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CRÍTICAS

El Niño con los Pies Pintados

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El Niño con los Pies Pintados

Dirección: Diego Brienza. Autoría: Diego Brienza, Laura Fernández. Escenografía: Cecilia Zuvialde. Vestuario: Cecilia Zuvialde. Iluminación: Sandra Grossi. Diseño y Realización de Objetos: Victor Salvatore. Coreografía: Federico Borensztejn, Maia Menajovsky. Elenco: Marcelino Bonilla, Mar Cabrera, Daniela Donschik, Lucrecia Gelardi, Melina Kuperman, Laura Lina, Horacio Marassi, Pamela Marmissolle, Maia Menajovsky, Gabriela Perisson, Vanina Salomon, Mauro Telletxea. Prensa: Carolina Alfonso.

Tú tienes pies y tienes manos

pero no se ven

Si tus pies hoy nacieron viento

déjalos correr

y si tus manos con las plantas

déjalas crecer

Vive de azul, porque azul

no tienes domingos

¿De qué trata la obra? De muchas cosas, de mucha gente, de un niño, un número, una familia, un padre, una silla, una madre, una doctora, muchas pasantes, una institución, el estado, un médico y un pobre chico… ¿Qué pasa cuando un niño, un pobre chico, como lo definen una y otra vez durante la pieza, es tratado como una cifra, un informe, un tema para una tesis: todo menos un niño? De lo que pasa y lo que no pasa, de eso se trata la pieza y de lo que dispare en nuestra cabeza…

El Niño con los Pies Pintados expone lo agarrotado del sistema de salud mental, la sordera familiar y la falta de contención real en un texto diferente con buenas actuaciones y un ritmo bien logrado para los temas que abarca.

“Ser sincero, a veces, es  muy poco profesional” repite el doctor, al cual le gusta que le digan médico y su colega asiente, completando sus frases, explica y repasa los hechos que traumaron a un niño a medida que pasaban los años. Son excelentes las interpretaciones de Mauro Telletxea y Mar Cabrera, los cuáles se complementan otorgándole solidez a los parlamentos.

Marcelino Bonilla es el niño, hombre, joven, adulto y chico que habla cuando el médico piensa que es conveniente que se exprese su mente, cuenta lo que ve su alrededor: describe a las aspirantes a psicopedagogas que lo visitan seis veces al año para preguntarle siempre lo mismo, comenta alguna que otra conversación que tuvo con le médico y sueña, sueña para tapar su dolor, sus marcas. Transmite ternura a través de un escalofrío, algo difícil de imaginar, pero que el actor consigue sin ahondar en tintes dramáticos. Lo mismo sucede con el padre y la madre, que vivieron  el desorden con la llegada del chico, la mujer de aspecto callado: sacude con sus palabras, el hombre se descubre como lo que realmente es mediante un ejercicio atroz…

Brienza y Fernández colocan al niño como ejemplo de todo aquel que fue absorbido por el sistema  por ser diferente, herido, callado y todos sus etcéteras posibles, dosificando sabiamente con humor, música y fantasía varios temas que parecen no poder tener estos componentes para así poder desafiar al público.

Teatro: Abasto Social Club .- Yatay 666-

Funciones: Viernes 23,00 hs

Entrada: $40 y $50

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