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CRÍTICAS - CINE

Kung Fu Panda 2

Kung Fu Panda 2 (Kung Fu Panda 2, EE.UU. 2011)

Dirección: Jennifer Yuh. Guión: Glenn Berger, Jonathan Aibel, Robert Koo. Producción: Jonathan Aibel, Glenn Berger, Melissa Cobb, Guillermo del Toro. Voces:: Jack Black, Angelina Jolie, Dustin Hoffman, Gary Oldman, Jackie Chan, Seth Rogen, Lucy Liu, David Cross, James Hong, Michelle Yeoh, Danny McBride, Dennis Haysbert, Jean Claude Van Damme, Victor Garber. Distribuidora: UIP. Duración: 90 minutos.

Po el panda, luego de vencer a Tai Lung, adentrarse en el vasto mundo del kung fu y ser reconocido por fin como el Guerrero Dragón, continúa su entrenamiento junto a los cinco furiosos (Tigresa, Mono, Mantis, Víbora y Grulla), bajo la enseñanza del Maestro Shifu, continuando el legado de Oogway, el gran Maestro Tortuga.

Varios Señores del kung fu comienzan a desaparecer de forma misteriosa, por lo que el equipo de animales es enviado a investigar y a encontrar a los Maestros Cocodrilo, Trueno Rhino y Mofeta. Gran sorpresa se lleva todo el templo de entrenamiento cuando descubren que quien está detrás es Lord Shen, un pavo real y formidable guerrero, que fue desterrado mucho tiempo atrás por manipular las artes oscuras de los fuegos de artificio, y vuelve con todo su ejercito de lobos para conquistar China y acabar con el kung fu ahora que posee un arma capaz de arrasar con todo lo conocido.

Shifu legará a Po la última enseñanza del Maestro Oogway, que es el dominio de la paz interior, para liberar un nuevo poder que haga frente a la nueva amenaza, pero el panda cuenta con mayores problemas ya que deberá lidiar con el pasado, su origen y la verdad detrás de su padre ganso, el Sr. Ping, que lo crió desde pequeño. Será entonces que tras resolver todas las incógnitas que Po será capaz de enfrentar al mal y poder vivir el presente, que es lo único que importa.

Kung Fu Panda 2 nos presenta una vez más una historia por demás entretenida en la que se cuenta con gran calidad y maestría, esta vez bajo la dirección de Jennifer Yuh (a diferencia de la primera entrega dirigida por Mark Osborne), las aventuras de los animales antropomorfos amantes de las artes marciales. Esta segunda entrega, contando con un mayor presupuesto y un staff mucho más amplio, es exhibida tanto en la modalidad 2D como en 3D, brindando así la posibilidad de interactuar en el mundo fantástico creado por la gente de Dreamworks y apreciar más de cerca el arte animado de última generación. Contamos nuevamente con la adaptación de las costumbres marciales chinas llevadas a un extremo hilarante en donde, siguiendo el ejemplo del buen cine de Kung Fu Panda 1, se continúa la narración bajo la consecución de planos bellamente creados y agotando con gran criterio todas las posibilidades que brinda hoy el dibujo animado haciendo preferencia nuevamente por la magnificencia de los planos largos, especialmente cenitales que, a diferencia de lo que se puede sospechar, no emanan aire alguno de inferioridad en lo mostrado en pantalla.

Contando con texturas realistas de lo mejor, la comedia que hace entrega la principal competidora de Pixar Animation Studio, nos retrotrae al estilo humorístico de la impecable Megamente (Megamind, EE.UU. 2010), con mayor cantidad de situaciones de gags que su antecesora y con un juego técnico que sobrepasa las expectativas, dando especial cuidado al sonido, con el que se evocan todo tipo de situaciones en donde cumple un rol principal en lo que hace a la historia, como por ejemplo la declaración de guerra de Po a su nuevo enemigo gritando desde lo lejos, dejando la magia surja a partir de planos auditivos que explotan al máximo las posibilidades que brindan las salas y su envolvente sonido.

Jennifer Yuh, primera vez directora de cine, da cuenta una vez más de su capacidad artística, como ya sorprendió en otras ocasiones por su trabajo en producciones tales como (y por solo mencionar algunas), Spirit, el Corcel Indomable (Spirit stallion of the Cimarron, EE.UU. 2002), Madagascar (Madagascar EE.UU. 2005) y la televisiva Spawn (Spawn, EE.UU. 1997); haciéndonos ver, citando en un crossover al Maestro Tortuga y a el Sr. Ping, que “nada es imposible y lo especial de las cosas radica en la creencia de que aquellas son especiales”, los accidentes no existen, lo cual indica sin riesgo a equivocarnos, que Kung Fu Panda 2 es una de las grandes películas de animación del año.

Por Uriel De Simoni

En la legendaria tira Mafalda, no se exactamente en qué serie, recuerdo haber leído un chiste que, quizás un tanto rebuscadamente (como todo en mi, lo confieso), viene muy al caso a la hora de abordar este pequeño análisis de la presente pelìcula. Consistía en lo siguiente: Miguelito y Mafalda estaban mirando la televisión y en esta pasaban una publicidad de un lavarropas. A medida que se mostraban imágenes del funcionamiento del mismo, una voz off las acompañaba y exponía lo siguiente: “tan fácil de manejar que hasta un niño podría usarlo”. Mafalda, en el último de los inmortales cuadraditos de Quino de aquella tira, totalmente indignada, interrogaba con furia al aparato: “¿Para poder decir que las mujeres torpes pueden usar este lavarropas tienen que usarnos a nosotros, los niños?”

Muchas películas de animación o infantiles en general, por lo que vi en reiteradas ocasiones, poseen un defecto común: el problema del inmediato agotamiento temático que ofrece la construcción de un universo argumental, mediante el cual, cuestiones tales como la problemática de la identidad, la constitución del ser y demás, son presentadas pero luego rápidamente ocultadas. En pocas líneas, estoy intentado decir que muchas veces, en películas infantiles, animadas o no, se suele subestimar en gran medida a la mente del niño. Y esto, hoy en día, muchas veces, secuelas y secuelas de por medio, termina de vaciar el poco rastro de contenido que quizás encontrábamos originalmente.

Ahora bien, si en respuesta a esto planteamos, por ejemplo, que es demasiado pedirle a una película infantil el intentar recabar cuestiones complejas, en mi caso particular, respondería que en realidad es todo lo opuesto, ya que este es, a grandes rasgos, la principal exigencia que hay que hacerle a un metraje como este. Es decir, la constitución identitaria, la problemática que rodea el crecimiento del niño, su desenvolvimiento en el ambiente familiar, con todas sus propias disyuntivas a cuestas, su enfrentamiento con un mundo inevitablemente adulto y problemático; o en otras palabras: todos aquellos pivotes fundamentales de la constitución del ser en el niño, en mi opinión, constituyen un basamento que no debería ser dejado de lado por ningún film infantil. Sobre todo en estos tiempos donde abunda el consumo desmedido por el entretenimiento mas chato, que muchas veces atenta contra la imaginación, la inteligencia y la intuición del niño.

Así, dando el ejemplo de lo anterior, tenemos una película como Up (de Pete Docter), que, en mi opinión, es una de las más grandes obras maestras del género (infantil) clásico hollywoodense (sí, a secas); donde cuestiones como la figura del héroe, la redención, el sacrificio, los sueños, la figura paterna, el matrimonio, la aventura, lo utópico, la tolerancia, y muchos otros aspectos existenciales son abordados con suma maestría a través de interesantísimos simbolismos y majestuosas construcciones de montaje. Y, al mismo tiempo, de ninguna manera esto resiente de crear un contenido animado entretenido, divertido, rebosante de ternura, de risas y un largo etcétera. Algo que me gusta decir a veces, es que Up es una suerte de Gran Torino (otra gran película de las clásicas de Eastwood) para chicos. Especial para padres e hijos.

Y en todo esto, Kung Fu Panda II, no se queda atrás. El metraje aborda con dosificaciones justas muchos temas que acompaña con una orquestal coreografía de artes marciales abundantes, proezas, tropiezos y torpezas de nuestro protagonista, que despiertan tanto risa como emociones genuinas. Así, se inserta principalmente en la problemática de la identidad, del destino, del origen y de la constitución del ser. El eterno interrogante “quién soy yo”, las cuestiones reprimidas de los primeros dramas de la existencia, lo edípico (que se acerca un poco a Pasolini ya que “la historia termina donde empieza), son trabajadas en su justa medida desde una perspectiva puramente infantil.

Cuenta la historia del oso Po, torpe guerrero marcial y sus secuaces se encaminan a combatir a un pavo real amenaza con apoderarse de toda la China.

Pero esto es apenas una excusa para mostrar justamente el camino de Po hacia la averiguación de su propio origen, de su pasado oculto, al enterarse de que quién creía que era su padre (el pato o pollo, sinceramente no recuerdo de que animal se trataba) en realidad no lo es, y nuestro protagonista ve alterada su paz interior.

En estos tiempos donde, en nuestros pagos, el interrogante acerca de la identidad es un punto importante de debate, como consecuencia de nuestra propia historia como país, creo oportuno mencionar que realmente es un film recomendado para repensar la realidad desde la mente del niño.

Por Martín Tricárico

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