(Argentina, 2012)
Dirección: Valentín Javier Diment. Guión: Martín Blousson, Valentín Javier Diment, Nicanor Loreti y Germán Val. Elenco: Horacio Acosta, Lola Berthet, Jimena Anganuzzi, Ana Celentano, Rafael Ferro, Gabriel Goity, Muriel Lescano, Luis Ziembrowski. Producción: Valentín Javier Diment. Distribuidora: Independiente. Duración: 88 minutos.
Lo admito, no soy un fanático del cine de terror argentino. Me parece que muchas veces se busca el golpe de efecto, se le presta demasiada atención al maquillaje, a impresionar con efectos digitales, pero se le presta poca atención a la historias, los personajes, las actuaciones. Y eso resta. Es verdad, que hacer cine de género acá representa un doble esfuerzo. Llevar gente, recuperar la inversión. Recién en los últimos tres años el INCAA empezó a aprobar guiones que retraten un género maldito que ha dado grandes obras maestras en los años ’50, por ejemplo con Narciso Ibáñez Menta como protagonista (y muchas veces como director).
Dejo de lado, las producciones de Farsa a las que considero más cercanas a la comedia y la sátira, que a obra terroríficas en sí. Productos orgullosamente clase B. El caso de La Memoria del Muerto es una excepción a toda regla. Por primera vez veo un film de terror, que me asusta, me tensiona, me pone nervioso, pero que por otro lado provoca que me involucre con los personajes, que las historias y subtramas me atrapen incluso, y algo muy difícil, que me crea las actuaciones.
Ganadora del primer premio de óperas primas, la obra de Diment, un veterano del género en televisión, cuenta la historia de Alicia (Lola Berthet), cuyo marido, Jorge (Gabriel Goity) falleció repentinamente. 49 días después, ella junta a 5 amigos que amaron a Jorge para hacer un extraño rito: devolverlo a la vida. Para eso deben pasar una noche en la quinta donde murió Jorge, rodeados de fantasmas… y sobrevivir. No siempre los efectos especiales se ponen de forma tan ingeniosa y original al servicio de la historia (ver los casos de Paura Flics que siempre terminan siendo exagerados). Acá cada fantasma (como las mejores películas de terror) pertenecen al pasado y los miedos de los personajes. Alguno terminan siendo un poco forzados narrativamente, pero la tensión y el clima que logra Diment y equipo en generar miedo es notable. Además le buscan la vuelta de tuerca visual para lograr ser impresionables, darle un lugar al gore.
Hay momentos que remiten inevitablemente al cine de Raimi, Carpenter, Argento pero también ciertas obras más contemporáneas como la serie American Horror History. No es solamente un baño de sangre caprichoso. Toda la narración tiene su coherencia, y no se abusa del morbo, pero tampoco le escapa. Es un film equilibrado para bien, con un vuelta de tuerca final, realmente maravillosa. Una verdadera sorpresa visual, cuidada en cada rubro técnico, con notables efectos especiales. Pero sin embargo, lo que termina atrapando es la historia, la ambigüedad de los personajes y vuelvo a destacar las soberbias actuaciones de Lola Berthet (tenebrosa, austera), Gabriel Goity, Matías Marmorato (un valioso descubrimiento) y Luis Ziembrowsky (contenido y querible). Cuando se realiza una obra de terror tan inteligente, divertida y original, donde se nota que hubo mucho esfuerzo, mucho trabajo e ingenio colectivo, vale la pena resaltarlo y difundirlo.
Por Rodolfo Weisskirch