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CRÍTICAS - CINE

Hazme el favor (No Hard Feelings)

BOYS, DON’T CRY

En este momento coinciden en cartel dos comedias muy disímiles entre sí que representan dos respuestas posibles a la pregunta (bastante estúpida, a mi entender) de qué hacemos con la comedia hoy: Barbie y Hazme el favor. En los últimos años hubo ciertos cambios de paradigma que llevaron a demasiada gente a pensar que “ya no se puede hacer comedias”, un disparate sin ningún tipo de goyete en una historia del cine que incluyó algo como el código Hays. Que hoy ya no nos resulte gracioso algo con lo que sí nos reíamos hace 30 años es algo que sucedió siempre, y es perfectamente natural. Las películas de hace 30 años van a seguir existiendo, y hoy haremos humor con otras cuestiones, o reflexionando acerca de esas mismas cuestiones sobre las que ya no está bueno reírse. Superbad de Greg Mottola, por ejemplo, es anterior a todos los cambios sociales que hubo en el último tiempo y propone una estudiantina que está muy lejos de las comedias adolescentes de los años 80 y de su misoginia; que entiende bien cuestiones como, por ejemplo, el consentimiento. Esto no quiere decir que vayamos a dejar de ver una gran película como Se busca novio de John Hughes, que incluye una violación que la trama y sus personajes justifican; simplemente hoy la seguimos viendo, la disfrutamos y en un momento nos preguntamos cómo diablos se nos pasó por alto durante tantos años un detalle tan evidente.

Hoy vivimos en un mundo en el que todo es visto como una amenaza: es increíble cómo quienes se refieren a los jóvenes de hoy como “la generación de cristal” después se ofenden cuando la sirenita es negra, cuando hay cazafantasmas mujeres, cuando aparecen personajes LGBT en las películas de superhéroes. Resulta muy gracioso ver cómo algunos creen que Barbie, una película que muestra un cariño infinito incluso por quienes deberían ser sus villanos, es “anti hombres”.

Si Barbie elige hablar sobre la coyuntura desde un lugar de sofisticación tanto visual (con un estilo que viene directamente desde el cine clásico, el musical incluido, y donde Gerwig incluso se atreve a contrabandear referencias a Proust y a Playtime de Jacques Tati en un tanque de Hollywood auspiciado por una marca de juguetes) como a la hora de hacer humor (es difícil encontrar apuntes tan acertados sobre la masculinidad como aquellos que surgen del plan de las Barbies para recuperar Barbieland y que también incluyen algunas referencias deliciosas), Hazme el favor decide hacerlo de una manera bien salvaje que remite a cierta comedia raunchy de décadas pasadas. La segunda película de Gene Stupnitsky, luego de aquella pequeña gran comedia que fue Good Boys (2019), es un disparate desde su misma premisa: Maddie (Jennifer Lawrence), una chica de 32 años, está con problemas monetarios y encima le confiscaron el auto, lo cual es todo un tema porque su principal fuente de trabajo es ser conductora de Uber. Casual/arbitrariamente, se encuentra con un aviso en el que unos padres (interpretados por Laura Benanti y un canosísimo Matthew Broderick) ofrecen un Buick a cambio de seducir a su hijo Percy (Andrew Barth Feldman, enorme comediante), un joven retraído de 19 años que está a punto de entrar a Princeton, para que “adquiera experiencia”. Todo bastante turbio, y Stupnitsky lo sabe perfectamente y lo utiliza para hacer comedia: hay un momento brillante en el que vemos a Percy llegando en bicicleta a su trabajo (un refugio de perros) y de repente ella entra en plano, de espaldas, mientras empieza a sonar una música de thriller berreta de los 90. Y acá volvemos a aquello de lo que hablábamos antes de adaptarse a los tiempos que corren: si la película se hubiera hecho en otra época, tal vez el ofrecimiento habría sido presentado como algo un poco más, digamos, normal; menos polémico. Hoy es claro que toda la premisa es polémica (o “problemática”, como se suele decir ahora), y la película se hace cargo de eso y hasta lo usa a su favor.

Lo que hace Jennifer Lawrence en esta película es realmente descomunal, y merecedor de un montonazo de premios que no va a ganar porque se tiende a pensar que la comedia no es un buen vehículo para desplegar dotes actorales (lo cual es ridículo, por supuesto). Acaso el mejor momento de la película, o por lo menos el más perdurable, sea aquella escena en la que Maddie sale del mar totalmente desnuda y empieza a cagar a trompadas a dos chicos y una chica que les robaron la ropa a ella y a Percy. Una escena bestial y catártica, guarrísima y encantadora, que utiliza el desnudo con fines estrictamente cómicos (hay una piña en la concha que es una belleza total). Puro empoderamiento femenino, que se complementa y se completa con las charlas que tiene Maddie con su amiga Sara (Natalie Morales) a costa de Jim (Scott MacArthur), marido de esta última y un surfer taradísimo que, aquí también, la película trata con mucho amor.

(Estados Unidos, 2023)

Dirección: Gene Stupnitsky. Guion: Gene Stupnisky, John Phillips. Elenco: Jennifer Lawrence, Andrew Barth Feldman, Laura Benanti, Matthew Broderick, Natalie Morales, Scott MacArthur, Ebon Moss-Bachrach. Producción: Justine Ciarrocchi, Jennifer Lawrence, Naomi Odenkirk, Mark Provissiero. Duración: 103 minutos.

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