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CRÍTICAS - CINE

Escalofríos (Goosebumps)

(Estados Unidos/ Australia, 2015)

Dirección: Rob Letterman. Guión: Darren Lemke. Elenco: Jack Black, Dylan Minnette, Odeya Rush, Ryan Lee, Amy Ryan, Jillian Bell, Ken Marino, Halston Sage, Steven Krueger, Keith Arthur Bolden. Producción: Deborah Forte y Neal H. Moritz. Distribuidora: UIP. Duración: 103 minutos.

Los monstruos invaden Madison.

Por fin estamos ante una sorpresa en el campo del entretenimiento hollywoodense ATP, un mínimo ejemplo de hasta dónde se puede llegar si se encara el proyecto de turno con paciencia narrativa y algo de cariño hacia los personajes. La fórmula detrás de Escalofríos (Goosebumps, 2015) es muy sencilla aunque eficiente: tenemos un contexto ochentoso de “pueblo chico copado” a la Gremlins (1984), la premisa fantástica y el fetiche para con los CGI de Jumanji (1995), y un tono que deambula entre la comedia familiar y las aventuras en sintonía con Una Noche en el Museo (Night at the Museum, 2006), lo que redondea una experiencia gratificante sostenida tanto en la mesura del relato en su conjunto como en el carisma del gran Jack Black, uno de los últimos bufones verdaderamente chiflados del cine.

La película se destaca desde su misma concepción, ya que en vez de adaptar alguna de las múltiples novelas infantiles de horror de R.L. Stine, pertenecientes a la archiconocida franquicia de Goosebumps, aquí el equipo de realizadores decidió construir una historia que incluya por un lado una gama variopinta de criaturas de la noche (marca registrada de la saga), y por el otro al propio autor en tanto personaje ficcional (como era de esperar, Black en este apartado privilegia su histrionismo por sobre el humor absurdo que lo caracteriza). En esta oportunidad la trama explota la avanzada destructora de un grupo de monstruos que cobran vida a partir de las propiedades mágicas de una máquina de escribir: cada libro encierra a seres de pesadilla, que se liberan cuando se abren los cerrojos de los volúmenes.

Más allá de los estereotipos en cuanto al desarrollo en general, se agradece el detalle de apuntalar un trío de protagonistas adolescentes con carnadura y bien delineados. De hecho, la primera media hora está dedicada a presentarnos a Zach (Dylan Minnette), el “chico nuevo” en el pueblito de Madison, Hannah (Odeya Rush), una vecina sexy y misteriosa, y Champ (Ryan Lee), el secundario bizarro que nunca puede faltar. El Stine de Black, hoy padre de Hannah, es una especie de ermitaño paranoico que la mantiene alejada del mundo, lo que por supuesto deriva en la curiosidad/ obsesión de Zach y en el accidente posterior que desencadena la hecatombe. Las hordas de engendros están comandadas por Slappy, un muñeco psicótico que busca venganza contra su creador por la maldita “reclusión literaria”.

Considerando el desempeño del director Rob Letterman hasta la fecha, responsable de propuestas bienintencionadas pero fallidas como El Espanta Tiburones (Shark Tale, 2004), Monstruos vs. Aliens (Monsters vs. Aliens, 2009) y Los Viajes de Gulliver (Gulliver’s Travels, 2010), sin duda Escalofríos rankea como la mejor del lote. Aquí no hay sermones sobre los vínculos comunales, pavadas de autodescubrimiento o los chistes grasientos del mainstream de nuestros días; todo aquello queda en el olvido gracias a un periplo que se juega por el terror honesto y amigable, siempre hermanado a la imperiosa necesidad de sobrevivir a una noche de desmadre total. Por suerte el encanto de las pequeñas hazañas supera a tanta polución CGI que tiende a despersonalizar al cine, bloqueando su corazón…

calificacion_3

Por Emiliano Fernández

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