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CRÍTICAS - CINE

Desde la Oscuridad (Out of the Dark)

(Estados Unidos/ Colombia/ España, 2014)

Dirección: Lluís Quílez. Guión: Javier Gullón, David Pastor y Àlex Pastor. Elenco: Julia Stiles, Scott Speedman, Stephen Rea, Pixie Davies, Alejandro Furth, Vanesa Tamayo, Guillermo Morales Vitola, Frank Cuervo. Producción: Cristian Conti, Andrés Calderón, Belén Atienza y Enrique López Lavigne. Distribuidora: SBP Worldwide. Duración: 92 minutos.

Los espectros como subproductos capitalistas.

¿Qué hubiera sido del imperialismo de los siglos XIX y XX sin el simpático arquetipo de la “civilización”? Hablamos de un comodín que facilitó conceptualmente el pillaje alrededor del globo, por parte de las potencias de los países centrales, en nombre de una trasposición literal de las “bondades” de una comarca hacia la otra. Por supuesto que la estratagema escondía distintas actividades en el Tercer Mundo que se extienden hasta el día de hoy vía la complicidad de las cúpulas gubernamentales locales, como por ejemplo la expropiación de las materias primas, el empleo de mano de obra barata, el usufructo monopólico de los recursos energéticos y la transferencia desregularizada e irrestricta de activos financieros.

A rasgos generales podemos afirmar que el cine de terror gusta de los escenarios exóticos de la periferia pero no suele analizar el proceso que promovió los detalles contextuales de turno, léase la degradación y la miseria, dando por sentado el saqueo para concentrarse en las consecuencias a nivel del odio arrastrado a través del tiempo. Desde la Oscuridad (Out of the Dark, 2014) funciona como otro retrato de los puntos en contacto entre el afán de lucro desproporcionado y la penuria que va dejando en un poblado con hambre de progreso, ahora bajo la sombra de una planta papelera que se instala en Colombia, construyendo una analogía entre las carnicerías del pasado remoto y las de un presente que reclama venganza.

Precisamente, hoy son las leyendas -que se remontan a las masacres perpetradas por los españoles durante el período colonial- las que aportan el nexo con el hurto de siempre y el accionar de unas víctimas reconvertidas en espectros, los subproductos capitalistas del momento. Lamentablemente el director Lluís Quílez no consigue llevar el relato más allá del esquema del outsider, centrado en la premisa “familia tipo anglosajona se traslada a regiones un tanto inhóspitas y descubre que su linaje está vinculado con una tradición de inequidades varias”: si bien se agradece mucho el intento en pos de recuperar la valentía del horror de antaño, los estereotipos y las citas a Poltergeist (1982) empantanan el desarrollo.

El desempeño del elenco compensa en parte las falencias del guión, así se destacan Julia Stiles como la madre del clan, Stephen Rea en la piel del padre de la susodicha y la pequeña Pixie Davies como la típica hija secuestrada por los espíritus. Otro factor que evita el desastre es la fotografía de Isaac Vila, quien aprovecha con inteligencia las locaciones colombianas sin caer en el populismo ni en el exploitation de la pobreza de películas similares. En síntesis, la obra es prolija y tiene un par de escenas interesantes, no obstante la reincidencia en los engranajes más elementales de los jump scares ratifica esa falta de ideas y/ o entusiasmo que caracteriza al género en su vertiente industrial contemporánea…

calificacion_2

Por Emiliano Fernández

 

América profunda.

La explotación de los recursos naturales de Latinoamérica ha sido y es un capítulo ominoso de la historia del continente. En Desde la Oscuridad, el primer largometraje del director catalán Lluís Quílez, se combinan elementos del drama social y del terror sobrenatural que mezclan la realidad con la magia, una marca registrada de los escritores y guionistas latinoamericanos desde Julio Cortázar y Gabriel García Márquez hasta Manuel Puig y Jorge Luis Borges.

En este género tan particular de realismo sobrenatural, en el que se destacan -entre otras- las películas del director mexicano Guillermo del Toro, El Espinazo del Diablo (2001) y El Laberinto del Fauno (2006), los guionistas Javier Gullón, David Pastor y Àlex Pastor idearon una historia alrededor de unos niños desaparecidos hace veinte años en circunstancias extrañas en un pueblo ficticio de Colombia,  Santa Clara. Allí la leyenda reza que en la época del sojuzgamiento de los pueblos que habitaban el área, los conquistadores españoles secuestraron a los hijos de los pobladores para pedir un rescate en plata. Una vez entregada la plata, los españoles asesinaron a los niños encerrándolos en una iglesia que prendieron fuego.

En un comienzo cinematográfico extraordinario de gran tensión, un médico quema registros médicos de pacientes muy jóvenes en su casa en medio de la selva cuando escucha que alguien llama a la puerta. Al bajar los acontecimientos se precipitan hacia un terror sobrenatural en medio de una gran tormenta que asola la zona. Veinte años después una pareja se muda con su pequeña hija a la misma casa, propiedad de la compañía papelera que posee el empresario Jordan Harriman (Stephen Rea). Allí Sarah, la hija del susodicho, y Paul, su esposo, se aclimatan al calor latinoamericano tras su paso por Londres, pero pronto su hija se ve acosada por unos niños lacerados con la cara envuelta por trozos de tela.

A pesar de la gran escena del comienzo que hace pensar en una película electrizante de género, la historia nunca se define y tambalea entre el drama social y el temor a lo taumatúrgico. Desgraciadamente el principal culpable de los problemas que presenta el film es el director Quílez, quien no permite que los actores encuentren su lugar en la historia demostrando una pobre labor. A pesar de los problemas, por momentos la historia de Desde la Oscuridad logra opacar los errores del director para hacer convivir la herencia de la explotación y el saqueo, que los distintos países vienen realizando de los recursos del continente, con una especie de horror mágico pero cálido.

La mezcla de actores norteamericanos con colombianos tampoco logra un buen resultado, destacándose más la actuación de la actriz secundaria Vanesa Tamayo que la del elenco anglosajón. La película tampoco aprovecha la fotografía de las locaciones ni profundiza en las relaciones sociales, para finalmente quedarse en la superficie de la responsabilidad social como ideología de la superación de los errores del pasado. Aunque por momentos asoma un intento de construir otra película con otro ritmo y otro rumbo, todas estas características antes detalladas hacen del film una obra fallida y una verdadera oportunidad perdida de trabajar los mitos precolombinos con la herencia macabra de la conquista española y la posterior era de usufructo perverso del territorio por parte de todo aquel que -con capital y pocos escrúpulos- estuviera dispuesto a sojuzgar a una población pacífica.

calificacion_2

Por Martín Chiavarino

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