿No era una comedia romántica? Entonces aparece Richard Jenkins. Es obvio que no será su galán, pero ya no hay dudas: algo va a pasar, algo le dará el personaje de Jenkins que haga encausar la historia que para ese entonces viene de capa caída. No ocurre nada. Liz aprende a rezar finalmente y cuando se siente mejor se encamina para Bali.

Maldecir. Ya no queda mucho de película (o al menos eso es lo que queremos creer) y ahora sí aparece Javier. Aunque no como uno esperaba… Liz no se enamora a primera vista como de Franco- en el fondo yo la comprendo- sino que se deja seducir por un rubiecito desabrido que encuentra en una fiesta. Encima Barden hace de brasileño, y no se lo creemos. Liz se empecina en seguir meditando, y ahora peor que se reencontró con su gurú. Todo es tan superficial, que nada de esa falsa espiritualidad nos toca, y maldecimos a Liz, al gurú, al trucho brasilero y por sobre todo a Ryan Murphy. ¿Cuánto falta para que termine la película? ¡Finalmente Roberts y Bardem se enamoran(o no), porque ella da tantas vueltas! Pero ya no importa que cosas pasen o como pasen, ya estamos hastiados de tanto enrosque seudo espiritual.

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