Un joven yace en malla y bata tirado en una reposera. Es el rey de un antiguo linaje en decadencia con una corona dibujada en su pecho. Su lacayo, un harapiento bufón que lo idolatra va de un lado a otro con el juego de llaves del palacio colgando de sus testículos.
Entre ambos hay una simbiosis. El Rey desprecia a su lacayo pero no puede vivir sin él y viceversa. En todo momento el monarca humilla con movimientos ampulosos al lacayo en escenas cómicas. La riqueza parece desaparecida y el rey, enajenado en su encierro. La locura parece apoderarse de ambos y escapar de sus roles parece imposible y a la vez necesario.
La juventud del rey lo convierte en una imagen aún más extraña que se pasea patéticamente por el profundo y estrecho escenario que representa el palacio real. Criado y amo interpelan al público en su miseria en escenas de gran patetismo mientras la realidad se hace cada vez más insoportable y cáustica.
Las Bolas del Lacayo ve en la relación de disparidad entre el rey y su criado la decadencia de una realeza que perdió su aristocracia en el laberinto de los protocolos afectados. La magnificencia de la monarquía se convierte en la obra en una burla sobre la perdida de toda grandiosidad, poder y riqueza a través del olvido de la operación que separó la alta cultura y la cultura popular para imponer un dominio cultural en tiempos en los que los soberanos ya no se destacaban en las grandes batallas ni se imponían por su fortaleza. La necesidad de estabilidad para los negocios confinó a la realeza en los palacios y los convirtió en figuras semi divinas encadenadas a su reino y a sus vetustos ceremoniales.
La cómica obra de Leonardo Hofman se destaca por las buenas actuaciones de Gerardo Serre y Pablo Pisandro Calvo que logran conectarse a través de la exageración en la bajeza de los personajes. Encarnados de forma divertida y grotesca, ambos intercambian roles como en el carnaval medieval, demostrando que hasta el más despreciable lacayo puede ser rey y que un monarca no está lejos de aquello de lo que quiere diferenciarse por todos los medios que su poder le permite.
En un momento en que la cultura y el teatro se encuentran buscando alternativas para sobrevivir a las difíciles circunstancias económicas, Las Bolas del Lacayo elige ofrecer su espectáculo a la gorra para garantizar que todos los interesados puedan asistir. Una buena estrategia que se extiende a medida que la codicia de los empresarios y los políticos avanza.
Teatro: El Piso, Hidalgo, 878
Funciones: Viernes 23 30 hs
Entrada: A la Gorra
Por Martín Chiavarino
Dramaturgia y Dirección: Leonardo Hofman. Asistencia de Dirección: Julieta Gutman. Producción: La Doménica. Elenco: Gerardo Serre, Pablo Pisandro Calvo. Prensa: Tehagolaprensa