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CRÍTICAS - CINE

Somewhere, en un Rincón del Corazón, Según Carlos Federico Rey

Perdido en L.A.

Referencias circulares. Piletas redondas. Carreteras con curvas. Sofía Coppola nos muestra mediante un largo plano general fijo a la megaestrella de la actuación Johnny Marco (Stephen Dorff) con su Ferrari a cuestas dando vueltas a toda velocidad, haciendo un recorrido circular y siempre terminando en el mismo lugar. No se puede determinar si se trata de una pista de carrera o si simplemente esta cortando calles, no interesa, lo que observamos es un personaje centrifugo, que esta en los limites pero que no tiene centro, no tiene densidad. Es pura imagen en movimiento. Siempre esta dando vueltas, en la noche con mujeres, pastillas y alcohol, pero parece no disfrutar nada. Es un personaje incompleto, vacío. Coppola regresa a la reflexión que había realizado en Perdidos en Tokio sobre la soledad y el sentimiento de infelicidad de las estrellas del espectáculo. Soledad que se manifiesta con fuerza en la intimidad, donde se pierde el reconocimiento publico y comienzan a jugar los valores de la vida cotidiana.

La imprevista aparición en el mítico hotel Chateau Marmont de Los Angeles de Cleo Marco (Elle Fanning) acercan a Johnny un poco hacia el centro y lo quita por momentos de los limites del circulo. En los pocos instantes que Johnny está con su hija deja de ser un personaje centrifugo y pasa a ser un personaje centrípeto; ellos dos ahí jugando al Rock Band de The Police disfrutando de la relación padre-hija y aislados del mundo parecen ser dos personas sin problemas. Es el momento que la película cambia el punto de vista del personaje y nos muestra los problemas que tiene Cleo Marco, una niña de once años con una madre problemática y un padre ausente. Podemos observar una temática recurrente en las películas de Sofía Coppola. Mujeres que tienen problemas con sus padres. Ya en Vírgenes Suicidas las hijas llegaban a tal extremo que se suicidaban. En Perdidos en Tokio, mas allá de la pulsión sexual que pueda existir entre Bill Murray y Scarlett Johnasson hay una historia de “padre ausente” en esa relación de atracción mutua. Incluso en María Antonieta – La Reina Adolescente es María Antonieta obligada por sus padres a casarse y heredar la corona. Esto se repite en Somewhere, en un Rincón del Corazón donde la hija le reclama al padre que nunca estuvo presente. El ruido de un helicóptero hace que no se escuchen los pedidos de disculpas por parte del padre cuando la hija se esta yendo a un campamento en un automóvil. Coppola lo deja claro; no hay redención posible en este tema, no hay posibilidad de final cinematográfico feliz. No se puede ocupar una ausencia del pasado, lo hecho esta realizado y no se puede reescribir. La repetición de este tema a lo largo de las películas de Sofía Coppola determina indudablemente una clara visión autobiográfica en su cine en cuanto a su relación con el gran Francis Ford Coppola. En este caso no lo deja ni expresarse. Elige no escucharlo. Lo tapa con ruido.

La ida de la hija deja al personaje de Johnny Marco otra vez en los limites, reconociendo que es una persona vacía , infeliz, completando una película redonda, circular, asfixiante, de la cual no hay escapatoria.


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