(Crítica publicada originalmente en Diario del Festival – Día 4)
Jack Sparrow y la ultima cruzada.
Si bien los tres films anteriores de la saga no han sido de mi agrado y teniendo una idea de con qué podríamos encontrarnos, Piratas 4, con salvedades, sació mis expectativas.
La película presenta al entrañable pirata nuevamente haciendo de las suyas, a la búsqueda de algún tesoro, encontrar un nuevo o viejo contrincante como Barba Negra y el pirata interpretado por Geoffrey Rush (siempre correcto), como también llenar un hueco sentimental con la verborrágica sangre española de Penélope Cruz. Lo destacable de esta entrega es que a diferencia de las otras tiene un marcado y acotado guión, en esta no se torna confusa la misión del protagonista, que consiste simplemente en realizar determinada búsqueda y listo, asunto cerrado. Aunque pueda parecer increíble, el objeto de deseo esta vez es el Santo Grial, sí señores, aquel del que ya Indiana Jones se había encargado de buscar, encontrar y tomar con sus manos para salvar a su padre Henry Jones (Sean Connery). Lamentablemente Hollywood se encuentra escaso de ideas y trasladó exactamente el mismo contexto a la película de piratas, incluyendo las nuevas tecnologías digitales, 3D poco agresivo, cansador e injustificable salvo para vender algún ticket mas en las boleterías.
Esta vez la dirección recayó sobre Rob Marshall, quien aunque cueste creer logra un producto con mayor fluidez, menor duración y sin la tan espectacularidad en batallas y efectos que contaban las anteriores. Johnny hace su papel de taquito, aquel que pareciera ha llenado de monedas de oro su tan preciado cofre o cachet.
Al igual que Indiana, Sparrow pareciera va a convertirse en inmortal, a esperar Piratas 5, 6, 7…