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FESTIVALES

Diario del Festival – Día 3

Diario del Festival – Día 3

Pinamar, 7 de marzo de 2011

Día en que se realizó uno de los tres homenajes pautados para la muestra, es el caso de La Película del Rey, de Carlos Sorín cumpliendo 25 años de su realización, presentada con una copia en fílmico sobre la que el director comentó la dificultad con que se contó para poder ubicarla.

La Embajada de España por su parte, brindó un lunch, contando con la presencia de Goya Toledo (Planes para Mañana) y David Pinillos (Bon Appétit!), sumando la presencia de representantes del Festival de Málaga y colaboradores del Embajador español.

Por la India, se proyectó el clásico y film de culto Apajarito (1957), con copia de no tan buena calidad, desfasajes sonoros y falta de subtítulos en algunos fragmentos, no obstante la experiencia única de poder ver en fílmico el tan recordado film dejó satisfechos a los espectadores presentes.

Sección: Lo Mejor del Festival de Málaga

Bon Appétit! (David Pinillos, España, Alemania, Suiza, 2010), por Cecilia Martinez

Esta es una historia romanticona, por momentos medio cursi y básicamente pochoclera. Absolutamente olvidable.

La historia de un chef español que consigue trabajo en un prestigioso restaurante de Zurich, en donde se enamora de la sommelier que es la amante del dueño del restaurante que la juega de amiga, pero por momentos lo seduce y le genera falsas expectativas. El joven chef, como vemos casi desde la primera escena, se confunde, se enamora (¡qué rápido que se enamoran algunas personas, por favor!), intenta por todos los medios conquistarla (hasta le cocina unos fideos con yema de huevo y una pastilla de menta ¿?), aun cuando se entera de que está embarazada del amante, jefe de ambos. En el medio, aparece otro chef del restaurante, uno de los hombres más lindos del planeta, que vendría a ser como una voz de la conciencia del pobre chef confundido y que le da constantemente conejos de moral y cuya sexualidad resulta llamativamente indefinida.

El dueño del restaurante, un hombre mentiroso y bastante hijo de puta, como todo tipo que mete los cuernos a su esposa, abandona a la sommelier cuando ella más lo necesita y la deja completamente desamparada y desolada. Así desamparada como queda, empieza un juego histérico con el pobre chef con cara de bueno y sonrisa compradora, y por momentos parece que se va enamorando de él y por momentos perece que se ríe de él y le tiene lástima.

El chef va ascendiendo en el restaurante conforme su vida sentimental entre ex novia y sommelier se desmorona. Hasta que el chef lindo de los ojos azules le pega un sacudón (no literal, aunque en una escena casi que sí es literal, de ahí mi confusión acerca de su sexualidad), el joven reacciona, va a en busca de la sommelier que ahora vive en Alemania y está a punto de parir, le confiesa su amor y la acompaña en el parto, solo para que ella lo rechace vilmente.

Una comedia romántica, que aborda lacónicamente el tema del desarraigo y esta cuestión de que el éxito laboral va inexorablemente de la mano de comportamientos deleznables y que, solo cuando el protagonista abandona la búsqueda de este éxito, puede retomar la senda moral que venía transitando antes de ser tentado por las macabras promesas de éxito.

Nada del otro mundo, algunas escenas lindas gracias a una música linda. Quizá lo más rescatable es el final no feliz, que no suele ser el caso en las películas de este género que definitivamente me hincharon las bolas. Porque para historias románticas déjenme con Miami Vice.

Sección: Un Día, Un Film

La Chica del Tren (La Fille du R.E.R., André Téchiné, Francia, 2009, por Cecilia Martinez

Dormir en el Cine

Hace unos meses publicaron en El Amante una nota sobre el placer de dormir en el cine cuando la película que estamos viendo es un bodrio espantoso y el único recurso disponible para que los minutos vuelen y la sensación tortuosa de fumarse semejante esperpento resulte fugaz es pegarse una buena siesta en la butaca. No hablamos de un descanso largo y profundo –aunque en algunos casos eso sería una bendición divina– sino de una especie de dormitación, un intermitente cerrar de ojos para luego abrirlos, volver a corroborar la bazofia monumental, y decidir cerrarlos de nuevo, algo así como una ensoñación mezclada con los diálogos de fondo y algunos ruidos de la sala, como por ejemplo el de la tarada de atrás que mascaba chicle con ruido y a quien hubo que pedirle que por favor llevara a cabo tan simple actividad como una persona normal. En fin…toda esta introducción viene a colación de que anoche mi amigo y colega Jose tuvo el placer de salir de la sala en la que se estrenó La Chica del Tren y expresar con una paz y una serenidad que solo la más plácida de las siestas puede brindar: “No se si me gustó o no porque me dormí casi la mitad de la película”. Y, ante semejantes palabras, mi cabeza solo pudo esbozar este pensamiento: “¿Y por qué mierda yo no me dormí también?” La respuesta: porque, ¿quién iba a escribir esta crítica? Y aquí estoy, y dado que la introducción fue larga, lo que sigue va a ser extremadamente conciso.

Película francesa, con Catherine Deneuve (no sobresale ni se luce y tiene la misma expresión durante toda la película aunque no termino de discernir si eso se debe a que las cirugías no le permiten mover los músculos de la cara o a que interpreta el papel de una madre medio boluda y con poco carácter); una joven muy linda, la hija del personaje de Deneuve (el director parece querer resaltar constantemente ese rasgo ya que nos muestra alrededor de 100 planos de su cara y de su cuerpo), que no sabemos si está loca, deprimida, es mitómana o simplemente es una boluda como la madre; un chico que persigue a la chica linda y se enamora de ella, pero no sabemos si en cualquier momento la va a cagar a trompadas, si es un psicópata sexual, o si es un buen tipo, y resulta ser un traficante de drogas romántico; un tren que va y viene 80 veces (claro, claro, por si no entendimos el título); una familia judía compuesta por un ex marido y una ex mujer que al principio se odian pero después vuelven a estar juntos; el padre de él, un abogado de renombre, que estuvo o está (no me queda claro a pesar de no haberme dormido) enamorado de la Deneuve; el hijo de la pareja que parece un chico bastante inteligente pero actúa tan mal que termina pareciendo lo contrario; el antisemitismo en ciertos lugares de Francia; una mentira de la chica linda con respecto a un ataque antisemita; una visita a la casa de la familia judía para que la chica reflexione y confiese su mentira. Lo único muy rescatable, una banda de sonido hermosa (piezas de Haendel y Vivaldi, entre otros), que acompaña una fotografía linda pero absolutamente redundante. Aparentemente, todo esto basado en hechos reales aunque al final de la película nos dicen que todo lo que vimos es ficción. En resumen, una historia que solo invita a hacer la siguiente reflexión: ¿Por qué mierda yo no me dormí también?

Sección: Y el Ganador es…

Cerro Bayo (Victoria Galardi, Argentina, 2010), por Cecilia Martinez

Esta película tenía un punto a favor para mí y era el lugar en el que transcurre: La Patagonia, uno de los lugares más lindos del mundo.

La directora y guionista, Victoria Galardi, oriunda de Bariloche, supo mostrar la belleza monumental e incomparable de esta ciudad y los rasgos característicos de sus habitantes, que son característicos, como bien ella dijo en la conferencia de prensa de hoy, de cualquier pueblo chico, en el que todo es noticia, todo se sabe, todo el mundo comenta y la discreción es una virtud de la que prácticamente todos carecen.

Lo que toda la crítica resaltó, además de la fotografía ya mencionada, es la selección de actores. Todo el elenco de esta película se luce y sabe retratar una historia simple pero llena de matices y sutilezas captadas gracias a un guión excelente.

En la conferencia de prensa, Victoria también habló de la intención que había tenido de contar una historia trágica (el intento de suicidio de la madre de dos hijas) pero con ciertos elementos humorísticos, porque justamente así es la vida, y podemos encontrar cierto alivio y decomprensión en esos momentos de humor.

Porque el humor es el acercamiento a lo trágico; casi todo evento terrible puede tener una mirada de alguna manera cómica, un poco más reconfortante, y eso es lo que la película muestra. Y en este punto – más el afiche caricaturesco– no puedo evitar recordar a la gran The Savages, con dos grandes como Laura Linney y Philip Seymour Hoffman, en la que hay un conflicto similar (en este caso un padre con demencia) y dos hermanos con miradas muy disímiles con respecto a la enfermedad irreversible y a las consecuencias de ella en el entorno del enfermo. Hay también en esta película varios momentos humorísticos que sirven para romper el clima trágico que la enfermedad supone.

En Cerro Bayo, el personaje de Inés Efrón es el que más logra este efecto cómico; Inés es una joya del cine argentino; cada vez que aparece en escena, con esa mezcla de ingenuidad y perturbación que la caracteriza, desata las carcajadas de toda la audiencia. El guión es genial y la relación entre ella y su hermano (Nahuel Pérez) tiene una naturalidad que solo ellos dos podían brindarle a esa historia. Verónica Llinás es otra actriz excelente que interpreta a la hermana más desapegada de las dos, las más racional y materialista, que deja entrever que no tuvo una buena relación con la madre, y que está más preocupada por dónde escondió su madre la plata que ganó en el casino que por si sale o no del coma. La actriz mexicana Adriana Barraza está muy bien en el personaje de la otra hermana, la más sensible, asquerosa e irritantemente sensible, totalmente devota de su madre y que muestra gran desaprobación por muchas de las conductas de su hermana.

La película se desarrolla con un ritmo y una armonía perfectos y llega a construir las realidades de sus protagonistas en sus cortos 86 minutos.

Hay una escena que quisiera destacar, que rompe con la estética de la película, cuando el personaje de Llinás entra a firmar la venta del terreno de su madre, el primer momento en el que escuchamos música extradiegética, que transcurre en cámara lenta, como otorgándole otra jerarquía, otra lectura, muy diferente al resto de las escenas. Una escena con cierto impacto visual, que desconcierta y a la vez transmite varias sensaciones.

Grandes actuaciones, un guión excelente, una puesta en escena y un montaje cuidados hasta el más mínimo detalle, nos dan como resultado esta película hermosa, una de las mejores que vi hasta ahora en Pantalla Pinamar.

Sección: “Y el Ganador es…”

Crítica de films que integran la sección previamente publicadas en A SALA LLENA:

Aballay, el Hombre sin Miedo, por Matías Orta

http://www.asalallenaonline.com.ar/festivales/25o-festival-internacional-de-cine-de-mar-del-plata/1360-competencia-oficial.html

Caño Dorado, por Carlos Federico Rey

http://www.asalallenaonline.com.ar/festivales/25o-festival-internacional-de-cine-de-mar-del-plata/1361-competencia-latinoamericana-de-largometrajes.html

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