A Sala Llena

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CRÍTICAS

Omar Mollo en Caff

Viernes 01 de Julio.

Omar Mollo: voz

Diego Ramos: piano / Omar Massa: bandoneón

Artistas invitados:

María Eva (voz y guitarra) / Federico Ottavianelli “Bruma” (voz)

Walter “Chino” Laborde (voz) / Diego “Dipi” Kvitko (guitarra)

 

Aunque vive la mitad del año en Holanda, nunca deja de ser un pibe del Oeste, de Ramos Mejía. Aunque no se presenta con su emblemática formación rockera Mente Alma Materia (MAM), se sube al escenario con más energía y adrenalina que en un recital de rock pesado. En un show íntimo y de entrega absoluta, Omar Mollo le puso calidez a una de las noches más frías que hasta ahora nos deparó el invierno porteño.

No es solamente su voz privilegiada, ni la excelente dicción, ni el carisma, ni el estilo gutural, arrabalero y melancólico, ni siquiera la concentración con la que transmite cada uno de los tangos del extenso repertorio que nos regaló.

Omar traspasa todos los límites de la interpretación y el fraseo. Cada tango, desde el primero al último, se convierte en una auténtica declamación, hecha con tripas y alma en mano. Cada tango es una revelación de pasión y sentimiento. Es un digno heredero del estilo del Polaco Goyeneche, pero con una impronta muy personal; un algo especial, quizás proveniente de su experiencia en el rock, quizás producto de su innato talento.

No obstante desde mediados de los años ’70 formó y lideró la mencionada banda MAM, su carrera dio un giro abismal en los albores de este S.XXI, cuando en 2003 grabó “Omar Mollo – Tango”, por el cual obtuvo el Premio Gardel a la Música como mejor Artista de Tango. Las puertas de los grandes eventos tangueros se abrieron para Omar; participó en varias ediciones del Festival Internacional de Tango de Buenos Aires, Festival de Tango de Bariloche, Festival de Tango de la Falda, Festival de Tango y Folklore de Baradero, entre otros tantos. Su participación en Cosquín Rock, marcó todo un hito en la historia del festival, que incluía a una indiscutible figura del rock, haciendo tangos clásicos.

Mollo compartió escenario con innumerable cantidad de reconocidas figuras, como Adriana Varela, Rubén Juárez, Lidia Borda, Raúl Lavié y María Graña por citar solamente algunos. En 2006 se editó “Gola” y le puso voz al proyecto de Carel Kraayenhof “Carel Kraayenhof y su Sexteto Canyengue – Tango Héroes”. Su último trabajo de estudio data de 2008 “Y que siga…”   

En esta oportunidad no faltaron tangos como “Pasional”, “Nostalgia”, “Grisel”, “Che bandoneón”, “Naranjo en flor”, “Uno” y “La última curda”,  entre otros no menos históricos.

El set con invitados fue un espectáculo más dentro del show. Un encuentro con amigos, con colegas, donde se evidenciaba afecto, respeto y admiración mutuos. Si el escenario hubiera sido su casa, es destacable la calidad de anfitrión de Omar. Durante el primer tema de María Eva, que interpretaron a dúo, con voz y guitarras, Mollo se lució con unos riffs, arengando a su compañera de escena a tomar el protagonismo. Lo mismo hizo con Bruma al interpretar “Los mareados” y “Yira Yira” entre otros. 

Uno de los momentos más emotivos, fue cuando junto a la extraordinaria guitarra de “Dipi” Kvitko, interpretaron “Los ejes de mi carreta”, demostrando una vez más que el talento de Omar no se agota en un único género.

Con el verdadero dueño de casa, Walter “Chino” Laborde, las bromas se sucedían como notas musicales. Sigo afirmando que no hay mejor versión, en la movida tanguera actual, que la interpretación que hacen el Chino Laborde y Dipi Kvitko de “Antiguo reloj de cobre”.

Al llegar al final del show, pasada la una de la mañana, Omar agradece y cierra “Esto es todo lo que puedo dar, y cada vez que pueda, voy a dar esto”. Recuerda que el CAFF está del otro lado de la General Paz, así que le pregunta a alguien: ¿Vas para el Oeste? ¿Nos llevás?     

Faltaría a la verdad si digo que el show tuvo momentos más destacados que otros. En un ambiente íntimo y de gran concentración, Mollo supo mantener un nivel muy elevado y parejo, tanto así que las dos horas y cuarto de duración del espectáculo, se esfumaron presurosas, como el paso de la gente por la calle en la fría madrugada.         

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