A Sala Llena

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CRÍTICAS - CINE

La Noche más Oscura (Zero Dark Thirty)

(Estados Unidos, 2012)

Dirección: Kathryn Bigelow. Guión: Mark Boal. Elenco: Jessica Chastain, Joel Edgerton, Chris Pratt, Kyle Chandler, Jason Clarke, Jennifer Ehle. Producción: Kathryn Bigelow, Mark Boal y Megan Ellison. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 157 minutos.

Ubicación no revelada.

En muchos aspectos La Noche más Oscura (Zero Dark Thirty, 2012) es una suerte de “secuela conceptual” de Vivir al Límite (The Hurt Locker, 2008), por lo que podríamos afirmar que fue una apuesta a seguro por parte de sus responsables máximos, la directora Kathryn Bigelow y el guionista Mark Boal. Ambas películas no sólo abordan los efectos de las distintas invasiones estadounidenses en Medio Oriente luego de los ataques a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, sino que además comparten un punto de vista seco, de corte netamente “profesional”, que se centra en personajes que en un primer momento se ven arrastrados por las circunstancias y en forma paulatina desarrollan una obsesión aguda.

Por supuesto que este patrón no es precisamente lineal porque se deriva de la lectura de los opus anteriores de Bigelow y -en especial- de este díptico bélico. Si en la entrada previa ya arrancábamos con un estado avanzado de enajenación laboral, en la presente somos testigos de la lenta metamorfosis psicológica que termina en dichas “latitudes del alma”. Llama mucho la atención la historia elegida para dejar en claro este trajín, nada más y nada menos que la búsqueda de Osama Bin Laden por parte de la CIA a lo largo de una década hasta su asesinato en mayo de 2011. Así como en el pasado con el Sargento William James (Jeremy Renner), hoy el proceso de deshumanización lo padece la Agente Maya (Jessica Chastain).

La realización ofrece una reconstrucción clínica de la pesquisa sin obviar ningún detalle escabroso de las operaciones “contraterroristas/ de represalia” de las administraciones de George W. Bush, en un principio, y de Barack Obama, a posteriori. Aquí tenemos captura de prisioneros, campos ocultos de concentración, diferentes técnicas de tortura, análisis de datos, inferencias varias, atentados esporádicos, conflictos intragubernamentales, cambios de mando, seguimiento de sospechosos y un clímax con la incursión militar que todos conocemos. La perspectiva ideológica vuelve a ser imparcial, sin glorificación ni condena en función de exponer los hechos “tal cual fueron”, lejos del típico maniqueísmo industrial.

Sin embargo vale aclarar que no estamos frente a un combo de acción como Vivir al Límite debido a que el film opta por retratar el trabajo de inteligencia detrás de bambalinas de los “especialistas” de la CIA, sin omitir la frustración que produce la multitud de pistas erróneas y apuntalando la tensión más en el desempeño deductivo de Maya que en lo que sucede en el “campo de batalla”. El ritmo narrativo ya no es tan asfixiante y posee baches pero aún así resulta prodigioso y la propuesta en conjunto dispara interrogantes urgentes como casi ninguna otra obra hollywoodense contemporánea. Tenemos diez años de patética ineficacia expuestos a puro minimalismo expresivo y sin parafernalia fascista de cotillón…

calificacion_4

Por Emiliano Fernández

 

La dama de hierro.

Hay que reconocer que filmar una película sobre el operativo que terminó con el asesinato de Bin Laden no es tarea fácil, tanto por el dilema que implica desde qué punto de vista encararla, como por la contemporaneidad del hecho. La película abre con la pantalla en negro y audio documental en off de personas que estaban en las Torres Gemelas y en los vuelos secuestrados en el momento del atentado del 11-S. Es una decisión muy acertada, porque escucharlo sin ver genera más impacto que todas las películas filmadas sobre el tema. A esto le siguen una serie de escenas de tortura en diferentes prisiones clandestinas de la CIA. Si bien Bigelow se anima a mostrar, no termina de explotar al máximo la relación torturador-torturado, ni de ahondar en cómo pasa el tiempo la persona que está siendo sometida. Tampoco ayuda el hecho de que sea siempre el mismo el interrogador y que tenga las mismas actitudes de patotero de barrio. Esto último hace que las escenas se agoten rápido, casi pecando de repetitivas.

En cuanto a la frutilla del postre, -eso que la película nos viene prometiendo y finalmente entrega- que el operativo, hay que decir si bien satisface nuestra sed de acción, da la sensaciòn de que Bigelow no termina de sacarle del todo el jugo. Allì la directora filma con visión nocturna, y se toma el tiempo de mostrar con el mismo énfasis y duración cómo colocan los explosivos en las puertas, la realizadora también es detallista a la hora de representar los helicópteros y los gestos por los que se comunicaban los Seals cuando no podían verbalizar, pero se le escapan muchos detalles que serían interesantes de ver en cualquier película que ponga en escena un operativo de semejante importancia.

Act of Valor marcó un antes y un después en el inside de las tácticas de grupos especiales y  la manera de filmarlo: mucha cámara helmet, subjetivas y muy detallista en cuanto a cada movimiento, estrategia, lenguaje y arma utilizada. Bigelow filma el evento de manera más neutral, haciéndonos testigos de la magnitud del operativo y no tanto metiéndonos dentro.  Esto no hace que uno pierda el interés o la adrenalina pero queda la sensación de que pudo haber explotado aún más todas las herramientas de táctica y estrategia a disposición.

A pesar de esto, nada le quita ninguno de sus méritos: uno de ellos es mostrar los excesos de ambos lados, la guerra es sucia y por lo tanto no hay buenos y malos. En ese sentido trata de ser neutral aunque Obama no se salve de la cachetada. Bigelow aprovecha todo el material documental que tiene a mano sobre los atentados que abarca y logra crear un gran juego de tensión en la escena del atentado que tiene lugar en la base de Afganistán donde mueren siete agentes de la CIA. La directora muestra -en otro de sus frentes- que la operación final no resulta exactamente como fue planeada, y de hecho uno de los capítulos de la película se titula “Error humano”. Otra gran decisión recae en la ausencia de una historia de amor paralela entre el personaje de Jessica -mujer maravilla- Chastain y un personaje cancherito. Esto sólo se insinúa en un momento, pero luego queda completamente de lado, anulado e inexistente. El mérito por excelencia es la elección de Jessica Chastain como protagonista en la piel de Maya. Una mujer todopoderosa, capaz de enfrentar cara a cara a su jefe en un momento actoral que inspira respeto, admiración y terror -todo junto- pero sin perder esa delicadeza que la caracteriza.

Uno siempre exige el cien por ciento cuando sabe que la directora puede darlo y más aún con semejante película previa como Vivir al Límite. Nunca es posible abarcar completamente  todo siendo obsesivamente detallista, pero Bigelow sale airosa de este nuevo desafío, y la imponente pelirroja nos da ganas de salir a combatir el terrorismo aunque sea en el Counter Strike.

calificacion_4

Por Elena Marina D’Aquila

 

Hasta las últimas consecuencias…

La Noche más Oscura ha desatado, como era de preveer, las más severas polémicas en los Estados Unidos. Antes de su estreno comercial el nuevo film de Kathryn Bigelow venía llevándose los mayores reconocimientos de la crítica internacional que destacaba el gran manejo e intuición de su directora para llevar adelante un thriller político sin dejarse tentar por tomar partido.

Sin embargo, tras las primeras exhibiciones para el público, un sector conservador se sintió “tocado” por la violencia inferida y la exposición de escenas de torturadas perpetradas por la CIA sobre los “terroristas”. Ahora, si bien la ultraderecha empezó a manifestarse en contra del film por mostrar aquello que el gobierno estadounidense siempre negó pero todo el mundo sabe; la izquierda leyó que la posición de Bigelow ante los hechos que muestra en el film tiene fines patrióticos o propagandísticos, e inclusive partidistas del gobierno de Obama, y no demasiados críticos con el gobierno de Bush Jr. Es irónico, pero se vuelve a abrir un debate pendiente desde el estreno de Vivir al Límite, laureada obra de Bigelow que mostraba la adicción y obsesión de un soldado desarma bombas durante la guerra de Irak, sin concebir un juicio de valor, sino retratando un trabajo de riesgo.

Cada individuo tendrá su opinión si la función de un cineasta es tomar partido y tener un discurso aleccionador que brindar, o limitarse a narrar los hechos en cuestión con la mayor objetividad posible y dejar que el espectador establezca la balanza moral sobre lo que está bien o está mal, si el fin justifica los medios, o si todo es una excusa para mostrar el poder del imperio estadounidense a través de la violencia, el sadismo o la fuerza.

Hay dos películas que se me vienen a la mente para comparar La Noche más Oscura: la primera es Red de Mentiras, una floja obra de Ridley Scott que mostraba con demasiada espectacularidad -y la ironía de Russell Crowe y Leonardo Di Caprio-, las mentiras de la CIA con una inocencia atroz. En cierto aspecto, La Noche más Oscura pretende ser una versión más severa, realista y dramática de los mismos acontecimientos pero actualizada en el final. La segunda película que demuestra que la guerra se pelea más desde una oficina que desde el campo de batalla es el clásico de Stanley Kubrick, nunca tan oportuno, Dr. Strangelove. En dicho film, se ironiza sobre la influencia que tienen (o no) las salas de guerra sobre los resultados de las mismas (“gente, no se pueden pelear, estamos en la sala de guerra”).

La Noche más Oscura también tiene grandes secuencias de suspenso y acción. En los momentos más tranquilos o de aparente calma, Bigelow sorprende aún cuando el que recuerda los hechos sabe que los personajes no están a salvo, pero la directora nos convence tanto de la ficcionalización de hechos recientes, que nos olvidamos que todo fue real por algunos instantes. Si en el medio se pone un poco dialogada -al estilo Syriana– la película consigue dar un quiebre para no generar monotonía. A la vez, la última media hora, logra cautivar con una dosis de tensión como juego en primera persona, a la que aplica una pequeña dosis de ironía para no caer en la solemnidad.

Porque más allá de las ambiciones, de las contradicciones ideológicas, del patriotismo, la crítica, la ironía o la propaganda, La Noche más Oscura es un relato clásico sobre una protagonista que tiene una misión y desea cumplirla hasta las últimas consecuencias, no porque quiera, no porque necesite la recompensa, la venganza, la sangre, sino porque es su trabajo y no sabe hacer otra cosa. Y Kathryn BIGelow podría amagar con hacer obras más suaves, reflexivas y dramáticas a esta altura de su vida y de su carrera. No necesita seguir demostrando que en un género históricamente dominado por los hombres una mujer puede hacer LA película definitiva que cierra la guerra de Irak y la muerte de Bin Laden. Pero lo hace, porque es lo que mejor sabe hacer y no se va a detener ante nada para conseguir la mejor película posible. Y les aseguro que lo logra.

calificacion_4

Por Rodolfo Weisskirch

 

Luego de convertirse en la primera mujer en ganar el Oscar a mejor director por Vivir al Límite, Kathryn Bigelow volvió al campo de batalla. Esta vez, con la propuesta más ambiciosa de su carrera: contar la persecución y la captura del terrorista más importante de la historia. Dos años después del atentado a las Torres Gemelas, un grupo de agentes de la CIA comienza a rastrear al cerebro de aquel atentado: Osama Bin Laden. Una tarea nada sencilla, pero la agente Maya (Jessica Chastain) no se detendrá hasta capturarlo, aunque todo a su alrededor no sea más que sangre, muerte y pistas aparentemente falsas.

Bigelow vuelve a utilizar los mismos recursos narrativos que en la película que la llenó de gloria, empezando por el estilo cinema verité, que le da una autenticidad perturbadora a cada fotograma. Esta impronta de carácter documental sigue estando justificada y se complementa con otro preciso guión de Mark Boal. Una vez más, no hay una postura sobre lo que se está mostrando. Es cierto que las escenas de tortura —de una crudeza inusitada— invitan a cuestionar los procedimientos aplicados por los estadounidenses contra los sospechosos árabes, pero el juicio emitido corre por cuenta del espectador. Es más, muchos de los acontecimientos más “heroicos” están filmados con un estilo carente de patriotismo y triunfalismo. Los espías y soldados, lejos de lucir como superhéroes, son personas que tienen que cumplir una misión y deben ser fuertes, siempre, aunque algunos terminan sucumbiendo a la presión.

Y una vez más, como en Vivir al Límite y en toda su filmografía, Bigelow da cátedra de tensión cinematográfica. Comienza una escena o secuencia y uno nunca sabe cómo puede terminar. No sólo durante la acción y las persecuciones: también en las partes dialogadas, incluso entre los agentes norteamericanos. Jessica Chastain vuelve a demostrar que es una de las mejores actrices sub-35. Maya empieza siendo una joven agente de Washington abrumada por un mundo hostil, pero pronto se revela como un personaje típico de Bigelow: ruda, intensa, determinada, que sigue adelante aún cuando sus compañeros se alejan o mueren asesinados, aunque le lleve años cumplir con su objetivo; un “hija de puta” (como se define a sí misma en algún momento) que no teme enfrentarse a sus superiores cuando las papas queman. Un papel que le puede valer a Chastain el Oscar, aunque tendrá fuerte competencia por el lado de Jennifer Lawrence en El Lado Luminoso de la Vida. Gane o no la estatuilla, la pelirroja ya es una actriz consagrada.

En cuanto al elenco secundario, aparecen grandes actores que, en sus breves pero cruciales participaciones, contribuyen a la película y al lucimiento de Chastain: Mark Strong y James Gandolfini, con bisoñés que, sin embargo, no hacen ruido; el venezolano Edgar Ramírez, haciendo de agente encubierto; Mark Duplass, abanderado del subgénero mumblecore; los siempre cumplidores Harold Perrineau, Jennifer Ehle y Kyle Chandler… Se destacan Jason Clarke (el compañero inicial de Maya) y Joel Edgerton (soldado que participa en la misión que encontró a Bin Laden). Ambos intérpretes australianos también serán vistos dentro de poco en la esperada versión de El Gran Gatsby, a cargo de Baz Luhrmann.

La Noche más Oscura es un nuevo triunfo de Kathryn Bigelow. Si bien la propuesta ahora es menos “en primera persona” que Vivir al Límite, sigue siendo un thriller de acción, que ya es un clásico moderno y también un modelo a seguir. Veremos si ahora por fin la directora tiene carta blanca para dirigir uno de sus proyectos tan anhelados y demorados: Triple Frontera.

calificacion_5

Por Matías Orta

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