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CRÍTICAS - CINE

Gato con Botas (3D), según Julián Tonelli

Un felino, una leyenda

Advertencia: esta es una crítica de la versión doblada al español.

El Gato con Botas merecía realizarse antes que, por lo menos, las dos últimas secuelas de Shrek. Eso no ocurrió. Dreamworks insistió con su más célebre personaje antes de recurrir al simpático felino. Ahora, finalmente, le llegó el gran momento de brillar. El resultado es una película amena, correcta y predecible. Teniendo en cuenta la poca inspiración que exhibían Shrek Tercero y Shrek Para Siempre, el nuevo blockbuster de la factoría creada por Katzenberg, Geffen y Spielberg puede ser recibido como un buen signo de recuperación.

La película de Chris Miller relata la búsqueda de la Gansa de Oro por parte del gato, su amigo Humpty Dumpty y Kitty, una felina tan bella como astuta. Los tres deberán hacerse con unos extraños frijoles y emular a Juanito con sus habichuelas mágicas, escalando hasta el palacio en las nubes donde, custodiada por un monstruoso pajarraco, habita la gansa.

El origen del personaje central, cabe señalar, se remonta a un viejo cuento de hadas escrito por Charles Perrault en el siglo XVII. Poco queda en la actualidad de esa procedencia francesa. Antonio Banderas convierte al gato en un ícono hispánico de la animación infantil. Por momentos ese acento de cantante de flamenco se torna un poco irritante, pero lo cierto es que dota a nuestro héroe de un carácter inconfundible. No siempre las voces famosas en este tipo de films pasan de ser un mero pormenor decorativo. De hecho, sólo algunas quedan en el recuerdo (Tom Hanks en Toy Story, Jeremy Irons en El Rey León, por ejemplo). El actor de La Piel que Habito puede jactarse de haber realizado un trabajo digno de este último grupo.

Allí donde el guión de El Gato con Botas carece de originalidad, sus electrizantes escenas de acción y sus toques de humor nos envuelven. Saltos, corridas y persecuciones a través de las nubes se suceden a un ritmo frenético, y el aprovechamiento de tales situaciones podría haber sido aún mejor con una mayor incidencia del efecto 3D. Claro está que, para disfrutar del film de Miller, no hace falta ponerse los anteojitos.

Como ya se señaló, el gato se roba la película, a tal punto que no se percibe contrapeso alguno. El villano con el que este tipo de historia debería contar brilla por su ausencia. No sabemos qué tanto aportó Zach Galifianakis al Humpty Dumpty de la versión original en inglés, pero lo cierto es que el resto de las criaturas del relato no logra trascender la opacidad. De todas maneras, esto no es nada que no pueda corregirse en futuras secuelas (que las habrá). Por ahora, no caben dudas de que el felino más famoso de la animación infantil actual puede sostener él solito la efectividad de un producto que, por fin, lo tiene como estrella. No es poco.

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