(Argentina, 2013)
Dirección y Guión: Santiago Loza. Elenco: Lisandro Rodríguez, Eugenia Alonso, Fidelia Batallanos Michel, Beatriz Bernabe, Ricardo Felix. Producción: Iván Eibuszyc, Santiago Loza. Distribuidora: Independiente. Duración: 73 minutos.
La Paz es una búsqueda, unintento de encontrar un lugar en el mundo que pacifique los pensamientos bélicos y atormentadores de Liso (vaya nombre si los hay); un joven treintañero que sale de una internación psiquiátrica y busca estabilizarse en la lujosa casa de sus padres. Liso ya no tiene amigos, perdió a su ex y le es imposible armar lazos con mujeres de su pasado. Los únicos vínculos que lo sostienen un poco, son su adorable abuela y la empleada doméstica, Sonia, un inmigrante boliviana que sigue preservando su cultura y extrañando bastante su país.
El gran trabajo de Santiago Loza es la construcción de sus personajes, que si bien cumplen con todos los estereotipos, a medida que transcurre el relato, estas imágenes se van desvaneciendo y vemos que hay dentro de las cáscaras de estos seres humanos. Liso no es solo un chico rico que tiene tristeza, su madre tampoco es únicamente una veterana estirada frívola que se dedica a la pintura, Sonia es mucho más que ese personaje introvertido, típica de los estereotipos prejuiciosos que tenemos de la comunidad boliviana.
Los planos largos y algunos detallistas, logran eso, se sumergen y circulan por el deseo, abulia, nostalgia e impotencias de todos sus personajes. Secuencias maravillosas como los travellings donde Liso pasea en moto con su entrañable y viejecilla abuela, nos señala donde esta la paz del joven, en un camino sin aparente rumbo. El resto es pura mente atormentada. Una madre que ama a su hijo, pero en demasía, un Edipo maternal no resuelto que no permite un corte en el lazo. El padre desde un lugar cómodo carece de tacto para abordar a los fracasos paternales que su hijo lo enfrenta.
En medio de todo este caos, pasea con su moto por la ciudad en la constante búsqueda errónea que lo lleva a una frustración, tras otra. Un maravilloso trabajo de fotografía, a cargo de Iván Fund, retrata a partir de bellísimas imágenes la eterna abulia en la que se encuentra nuestro protagonista.Dividida en varios capítulos, el segmento final produce un desenlace en la búsqueda, es ahí que a mi parecer, la película se resuelve demasiado rápido y de modo inesperado. La paz existe, la paz se encuentra, La Paz se ubica en Bolivia. Con magistrales imágenes de la seductora ciudad boliviana, la historia se vuelve más bella, y la paz se siente en el cuerpo de cada uno de los espectadores.
Hermoso film que a diferencia de otros largometrajes donde uno cuestiona que le sobran minutos, acá le faltan. Uno se queda con más ganas de La Paz, ciudad y película, sobretodo como fue el proceso para que Liso produzca el hallazgo que acotó el caos en su mente. El estupendo plano panorámico final de la emblemática y bellísima ciudad, nos deja fascinados. Habrá que ir a visitar Bolivia para seguir por este camino que nos inició Loza con este conmovedor y profundo relato.
Por Emiliano Román