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CRÍTICAS - CINE

Sin Control (John Wick)

(John Wick, Estados Unidos/ Canadá/ China, 2014)

Dirección: Chad Stahelski. Guión: Derek Kolstad. Elenco: Keanu Reeves, Michael Nyqvist, Willem Dafoe, Alfie Allen, John Leguizamo, Ian McShane, Omer Barnea, Toby Leonard Moore. Producción: Basil Iwanyk, David Leitch, Eva Longoria, Chad Stahelski. Distribuidora: Energía Entusiasta.Duración: 101 minutos.

Dolor mafioso.

La opera prima de Chad Stahelski, Sin Control, es una película de acción acerca de la venganza de un ex integrante de la mafia rusa sobre sus antiguos compañeros de armas como represalia a un robo en su hogar. Con una estética oscura con preponderancia de tonos azules, el opus de Stahelski construye una historia de dolor en la que tras la muerte de su esposa, el ex mafioso John Wick recibe un cariñoso perro como regalo de ella para sobrellevar el dolor de la pérdida. El hijo de su antiguo empleador asalta su residencia para robarle su auto de colección y así se desata una cacería que lleva a Wick a volver a su antiguo trabajo, eliminando a sus nuevos enemigos y antiguos camaradas.

La propuesta pretende asimilarse a la moda de los comics góticos modernos de acción y como tal es exagerada, con actuaciones desproporcionadas. Desgraciadamente la historia principal es predecible, con vacías escenas de acción en las que el protagonista asesina a todos los que se cruzan en su camino. La falta de ideas del guión -incluso en el título de la película- a la hora de proponer una historia interesante, y la pobreza de los diálogos, son un síntoma de las películas de acción de la época que se preocupan por el marketing del producto sin poner atención a la calidad artística de la obra. El adusto Keanu Reeves nunca logra imponerle su carisma al taciturno Wick, lo que posibilita que el actor sueco Michael Nyqvist se luzca como una especie de villano elegante, pintoresco y gracioso, siempre irritado por la incompetencia de sus subalternos.

Lo mejor de la cinta son las simpáticas interpretaciones de los actores secundarios que deben acompañar a Wick en su viaje vengativo, ya sea como amigos o enemigos, como Willem Dafoe, John Leguizamo e Ian McShane. La actuación anodina de Alfie Allen, como el hijo del jefe de la mafia, es intrascendente y sus carencias refuerzan la falta de sentido de la historia.

Sin Control pretende atraer distintos públicos a través de pequeños guiños que rápidamente cambian para pasar al siguiente con el fin de no dejar a nadie fuera, olvidando incluso la coherencia argumental pero poniendo mucho énfasis en los detalles de cada muerte para que quede claro que estamos ante un producto vacío en el que no sobrevive nadie ni queda nada tras la función. Nuevamente y hasta el hartazgo obtenemos un poco más de resarcimiento para las masas impacientes de acción que le aúllan a la pantalla en el eterno invierno hollywoodense.

calificacion_2

Por Martín Chiavarino

 

Lo de siempre, pero bien hecho.

Chad Stahelski se pone por primera vez al mando de un largometraje luego de una muy extensa trayectoria como doble de riesgo y director de segunda unidad en Sin Control (John Wick, 2014). Este debutante realizador norteamericano dirige a Keanu Reeves luego de haberlo reemplazado en las escenas peligrosas de Punto Límite (Point Break, 1991) y Matrix (The Matrix, 1999).

Sin Control es una cinta de acción que intenta mezclar estilos estéticos sin salirse del libreto preestablecido del género. Por un lado, tenemos la oscuridad permanente y un despliegue muy cercano al videojuego; por otro, todos los lugares comunes de una película de acción: el matón retirado, la sed de venganza, el protagonista invencible, la ejecución inconclusa y el final mano a mano. Los clichés están absolutamente todos, la gran diferencia está en la manera en que se muestran cada una de esas situaciones en cámara. Stahelski demuestra su experiencia en el rubro con escenas de acción de una factura técnica admirable, coreografías bien ejecutadas, claras a la vista pero también -dentro de lo que el género permite- verosímiles, y ahí está su gran acierto.

La historia también es repetida: John Wick solía ser el matón estrella de un mafioso ruso, pero se retira al conocer al amor de su vida. Luego de la muerte de su mujer, el hijo del mafioso que solía ser su jefe tiene la mala suerte de robarle su auto de colección y matar a su perro, el único haz de esperanza que tenía en su vida. Entonces Wick deberá resucitar a su asesino dormido para tomar venganza contra sus viejos conocidos.

El buen nivel de la película se evidencia claramente en dos escenas dentro de la primera mitad de metraje. Primero, la presentación del protagonista, en boca de su antiguo jefe, cuando le explica a su hijo que se metió con el tipo equivocado y que no importa qué haga, John Wick lo va a matar. Luego, en la primera secuencia de acción del film, cuando el buen John se carga una decena de matones que lo buscan en su casa. ¿Cuántas veces vimos esta escena? Un grupo de muñecotes armados que intentan emboscar al protagonista. ¿Diez veces, cien veces? Stahelski demuestra que no importa, siempre se puede hacer mejor.

A partir de la segunda mitad, el valor de las geniales escenas de acción va mermando y la importancia del flojo devenir de la historia toma más protagonismo. El encargado de darle un poco de vitalidad a la trama -el poco experimentado Derek Kolstad, que venía de escribir dos películas protagonizadas por Dolph Lundgren- no supo mantener el guión al nivel de la factura técnica y ni siquiera intentó evitar los clichés, que a medida que se acerca el desenlace se vuelven más caprichosos y exasperantes. A pesar de todo, Sin Control es una gran oportunidad para los fanáticos del género puedan disfrutar de la misma historia de siempre, pero filmada con tanto cuidado e intensidad que lo demás deja de importar.

calificacion_4

Por Juan Ferré

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