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CRÍTICAS - CINE

Muppets 2: Los más Buscados, según Martín Chiavarino

La disciplina de la rana.

A diferencia de la televisión privada (o de cualquier iniciativa de este carácter), la televisión pública ha debido transitar un camino difícil en los Estados Unidos debido a la necesaria justificación y los debates que cualquier proyecto estatal conlleva. A fines de los años sesenta hubo un programa infantil que combinó la característica norteamericana de la misión televisiva como entretenimiento, la intención educativa,  la burla satírica y un lenguaje cómico -mordaz e inocente a la vez- con una teoría pedagógica que marcó a varias generaciones. Ese programa se llamó Plaza Sésamo.

La tarea de combinar entretenimiento y educación parece hoy una quimera del pasado, una utopía insensata que levanta sus lanzas contra la marea imparable de la lógica de la especulación y el lucro capitalista. Para muchos equipos de marketing esta combinación no solo es inútil sino que es subversiva, ya que cuestiona que nuestro tiempo pasivo frente a las pantallas sea vendido a las empresas como publicidad y puede ser, por lo tanto, el comienzo de un despertar del descontento por parte de un público cada vez más insensibilizado y confortablemente adormecido.

De la mano del proyecto de televisión pública para chicos llevado a cabo a mitad de los años sesenta por Joan Ganz Cooney, una productora que había ganado varios premios por su labor educativa, Plaza Sésamo fue cobrando vida. Así comenzó la era de los Muppets, una mezcla de marioneta (marionette) y títere (puppet) cuyo sentido del humor burlesco estaba basado en estudios pedagógicos y didácticos y teorías varias sobre la educación.

Muppets 2: Los más Buscados, la segunda parte de este nuevo regreso llevado a cabo por James Bobin de la mano de Disney, es la octava película basada en los títeres de Jim Henson y armoniza la tradición cómica e inocente de los personajes con la indagación historia y el musical, manteniendo el horizonte educativo sin olvidar su propuesta como entretenimiento comercial.

En esta oportunidad, los Muppets emprenden una gira mundial por Europa al terminar la primera parte, convencidos por su nuevo representante, Dominic Badguy (Ricky Gervais), un villano que conspira con Constantine, una rana rusa encerrada en un Gulag en Siberia que escapa de la casa grande para planificar el robo de las joyas de la corona Británica, exhibidas en la actualidad en la Torre de Londres. Su plan es utilizar a los Muppets de cuartada para el robo haciéndose pasar por Kermit. El contraste entre ambos personajes, la rana buena y la rana mala, aparece en la forma en que conciben el Show de los Muppets, el primero como armonía y fraternidad entre las distintas voces para crear una voz única y el segundo como libertad absoluta abandonando el proyecto común para disgregarse en sujetos individuales carentes de unidad.

El viaje que lleva a los Muppets por Berlín, Madrid, Dublín y Londres es una invitación a recorrer sus más importantes museos y a impregnarse de la cultura de estas ciudades, a la vez que un mensaje sobre los valores de la amistad y la familia y una mirada sobre las políticas educativas actuales o su falta para comenzar a diagramar un futuro menos opaco.

calificacion_4

Por Martín Chiavarino

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