(Estados Unidos, 2019)
Dirección: Rick Roman Vaugh. Guion: Robert Mark Kamen, Matt Cook, Ric Roman Waugh. Elenco: Gerard Butler, Morgan Freeman, Nick Nolte, Piper Perabo, Danny Huston. Producción: Gerard Butler, Mark Gill, Matt O’Toole, Matthew O’Toole, Alan Siegel, John Thompson, Les Weldon. Distribuidora: Energía Cine. Duración: 121 minutos.
MI QUERIDO PRESIDENTE
Si al momento de estrenar Ataque a la Casa Blanca alguien hubiese sugerido que tenía potencial suficiente para convertirse en una trilogía, seguramente el eco de las risas habría llegado incluso hasta el 1600 de la Avenida Pennsylvania en Washington. Pero contra todo pronóstico, ese personaje llamado Mike Banning (Gerard Butler) -dibujado de una forma ultra derechista y violenta digna del cine de superacción de los ochenta- parece tener más aventuras explosivas con las cuales decorar la pantalla en Presidente bajo fuego.
En una producción cuyos límites presupuestarios se hacen palpables fotograma tras fotograma, Banning tiene la difícil tarea de limpiar su buen nombre luego de ser acusado de orquestar un intento de asesinato contra el mismísimo presidente de los Estados Unidos (Morgan Freeman). Siendo buscado por la Ley y todas las agencias de inteligencia imaginables, Banning debe sobrevivir a esta cacería humana y al mismo tiempo descubrir quién le tendió tan maquiavélica trampa.
Hay algo que definitivamente tenemos que reconocerle a Presidente bajo fuego: su equipo de guionistas tuvo la astucia suficiente como para no repetir el esquema argumental de las dos entregas anteriores, donde Mike Banning era el hombre encargado de salvar todo y a todos. Esta vez a quien debe salvar, en primera instancia, es a sí mismo. Pero por supuesto aquella mencionada astucia tiene un límite, y es ahí donde se empiezan a reciclar ideas viejas dando como resultado un relato que combina el main plot de El fugitivo con la dinámica de Los federales y la tragicómica relación padre-hijo de Indiana Jones y la última Cruzada. El resultado bordea constantemente el absurdo, pero al menos se trata de un nivel de absurdo completamente nuevo para la saga.
Si bien Gerard Butler cae dentro de la categoría “héroe de acción”, sus días de músculos marcados y abdominales perfectos de la época de 300 quedaron allá lejos. Pero en esta ficción le viene como anillo al dedo, porque su Mike Banning es un agente del Servicio Secreto que ha peleado mil batallas y su cuerpo se encuentra constantemente al borde del quiebre. Lo que no podemos es asegurar al ciento por ciento que se trate del típico ejemplo del artista que sacrifica su cuerpo por su arte, aunque nos inclinamos a pensar que en realidad se trató de adaptar el guión a la realidad corporal de un Butler de casi 50 primaveras y poca actividad física.
Nick Nolte sorprende en el papel de Clay Banning, el papá ausente de Mike que hace una reaparición en el momento más crítico de su hijo. Barba larga y desprolija, indumentaria que coquetea con la indigencia, diálogos balbuceantes… otro caso de un actor cuyo personaje parece haber sido adaptado a su yo del mundo real.
Con diálogos trillados, villanos caricaturescos, vueltas de tuerca que se ven venir desde la primer escena y esa combinación de tropos mejor realizados y definitivamente mucho más exitosos allá por los noventa, Presidente bajo fuego es una de las películas de acción más accidentalmente autoconscientes de los últimos tiempos, donde todos sabemos qué va a pasar, a quién van a matar, quien va a zafar, quién termina traicionando al héroe y qué cara va a poner Butler mientras sobrevive a la epopeya. Pero por algún motivo ese halo de absurdez que la ilumina termina revelando cierto potencial para transformarla en un extraño placer culposo.
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